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2024 Words
La Fortaleza Verde El cielo comenzaba a teñirse de un color pálido cuando el dragón verde se acercó a la fortaleza oculta en la ladera de la montaña. Sus enormes alas cortaban el aire en un vuelo firme y silencioso y el murmullo del viento parecía fundirse con el susurro de las hojas al ser agitadas. Desde la altura, la fortaleza parecía casi invisible, como una extensión natural del paisaje que la rodeaba. Los muros eran del mismo tono terroso de la montaña y la piedra, desgastada con partes cubiertas de musgo, trataba de parecer una formación natural más que una estructura construida por el hombre. A medida que descendía, el dragón verde batió las alas más lentamente, reduciendo la velocidad con precisión. Los árboles circundantes eran altos y antiguos y sus copas parecían un manto que casi rozaba las murallas de la fortaleza. Sus gruesos troncos y ramas extendidas ofrecían una protección adicional, un velo natural que mantenía oculta la fortaleza de las miradas no deseadas. Solo aquellos que conocían el camino o eran guiados por el dragón podrían haberla encontrado entre los pliegues de aquella montaña. Con una última inclinación, el dragón verde descendió hasta posarse en una saliente frente a la entrada. El suelo tembló ligeramente bajo su peso y el sonido de las hojas fue reemplazado por un profundo silencio, como si el bosque entero contuviera la respiración. Los elfos que aguardaban su llegada avanzaron con pasos sigilosos, reverenciando la presencia del dragón. De su lomo, el jinete elfo descendió ágilmente, saludando a los otros centinelas con una inclinación respetuosa. - La fortaleza está preparada para recibirlos. - dijo Colin familiarizado con el lugar con la voz baja y respetuosa. Miró a Drage, quien había estado en silencio durante el viaje y ahora, haciéndole una seña hacia la entrada para que los siguiera. Drage observó el lugar con una mezcla de cautela y admiración. La fortaleza parecía fundirse con la montaña misma; incluso las torres más altas apenas se distinguían de las rocas y árboles que las rodeaban. Aquella arquitectura, unida a la naturaleza, daba una sensación de paz y fuerza contenida. - Un escondite digno de una leyenda. - murmuró Darren, dejando que sus alas descansaran a su costado mientras cambiaba a su forma humana, sin poder ocultar el orgullo que le producía aquella fortaleza camuflada. - Es un gusto conocerte, hermano mayor... - le dijo a su lado. - Gracias por llegar a tiempo... - le dijo Drage. - Kavan nos avisó que saliste de la habitación a buscar a tu compañera...Si ella estaba en peligro, no ibas a detenerte... Mi fortaleza es la más cercana a Sax y fui para ayudar. - Lo agradezco, Darren... - le dijo Drage poniendo la mano en el pecho donde estaba la herida como si estuviera acalambrado. - Entremos para tratar esas heridas... - le dijo guiándole al interior seguidos por Colin, Nigel y Thalias. Sin demorar, avanzaron hacia la entrada, una puerta grande y reforzada que se abría hacia un amplio corredor de piedra. El ambiente dentro de la fortaleza estaba impregnado de aromas de tierra y madera envejecida y la luz se filtraba a través de las ventanas en lo alto, creando haces de luz que atravesaban el polvo en el aire. A medida que caminaban por el corredor, Drage sintió cómo el peso de las paredes lo envolvía, como si la fortaleza misma intentara protegerlos del mundo exterior. Por un momento, el agotamiento de la reciente batalla y de los desafíos que se avecinaban parecía disiparse, reemplazado por una calma cautelosa que le permitía recuperar fuerzas. El jinete elfo, que había guiado el vuelo del dragón verde, se acercó a Drage y sus compañeros con una expresión seria. - Hemos dispuesto un lugar para descansar y recuperar energías antes de la reunión. - le dijo señalando una escalera de piedra que ascendía en espiral - Su