Los caballeros con armaduras se movieron con rapidez, protegiendo al hombre que llevaba el mapa desenvainando las espadas listos para atacar confiados en sus destrezas y entrenamiento.
- Pfft - se rio el dragón avanzando fuera de la cámara para que lo vieran - ¿Creen que sus espadas podrían hacerme daño? - les preguntó con una ceja alzada - No creí que en todos estos años, los humanos se hubiesen vuelto estúpidos.
- ¡Bajen sus espadas! - gritó el hombre de mediana edad a los caballeros quienes cruzaban miradas con el dragón - No vinimos a pelear.
- ¡Habla, humano! Mi paciencia se acaba...- siseó - ¡Habla o los quemaré aquí mismo!
- Por favor, dragón n***o - suplicó - Te pido que me escuches...No hemos venido a hacerte daño...
- ¿Hacerme daño? Tú y tus humanos con esos mondadientes no podrían tocarme. He matado a cientos de ustedes...
- Eso lo sé...- le dijo el anciano haciendo señales para que los hombres bajaran las espadas - Conozco tu reputación, maestro dragón.
- ¿Cómo me llamaste? - preguntó sorprendido. No había escuchado ese título en 900 años.
- Permíteme presentarme, mi señor- le dijo inclinándose con educación - Soy Altheas, hijo de Glenn
- ¡¿Hijo de Glenn?! - exclamó - ¡Eres un humano! ¡No trates de engañarme! ¡¿Cómo conoces ese nombre?!
Su enojo y tono de voz amenazante hizo vibrar el lugar desprendiendo polvo y tierra del techo de roca.
- Maestro...- dijo inclinando la cabeza en señal de respeto - No me atrevería a mentirte con algo tan serio. Mi padre es un elfo y mi madre fue una humana. Tengo 150 años...
- ¡Estás mintiendo!
- No lo haría, mi señor - le dijo serio extendiendo un medallón de oro y joyas que el dragón reconoció. Era el símbolo de los centinelas.
- Deja que vea el reverso - ordenó y el hombre obedeció por lo que el poderoso dragón pudo ver el grabado en lenguaje antiguo con la palabra Glenn. Era de su centinela - ¿Qué le pasó al elfo? - preguntó.
Los elfos podían vivir casi tanto como los dragones siempre y cuando se mantuvieran conectados al atributo que los regía como el bosque o las montañas, en especial las que contenían piedras preciosas y carbón. Eran en extremo inteligentes y sus conocimientos en medicina y herbolaria eran muy apreciados. Habían sido consejeros de reyes y gobernantes antes de la Tregua.
- Es uno de los ancianos del consejo - dijo el hombre mayor - Sigue trabajando. Él fue quien nos envió.
- ¿A humanos? - preguntó el dragón - No le agradan los humanos, los detesta como yo. No puedo creer que se haya apareado con una humana y procreado un hijo...
- Mi madre era una alquimista. Conoció a Glenn cuando se le solicitó ayuda a los elfos por el brote de plaga en el Imperio. Conectaron a nivel intelectual o eso creo. Los elfos no son buenos con las emociones.
- Su inteligencia limita otras áreas - bromeó el dragón resoplando azufre por la nariz - Cómo híbrido no debe haber sido fácil para ti.
- No tengo señales élficas como las orejas o la piel blanca. Mi madre me crio en un pueblo que colindaba con el bosque. Conocí a Glenn cuando mi madre murió por la edad. Fue a presentar sus respetos, supongo.
- Ese elfo detesta a los humanos por mi culpa - le dijo Drage - No entiendo por qué los envió a ustedes a mi cueva. Por lo bajo debió pensar que les sacaría una pierna o un brazo ¿Tienen una mala relación padre - hijo? - se burló el dragón
- Digamos que tenemos relaciones consulares...Soy uno de los pocos humanos del imperio autorizados a entrar a la parte sagrada del bosque.
- No deberías sentirte tan orgulloso, humano - se burló el dragón - El imperio fue fundado por un traidor.
- ¡¿Cómo te atreves?! - exclamó un caballero avanzando de manera impulsiva hacia la bestia - No deberías hablar del primer emperador. Unificó a los pueblos dispersos y logró la paz en Lancea. Un poderoso domador de dragones que pudo matar al dragón.
- ¿Eso es lo que les enseñan? - preguntó sorprendido - Que conveniente...El bastardo hasta contó su propia versión.
- ¿De qué hablas? - preguntó el joven enojado al ser sujetado por sus compañeros.
- El poderoso emperador del que hablas solo fue un mentiroso y cobarde - gruñó Drage molesto - Uso la lealtad de una amistad para su ambición y deseos egoístas.
- ¿Cómo puedes hablar tan a la ligera del emperador?
- Porque lo conocí - soltó de pronto Drage frustrado - No vas a decirme algo distinto a lo que vi con mis propios ojos, humano.
La expresión de sorpresa de los caballeros fue explícita e hizo reír al dragón.
- Tu emperador sólo fue un bastardo ambicioso, deseoso de poder. Engañó a alguien que lo consideraba su amigo, su familia y ni siquiera le importó lo que él pensara - exclamó molesto - ¡No hablen de ese maldito delante de mi! - Golpeó el suelo con la cola y balanceó las alas frustrado.
- ¡Basta, Sir Robert! ¡Cierra la boca! - gritó el anciano tratando de calmar los ánimos - Me disculpo por el caballero. Por favor, te lo suplico maestro. Escucha lo que tengo que decir.
- ¿Por qué debería escucharte? Desde que me crucé con tu r**a sólo me han dado problemas. No volveré a caer en sus estúpidas palabras.
- Vengo como consejero de los humanos, pero no soy totalmente uno de ellos - dijo el anciano - Te doy mi palabra de que mis dichos son ciertos. Sabes que los elfos no pueden mentir o la sangre oscura saldrá por nuestros ojos.
El dragón lo observó con cuidado. Eso era cierto. Los elfos no mentían en ninguna circunstancia debido a la rigurosidad de sus principios y valores. A veces eran considerados impertinentes sólo por el hecho de decir lo que pensaban sin cuidado al no ser empáticos como otras razas. Si un elfo mentía, de sus ojos comenzaban a caer lágrimas oscuras que reflejaban su dolor al no ser consecuentes consigo mismo.
- Habla, te escucharé por respeto a tu padre...Si los otros humanos vuelven a mencionar al emperador los destrozaré - advirtió
- Lo han entendido, mi señor - dijo lanzando una mirada de advertencia a los caballeros tras él quienes se miraron entre sí - Te pido disculpas. Son jóvenes e impulsivos.
- Eso no les da el derecho a ser irrespetuosos en mis dominios. Esta es mi cueva.
- Lo siento, mi señor...- le dijo acercándose para extender un mapa antiguo sobre la superficie de los escalones cerca del rostro del dragón - Este mapa nos trajo hasta aquí ¿Reconoce la marca?
Drage alzó la ceja sorprendido. En la esquina superior derecha de un viejo mapa, estaba la marca de su escama roja ¿Cómo la habían obtenido? La última vez que tomó su forma humana fue la noche en la que Dylan lo apuñaló y la desgarró de su pecho.
Con un movimiento, inquieto, retrocedió un paso antes de mirar al hombre y decir.
- Esa es mi marca...