Cazador de Dragones
En el largo y silencioso pasillo del ala del palacio, el general Colton caminaba junto a Leoni, manteniéndose inusualmente cerca. Leoni, aún con el dolor punzante en su espalda y las punzadas de incomodidad en sus costillas, trataba de mantener la distancia mientras sus pasos resonaban contra el mármol pulido. Cada paso la acercaba más a la soledad de su habitación, y aunque el lugar estaba impregnado de frialdad y abandono, era preferible a la cercanía de Colton, cuya mirada se volvía más inquietante a cada segundo.
Cuando se detuvieron frente a la puerta, Colton, de repente, hizo un gesto para que los guardias se alejaran.
- Quiero asegurarme de que estás en las condiciones adecuadas para la cena de esta noche, princesa. - Su voz era grave, con una entonación que pretendía autoridad, pero había algo más, algo que hizo que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Leoni.
- Ya la cena pasó...¿No debería ser antes? - le dijo desafiante y Colton rio bajo de manera extraña.
Ella se apartó de él, buscando desesperadamente su fuerza interior mientras las palabras de Altheas y las historias que le contaba resonaban en su mente, recordándole que debía mantenerse firme. Leoni dio un paso atrás, apenas logrando mantener la compostura cuando Colton extendió una mano hacia su brazo, atrapándola.
- No es necesario, general. Estoy perfectamente bien - dijo la joven con la voz firme, aunque el temor latía en sus ojos.
Colton esbozó una sonrisa forzada, ignorando su protesta mientras la sostenía con fuerza.
- No, no lo creo. Tus ropas están algo desordenadas. Y después de todo… - hizo una pausa mientras la miraba con una expresión fría y calculadora - sería una pena que el rey notara tu descuido.
Leoni trató de liberarse, su respiración acelerada mientras el general acercaba una mano a la parte trasera de su vestido, deslizando sus dedos hacia el hombro como si tuviera todo el derecho a revisarla.
- ¡No me toques! - exclamó ella con voz entrecortada, dando un tirón violento para liberarse.
Pero Colton, imperturbable, mantuvo su agarre, su fuerza sobrepasándola. En su mirada destellaba algo oscuro, una satisfacción retorcida mientras ignoraba sus intentos de defenderse.
La mano áspera de Colton atrapó el brazo de Leoni con más fuerza de la que ella podía resistir. Sintió el filo helado de la puerta presionándole la espalda cuando él la acorraló, sus dedos recorriendo los bordes de su vestido en un intento de “arreglarlo”, aunque ella sentía sus intenciones más turbias en cada roce. La repulsión y el temor se apoderaban de ella y, aunque su voz sonaba débil, luchaba por hacerse oír.
- Déjame… - murmuró, con su respiración entrecortada. Intentó apartarse, pero él se inclinó aún más cerca, ignorando sus protestas.
- Eres tozuda, princesa. Necesito que estés… adecuada para Sax - Su voz destilaba una frialdad afilada y una sonrisa maliciosa curvó sus labios mientras forzaba a Leoni a retroceder un paso más. Entonces, sin previo aviso, sus dedos la empujaron de golpe hacia el interior de la habitación. Leoni cayó hacia atrás, la cama amortiguó su caída, pero antes de que pudiera reaccionar, Colton la inmovilizó, sujetándola por los brazos. Su peso la atrapaba en un confinamiento asfixiante.
- ¡Aléjate de mí! - gritó Leoni, su voz quebrada por el miedo y la impotencia.
Pero Colton, con una expresión de satisfacción retorcida, la observó con una intensidad perversa, como si su resistencia lo deleitara aún más. Las palabras de súplica y resistencia de Leoni parecían alimentar su crueldad y ella sintió que su cuerpo se helaba bajo su mirada.
Dentro de la habitación, Colton mantuvo a Leoni inmovilizada, sus dedos recorriendo su cuerpo con un descaro aterrador. Al ver las marcas de los azotes que adornaban su espalda, sus ojos brillaron con una fascinación distorsionada, pero algo más atrajo su atención. La marca grabada en su piel. La mujer estaba marcada con el sello del dragón.
La conciencia de lo que eso significaba para ella - para él - lo hizo sonreír con una mezcla de lujuria y codicia.
- Así que eres una de ellas… - susurró, sus dedos descendiendo por su espalda con deleite, como si pudiera poseer algo de su poder - Aún no te ha tomado...Inesperado...
Leoni luchaba bajo su peso, pero sus fuerzas menguaban con cada intento fallido. La desesperación crecía en su interior y el aire parecía abandonarla en una prisión invisible, sintiendo que sus intentos de resistencia no serían suficientes.