compañera lo espera en el ala oeste. Aquí estarán a salvo. - El es mi centinela Nigel, Drage - le dijo Darren al tiempo que el elfo se inclinaba ante él - Ayudará en lo que necesites. Drage asintió, agradecido por la cortesía de los elfos y por la sensación de seguridad que la fortaleza ofrecía. La inquietud que había sentido desde el encuentro con Colton aún persistía, pero en ese lugar se diluía, reemplazada por la esperanza de que, al menos por el momento, Leoni y él estaban protegidos. El dragón subió las escaleras siguiendo al elfo hasta unas grandes puertas talladas. Cuando las puertas de la habitación se abrieron con un suave chirrido, revelaron el interior decorado con maderas oscuras y cortinas de un rico tono verde que se asemejaba a la selva que rodeaba la fortaleza. La luz tenue de las antorchas parpadeaba en las paredes, proyectando sombras danzantes que parecían cobrar vida. Kavan estaba de pie junto a Leoni, intentando calmarla con una expresión comprensiva en su rostro. Sin embargo, su preocupación y frustración era evidente. - Debes quedarte aquí - le decía Kavan, gesticulando con las manos - Drage está a salvo. Darren está con él. No puedes regresar ahora. Leoni, con el rostro pálido y los ojos llenos de determinación, sacudía la cabeza en desacuerdo. Su cabello castaño enmarcaba su rostro y su mirada ardía con una mezcla de ansiedad y una intensa necesidad de estar con su compañero. - No puedo quedarme aquí - respondió con la voz temblorosa - Necesito saber que está bien. ¡No me voy a quedar a esperar! En ese instante, Drage apareció en el umbral, su figura imponente iluminada por la luz que se filtraba. El corazón de Leoni se detuvo al verlo, un torrente de alivio y alegría inunda su pecho. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él, atravesando la habitación en pasos apresurados. - ¡Drage! - exclamó, arrojándose en sus brazos con una fuerza que sorprendió incluso a su compañero. El dragón la envolvió con su enorme brazo, sintiendo el calor de su cuerpo y el latido acelerado de su corazón. Sin embargo, al instante, el alivio se transformó en dolor. Drage sintió una punzada en el pecho al sentirla tan cerca. Se había olvidado del dolor de las heridas, pero el roce de su cuerpo contra el suyo lo trajo de vuelta a la realidad. Leoni lo miró con preocupación cuando se separó, sus manos temblorosas tocando su pecho. Su mirada bajó y pudo ver la herida que se había hecho en la pelea, una marca oscura y enrojecida que atravesaba su camisa. - ¡Estás herido! - susurró y su voz temblaba, cargada de una mezcla de temor y determinación - Debes sentarte. Necesito revisar la herida. - No, Leoni... - dijo Drage, dudando. La idea de que ella pudiera tocarlo en ese estado lo incomodaba. No porque no quisiera su ayuda, sino porque había una parte de él que quería protegerla de la oscuridad que a veces lo rodeaba. Sin embargo, su cuerpo estaba agotado y lo último que deseaba era ser una carga para ella. Además, estaban las heridas en el torso y la de la escama perdida. Si ella las veía podía asustarla. Kavan intervino, observando la interacción entre ellos con una mezcla de admiración y preocupación y Drage lo miró como si quisiera golpearlo. - Deja que te ayude, Drage. Ella sabe lo que hace. Leoni lo miró con firmeza con los ojos brillantes llenos de convicción. - Por favor, solo siéntate - le pidió, con una suavidad que contrastaba con su insistencia - Quiero asegurarme de que estés bien. Drage la observó un momento, luchando contra la guerra interna que se libraba en su corazón. No podía negarle eso, no después de todo lo que habían enfrentado juntos. Finalmente, asintió, cediendo a la insistencia de Leoni. Se acercó a la cama y se sentó en el borde, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en su cuerpo. Leoni se inclinó frente a él, sus dedos suaves y delicados se movieron hacia su camisa, desabrochando