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1016 Words
Vínculos Drage observaba a Kaelen, incrédulo. Por siglos había creído ser el único dragón que quedaba, condenado a vagar solo en un mundo donde su especie era una leyenda olvidada o un cuento de terror en los labios de los humanos. Ahora, el guardián le revelaba algo que alteraba su comprensión de todo. - ¿Otros dragones…? ¿Tengo hermanos? - preguntó con su voz apenas un susurro mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar. Kaelen asintió solemnemente, su expresión revelando la importancia de aquella revelación. - No estás solo, Drage. Existen cinco dragones en esta región del mundo, cada uno con un propósito y un poder único, como siempre ha sido en los antiguos ciclos. Tú, Drage, has sido uno de los primeros, pero el dorado, el rojo, el verde, el azul y el blanco también han despertado después de tu reclusión y viven entre nosotros. Son jóvenes aún...entre 500 y 200 años. Cada uno ejerce su influencia en la tierra, cada uno preservando el equilibrio a su manera. Tienes 950 años. Drage bajó la vista, aún asimilando aquella noticia. Se sentía atrapado entre la incredulidad y una inesperada chispa de esperanza. - ¿Quiénes son? ¿Qué poderes manejan? - preguntó finalmente, ansioso por conocer más sobre aquellos que compartían su misma sangre y destino. Kaelen sonrió, complacido por el interés de Drage. - Los encontramos después de la creación del imperio y tu reclusión - le dijo. - El dorado es el dragón de la abundancia. Es comerciante y su habilidad principal radica en traer prosperidad a donde él decide. Maneja la riqueza y la prosperidad de los humanos que comercian en su territorio. Curiosamente, el dorado es el único que ha encontrado a su compañera hasta ahora y su unión ha traído prosperidad sin precedentes a su tierra. Drage asintió en silencio, sintiendo una curiosa mezcla de respeto y lejanía. El concepto de prosperidad era algo ajeno para él, más acostumbrado al combate y la desconfianza después de perder todo su tesoro. - Luego está el dragón rojo - continuó Kaelen- un caballero experto en el combate y en el arte de la espada. Domina el fuego, una habilidad que le ha permitido proteger su región y las fronteras de cualquier amenaza. Su presencia es respetada y temida y se dice que su capacidad para manejar el fuego es igual de formidable. Drage esbozó una leve sonrisa, sintiendo una conexión inmediata con el dragón rojo. Había algo familiar en la descripción de ese guerrero ardiente que despertaba en él un sentimiento de camaradería, de lejanos lazos de hermandad. - El verde, en cambio, está profundamente conectado con la naturaleza - prosiguió Kaelen - Su influencia abarca tanto las plantas como los animales. Es el guardián del equilibrio natural y se dice que puede hablar con todas las criaturas que pueblan las profundidades oceánicas y los bosques. Es un pacificador y un protector de los seres vivos. Drage arqueó una ceja, intrigado por este otro dragón que parecía tener un rol tan diferente al suyo. La naturaleza no era algo que él considerara parte de su deber, pero admiraba la amplitud de aquella responsabilidad. - El dragón azul, por otro lado, maneja el viento y las nubes - añadió Kaelen - Se dice que controla las tormentas y los cielos mismos y que su poder es temido por aquellos que dependen del clima para sobrevivir. Sin embargo, rara vez interviene, prefiriendo observar desde las alturas, con la serenidad de quien ve las cosas desde lejos. Drage sintió un escalofrío al imaginar al dragón azul, distante y omnipotente, dominando el viento con una facilidad innata. Aquello despertaba en él una admiración instintiva; siempre había sentido una afinidad con las alturas y la idea de un dragón con semejante control sobre el cielo le parecía tan inquietante como fascinante. - Finalmente, está el dragón blanco - dijo Kaelen, su voz descendiendo a un tono más grave - Él maneja el agua y, por ende, las calamidades. Su influencia puede traer tanto abundancia como desgracia, regulando las sequías o desatando lluvias torrenciales. Los humanos le temen porque saben que su favor no es algo que puedan comprar; él actúa siguiendo sus propios principios y su influencia puede definir el destino de muchas vidas en tiempos de crisis. Además, es un sabio y erudito en tu r**a. Drage guardó silencio, contemplando la inmensidad de lo que acababa de aprender. La existencia de aquellos dragones, cada uno con un poder único, con un propósito tan distinto… Cada uno era una parte de un equilibrio mayor, una pieza que contribuía a la estabilidad del mundo, mientras él había estado aislado, ignorando que no estaba solo. - Kaelen, ¿Por qué nadie me dijo nada antes? - preguntó finalmente, la amargura y la vulnerabilidad reflejándose en su voz - Pensé que era el último de mi especie y esa creencia moldeó mi vida, mis decisiones… mi desconfianza hacia los humanos. Kaelen lo miró con una mezcla de compasión y gravedad. - Las razones de tu aislamiento están profundamente ligadas a los secretos de tu linaje, Drage. Al primer despertar, los dragones fueron dispersados, separados por los guardianes y ocultos para preservar sus destinos hasta que llegara el momento de actuar ya que sólo quedan ustedes, pero el tiempo ha llegado. Ahora, ustedes deben reunirse y comprender que el destino del mundo está entrelazado con el de los humanos y con el de cada uno de ustedes. La profecía ha despertado y con ella, cada uno de los dragones que aún habita esta tierra. Drage permaneció en silencio, sopesando la inmensidad de sus palabras. Finalmente, alzó la mirada y asintió, una chispa de determinación encendiéndose en sus ojos. - Entonces… buscaré a mis hermanos. - Ellos te buscarán... - dijo Glenn - Esperan mi mensaje... - ¡¿Tu lo sabías?!- exclamó Drage enojado - No lo sabía cuando estuve contigo - se defendió el elfo - Me enteré cuando salí de prisión después de regresar al bosque. - ¿Prisión? - dijo Drage desconcertado - ¿De qué hablas?
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