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2045 Words
Escape Leoni observaba desde la cama, paralizada ante sus movimientos rápidos y sobrenaturales, mientras Drage y Colton luchaban con una intensidad salvaje. Cada movimiento parecía estar lleno de odio y una fuerza devastadora. No podía moverse ni apartar la vista, cada golpe resonaba en sus oídos como si fuera el último. Vio a Drage moverse como un huracán, firme y seguro, mientras Colton seguía con esa sonrisa cruel que le helaba la sangre. Era como ver una danza macabra, un choque entre el poder y la desesperación. En la calma después de desarmarlo, Drage se giró hacia ella y, por un instante, sus miradas se encontraron. Aquella conexión, ese vínculo inexplicable que compartían, se hizo tangible en un solo segundo. En sus ojos, Leoni vio preocupación, una promesa de protección, de fuerza. Leoni sintió una chispa de esperanza, pero antes de que pudiera reaccionar, vio a Colton moviéndose, una sombra rápida que se colaba detrás de Drage mientras este estaba distraído mirándola. -¡No!- quiso gritar, pero el sonido murió en su garganta. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos: la daga de Colton brilló y se hundió en el pecho de Drage con una brutalidad aterradora. -¡Drage! -logró gritar al fin, su voz llena de desesperación. El impacto hizo que Drage rugiera, un sonido profundo y primitivo que reverberó por la habitación. Leoni sintió cómo el dolor atravesaba su propio cuerpo, como si aquel golpe no solo hubiera herido a Drage, sino a ella también. Era como si el vínculo que compartían transmitiera el dolor de una forma tan vívida que le arrancaba el aliento. Los ojos de Drage se cerraron por un segundo, pero en lugar de caer, se aferró a la daga con ambas manos. Su pecho sangraba profusamente, la tela de su camisa negra empapándose de rojo, pero aun así, no cedió. Leoni vio cómo tomaba un respiro profundo, sus ojos entreabiertos, ardiendo con una mezcla de ira y desafío. -¿Eso es todo lo que tienes, cazador? -murmuró Drage, con una voz tan baja y poderosa que incluso Colton pareció vacilar. Leoni sintió un estremecimiento recorrer su piel. A pesar de la herida, de la sangre que fluía, Drage no había perdido su fuerza, ni su determinación. Era como si aquel golpe no hubiera hecho más que encender un fuego aún mayor en su interior. Colton, por primera vez, se tambaleó, atrapado en una mezcla de incredulidad y miedo. Leoni apenas podía procesar la escena cuando, de repente, un estruendo llenó la habitación: la ventana se rompió y Thalias entró de un salto ágil, aterrizando en el suelo con un destello en sus ojos. Apenas se incorporó, vio a Drage con la daga aún clavada en el pecho y la sangre empapando su ropa y su rostro se tensó de preocupación. -¡Maestro! - gritó Thalias, dando un paso adelante, pero Drage alzó una mano, deteniéndolo. - Thalias, llévatela ¡Ahora! Leoni abrió los ojos con sorpresa, su corazón latiendo a toda prisa mientras el eco de la orden de Drage aún resonaba en sus oídos. Apenas entendía lo que estaba pasando; la escena era un caos de movimiento y emociones intensas, pero la firmeza en la voz de Drage la atravesó y supo que él hablaba en serio. - ¿Pero qué hay de ti? - quiso preguntar, pero antes de que pudiera decir una palabra, Thalias ya la estaba tomando suavemente por el brazo, con una mirada de urgencia. - Vamos, mi señora. - murmuró él con un tono decidido, tirando de ella hacia la ventana rota. Fue entonces cuando Leoni vio a un enorme dragón azul, Kavan, volando con sus alas inmensas batiendo en el aire, manteniéndose justo fuera de la ventana. A su lado, un elfo de mirada fija y semblante determinado sostenía las riendas con firmeza. El destello de las escamas de Kavan reflejaba la luz del amanecer y el rugido bajo de su respiración llenaba el aire con una presencia intensa