cuidadosamente la tela para exponer la herida. Ella lo miró a los ojos, buscando su permiso y Drage asintió, sintiéndose vulnerable bajo su mirada intensa. A medida que sus manos tocaban su piel, Drage sintió que una oleada de energía recorría su cuerpo. La calidez de su toque era reconfortante y por un momento, todo lo que había pasado se desvaneció. Leoni estaba allí, y eso era suficiente. Con cada toque el pecho de Drage subía y bajaba conteniendo la respiración consciente de su compañera, pero también los presentes. Tenía que controlarse. - No debería haberte dejado sola - murmuró, sus palabras casi un susurro. La culpa lo invadía, la idea de que su herida podría haberla puesto en peligro lo llenaba de angustia. - No hables así. Yo elegí quedarme esperar el momento oportuno - respondió Leoni, sus ojos fijos en la herida mientras sus dedos exploraban la piel alrededor de ella, con cuidado de no ejercer demasiada presión, pero vio la herida mal cerrada de la marca - Tu marca...Está rasgada - murmuró - Es la mía... - Somos compañeros... - soltó Drage con cuidado. Leoni levantó la mirada hacia él perdida en sus ojos. - ¿El general dijo la verdad? - Si...- murmuró Drage con intensidad cargada en esa palabra. Darren miró a Kavan y suspiró. Era un momento tan intenso que no supo que hacer y fue mayor su confusión cuando Leoni le quitó la camisa a Drage y la herida de la marca se mostró frente a ellos. - ¡La escama! - exclamó acercándose - ¡Demonios! ¡No está! - Tranquilo, Darren. - pidió Drage - La asustarás... - ¡¿Cómo quieres que me quede tranquilo si no tienes tu escama del corazón?! ¡Podrías morir! - La perdí hace 500 años y no he muerto, hermano...- aclaró Drage. - ¿Cómo es posible? - preguntó Kavan incrédulo. - No lo sé...- dijo Drage - ¿Pueden dejar de mirarme así? No voy a morir... - ¿Es una escama roja? - preguntó Leoni y Drage asintió - Yo la tengo, la tenía... Padre me la entregó. - ¿Dónde está? Si podemos regresarla a tu cuerpo...- comenzó a decir Kavan casi hiperventilando. - No es necesario... - aclaró Drage - La tiene mi compañera... - ¿Entonces? - preguntó el dragón azul confundido. - Se fusionó con ella. Por eso puedo sentirla... - explicó - Cuando...ya saben...la recuperaré. El rostro de Drage se sonrojó y sus hermanos comprendieron las implicancias y también se sonrojaron confundiendo aún más a Leoni. - ¿Cuándo qué...? . preguntó la joven y todos los varones desviaron la mirada para evitar responder cuando ella los miró y su compañero tuvo que contestar. - Como compañeros debemos...- carraspeó, avergonzado - ya sabes...unir nuestros cuerpos para consumar el vínculo. La boca de Leoni se abrió y se cerró desconcertada y luego los colores le subieron al rostro al comprender. - Oh... - pudo decir y Drage se cubrió la cara con una mano, avergonzado. - No debes preocuparte.- le dijo - Puedo esperar, tranquila...No te presionaré... Drage balbuceaba nervioso tratando de calmarla, pero la expresión de los elfos centinelas se hizo sombría. - Maestro... - advirtió Thalias desde su lugar, pero Drage se giró con una expresión amenazante. - Dije que puedo esperar... - gruñó haciendo que los elfos bajaran la cabeza. - Te daremos tiempo, hermano... - le dijo Darren con calma haciendo un gesto a los demás para que salieran - Hay agua y paños para limpiar tus heridas. Hablaremos más tarde. - Gracias, hermano - le dijo el joven observándolos salir. Cuando estuvieron solos, el dragón le sonrió a la joven. - ¿Puedes ayudarme a limpiarme? - le preguntó y la joven asintió en silencio tomando la fuente para ayudarlo sin dejar de preguntarse que es lo que pasaría si esperaban. Drage cerró los ojos un momento, permitiendo que su mente se tranquilizara mientras sentía el roce de sus manos en cada corte. Lo que no vio fue la expresión decidida de su compañera por averiguar que estaba pasando.
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