y poderosa. Leoni titubeó, mirando a Drage con desesperación. No quería dejarlo, no podía dejarlo allí enfrentándose solo a Colton, con aquella herida en el pecho. Pero la mirada de Drage era tan feroz como la de un depredador, firme y resuelta. -¡Ve, Leoni! - rugió Drage, su voz grave y cargada de autoridad, una orden ineludible. Leoni sintió una mezcla de dolor y angustia, pero Thalias no le dio tiempo a dudar. La sujetó con fuerza y la ayudó a subir a la espalda de Kavan. Apenas estaba segura, Kavan batió sus alas, lanzando un rugido y elevándose en el aire. Leoni miró hacia abajo, viendo cómo Drage permanecía en la habitación, su figura ensombrecida y llena de resolución mientras Colton lo observaba con una mezcla de temor y desafío. El corazón de Leoni latía tan fuerte que apenas podía escuchar el rugido del viento a su alrededor. Todo en su interior clamaba por regresar, por quedarse junto a él, pero las palabras de Drage resonaban con claridad en su mente: debía irse y confiar en que él iría tras ella. Cuando Leoni abrió la boca para preguntar qué estaba pasando, una sombra colosal se extendió sobre ellos. Miró hacia arriba y su corazón dio un vuelco. Un dragón verde, más grande aún que Kavan, se aproximaba, sus alas cortando el aire con un estruendo impresionante. A lomos de la criatura, un elfo con una capa ondeante observaba con mirada firme y segura, como si nada pudiera sorprenderle o intimidarle. Colin, que volaba junto a Kavan y Thalias, se volvió rápidamente hacia ellos y con el rostro sombrío, gritó con desesperación: -¡El maestro sigue adentro! ¡Drage aún está en la habitación! Leoni sintió un tirón en el pecho al escuchar esas palabras. No podía dejar a Drage solo, no después de todo lo que había arriesgado por ella. Pero antes de que pudiera decir nada, la voz potente del elfo que montaba al dragón verde resonó por encima del batir de las alas: - ¡No hay tiempo! ¡Vayan hacia la fortaleza verde! - El elfo hizo un gesto con la mano, indicando la dirección con firmeza - Nosotros protegeremos la retirada y llevaremos al maestro. Leoni miró a Thalias y a Colin, quienes cruzaron una mirada rápida y decidida. A regañadientes, Thalias asintió, apretando los labios. - Tenemos que confiar en ellos, mi señora. - le murmuró Thalias, con una determinación tranquila en sus ojos. Aún con el pecho lleno de angustia y el alma partida por la incertidumbre, Leoni apretó los dientes, consciente de que su única opción era seguir adelante y confiar en aquellos aliados que parecían haber llegado en el último momento. Acarició una de las escamas de Kavan, quien giró la cabeza un momento, dándole una mirada tranquilizadora antes de volver la vista al frente. Sin otra opción, Kavan tomó altura rápidamente y pronto dejaron atrás el castillo y el peligro inmediato, en dirección a la fortaleza verde, mientras el rugido lejano del dragón verde y su jinete prometían protección y esperanza. Drage lanzó una mirada fulminante hacia Colton, mientras este retrocedía, jadeante, con los ojos llenos de rabia y deseo frustrado. La sangre que manchaba la daga de Colton no le quitaba a Drage ni un ápice de su calma tensa y feroz. - La próxima vez que te encuentres conmigo, no te resultará tan fácil. La mujer que deseas… - gruñó Drage, con una voz grave y retumbante - …es alguien que jamás podrás tener. Colton lo miró con odio puro, apretando los dientes. La daga aún brillaba en su mano, pero incluso él parecía darse cuenta de que la ventaja inicial que había tomado con la sorpresa y la traición estaba agotada. - ¿Quién te crees que eres, dragón? - escupió Colton, con el rostro contorsionado en una mueca de desprecio - Solo eres otra bestia bajo mis pies. Ella me pertenecerá a mí. Drage rio, una risa breve y sombría que parecía oscurecer el mismo aire en la habitación. Dio un paso adelante, con cada músculo de su cuerpo tenso como una amenaza latente. - Inténtalo de nuevo y te prometo que no será tu deseo el que te lleve al infierno, Colton. Será el precio de tu vida. El general, aunque no dispuesto a dar su brazo a torcer, comenzó a retroceder y Drage, con una última mirada, pareció contenerse, a pesar del peligro que Colton aún representaba. El general sonrió con un destello de malicia en los ojos, sin ocultar su ambición. Sus palabras estaban llenas de veneno mientras miraba a Drage con descaro. - Tendrás que cuidar bien tu espalda, dragón - siseó, su voz reverberando en la habitación - Ahora que el famoso dragón n***o ha salido de su guarida, es cuestión de tiempo para que tu cabeza adorne mi salón. Seré más poderoso que ese estúpido emperador de Alcea que falló en matarte. Drage lo miró con una intensidad peligrosa. Su pecho subía y bajaba despacio, pero sus ojos no contenían un rastro de miedo, solo una calma casi sobrenatural que parecía descolocar al general. - ¿El emperador de Alcea? - murmuró Drage, con una nota de desdén en su voz - Él y tú comparten algo en común, entonces: la ilusión de poder. Pero te daré una advertencia, humano. Hay una línea entre lo que deseas y lo que puedes soportar. Traspásala y no quedará nada de ti. Colton lo miró, todavía con esa sonrisa burlona que comenzaba a perder fuerza, como si las palabras de Drage hubieran comenzado a infiltrarse en su mente, pero su ambición era más fuerte que la prudencia. Con una expresión de desafío, alzó la daga enjoyada que tenía en la mano y la apuntó hacia Drage. - Cuando mi estandarte esté levantado sobre tus cenizas, nadie cuestionará mi autoridad - dijo, sus palabras como una promesa oscura - No seré un cobarde como ese emperador. Yo acabaré con los dragones, y ella... - miró a Drage con una sonrisa sombría - ...me servirá de prueba y diversión. Drage sintió una oleada de furia recorrer su cuerpo, pero se mantuvo firme, su voz baja y peligrosa. - Mis hermanos y yo hemos escuchado esos juramentos antes - le dijo, cada palabra impregnada de un poder antiguo - Todos han caído. Y cuando te vea caer, te aseguro que recordarás cada palabra de esta noche. - Lo veremos, dragón...Pronto todos ustedes morirán... - ¿Tu contra todos los dragones? ¿No crees que eres muy ambicioso? - se burló Drage. - Somos más de los que crees. Pronto lo verás... - Tengo demasiados años para estos discursos vacíos...Ahórratelo. - le dijo retrocediendo hacia la ventana desplegando las alas en su espalda y poniendo un pie en el alfeizar para saltar. El descaro de Drage al darle la espalda, enfureció al general quien corrió con la daga levantada y la enterró en una de sus alas justo cuando el dragón iba a dar el paso. Drage rugió y saltó al vacío consciente de que el ala herida no iba a soportar su peso. Se había confiado...Bastardo. Cuando pensó que iba a caer al suelo, un rugido se escuchó en el aire y una mano lo atrapó. El elfo del dragón verde lo afirmaba mientras colgaba por el costado del dragón. - ¡Maestro! - le gritó - ¡Arriba! Con el envión del elfo, Drage subió al lomo de la bestia y con rapidez el dragón se alejó del palacio dejando a Colton mirándolos desde la ventana con una expresión extraña. - ¿Darren? - preguntó al elfo que tenía adelante. - Si, maestro. Soy Nigel, el centinela del dragón verde. - Mi compañera... - murmuró Drage inquieto. - El maestro Kavan la llevó a nuestra fortaleza...Thalias está con ella. El gran dragón verde giró la cabeza para observarlo y su expresión pareció preocupada. - Estoy bien - le dijo Drage - Me tomó por sorpresa... - el dragón gruñó varias veces y el hombre sonrió - 500 años de siesta pasan factura... - le dijo - No pasará de nuevo... Drage cerró los ojos dejando que el viento calmara su corazón. Ese cazador no los dejaría en paz...
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