Capituló 37.
Gabriel se encontraba en un trance por la noticia. No procesaba la información que la joven dio.
Su cerebro comenzó a hacer cortocircuitos intentando aceptar, la nueva sorpresa. Sus ojos se conectaron con los de Amalia, quien le suplicaba que hablara, ya que ella no tenía el valor de decirle a Lucia, o a Ángel, que el bebé que esperaba es de Gabriel.
Angie la abrazo después de un buen tiempo. —¡Voy a ser tía! —La castaña olvidó por completo su pregunta, olvidó que quería saber quién era el idiota que embarazo a su amiga.
—Cariño, déjala respirar. —Lucia trato de separar a su hija de Lía. —Amalia, ¿estás segura de que estás embarazada?, sé que esa prueba dice positivo, pero hay posibilidad que no sea cien por ciento segura.
—No lo sé. —Amalia calmo su llanto por un momento, tenía una pequeña esperanza que la prueba estuviera errónea. —¿puede estar mal? —Preguntó.
—No estoy segura, ¿te gustaría acerté una de sangre?, para quitarnos la duda.
Lía asintió con un movimiento de cabeza. —¡Lo siento! —Su cara se arrugó anunciando que su llanto aún no cesaba.
—¡Oh!, tranquila mi niña, no hay nada de que temer. Estamos aquí para ti, no estás sola, ¿lo sabes?
—Así es Lía, ella o él tendrá una tía que lo o la protegerá. —Lucia tomo a Lía y la encamino a la sala donde todos se reunieron olvidando el pastel.
Por alguna razón Gabriel decidió estar lejos de todos, talvez temor a lo que su padre le haría cuando se diera cuenta de la verdad.
Ángel se acomodó a un lado de su esposa, tomo la mano de Lía y le dio una sonrisa. —No soy el indicado para juzgarte ni juzgar al joven padre del bebé, yo tampoco me protegí.
—Si bien recuerdo, no querías ser padre tan joven. —Le dijo su esposa mirándolo de reojo.
Ángel sonrió avergonzado, era verdad que al principio, cuando su esposa entonces solo era su mujer, él no aceptaba el hecho de que ella estuviera embarazada, ya que él deseaba estudiar y tener una carrera.
—Te pedí perdón amor, me llené de miedo. Ahora me arrepiento del sufrimiento que te cause en ese tiempo. —Lucia se dejó caer en el pecho de su esposo, sintiendo como el corazón de él latía cerro los ojos.
Gabriel se debatía en sí decirle a su padre sobre que él también tenía miedo, aún era un niño de catorce años con sueños.
—Pero mamá, qué tal si la prueba de sangre sale negativa.
—Entonces Lía tendrá que cuidarse para la próxima.
—Mejor que no haya una próxima. —Interrumpió Ángel. —Si estás embarazada, espero que esto le quede como experiencia a Angie. —Sin soltar la mano de Lía llamo a su hija. —No es que no quiera que tengan pareja, solo deseó que disfruten más de su juventud, que estudien, que se preparen. Un bebé es lo más hermoso, pero al mismo tiempo son caros, lloran, cagan y vuelven a llorar.
Lucía golpeo a su esposo, quien comenzó a reír por la cara que ella le hizo. —Bueno, tendrás que volver a limpiar y a gastar. Así que comienza a horrar.
—¿Qué eso no lo tendría que hacer el padre que le ayudo a hacerlo?
Pregunto Ángel frunciendo en entrecejo.
—Así es, pero yo no estoy hablando del bebé de Lía.
—¿Entonces? —Pregunto la castaña. —¿mamá? —A la castaña se le encendió una luz, miraba a su padre que aún procesaba las palabras de su madre.
—¡Por Dios, papá!, ¿en verdad no entendiste?
—¿Qué es lo que hay que entender?
Angie se golpeó la frente, se puso de pie y abrazo a su madre. —¿en verdad estás embarazada?
Lucia sonrió mostrando todos los dientes. —Al principio pensé que solo era uno atrasó, desde que tuve a tu hermano no deje de cuidarme, por el hecho que fue un parto difícil. Al dejar de tomar las pastillas comencé a ser irregular, así que no le tome mucha importancia.
Ángel miraba a su esposa en un estado de incredulidad, si la noticia de Amalia lo había impactado saber que sería padre lo dejaba perturbado.
Ángel cayó de espaldas al sillón llamando la atención de todos.
—¡¿Ángel?!
—¡¿Papá?!
Lo llamaron madre e hija, la castaña se acercó asegurándose que solo estuviera fingiendo un desmayo.
—Lo mataste.
Por fin hablo la señora Margaret, quien estaba junto a Liam como espectadores de todo el drama. El joven de ojos hermosos observaba, calculaba, indagaba y al final concluyo que el rostro y la actitud de Gabriel guardaba la verdad de lo que estaba pasando.
Las miradas que Lía le daba al joven pelinegro confirmaban su teoría.
“Lía y Gabriel, era de esperar”
—¡¿Cariño?! —Lo llamaba Lucia.
—¿No estás mintiendo? —Ángel se volvió a sentar asustando a su esposa, quien pego un grito.
—No. —Logro contestar ella, ya que su esposo la tomo entre sus brazos, tomo impulso para ponerse de pie aun con ella en sus brazos, dio una vuelta llena de felicidad.
—¿Voy a hacer papá de nuevo? —Se alejó un poco de su esposa e hizo la pregunta queriendo confirmar nuevamente, para Ángel era una excelente noticia, una que le alegraba su corazón y lo llenaba de júbilo.
—¡Voy a hacer tía y tendré un hermanito!, ¡bueno, puede que sea niña!
—¿No te alegra la noticia Gabriel?
Pregunto Lucia a su hijo, quien se encontraba de pie lejos de todos, Gabriel pensaba en lo que su padre le haría, en lo que su padre le diría.
Miraba a Amalia en ese estado de tristeza y a pesar de que ellos se mostraban felices apoyándola, aún no sabían el nombre del padre del bebé.
—¿Qué le harás?
Es lo único que salió de los labios de Gabriel.
Angie abrazaba a su amiga feliz de las dos noticias, Amalia estaba helada, y por dentro temblaba de miedo, su cabeza era un caos a causa de lo que sucedería a continuación.
—¿Cómo fue? —Pregunto su padre sin saber a qué se refería su hijo.
—¿Qué le harás al papá del bebé de Lía?
Angie giró la cabeza en dirección a su hermano.
—Eso depende. Si el desgraciado no se hace cargo lo castramos y luego lo enterramos en el corredor.
—¡Angie! —La reprendió su madre.
—Me gustaría decirte que le daría una paliza para hacerle funcionar la cabeza, sin embargo, yo también cometí el error de no protegerme. Si Lía me lo permite me gustaría hablar con él.
—¡Oh no! Yo no pienso arreglar esto con palabras. —La castaña apretó sus puños haciendo sonar sus huesos.
—¡Angie! —Volvió su madre a dirigirse a ella.
—¿Qué? —La joven hizo un puchero acomodándose en el hombro de su amiga. —Tengo que dejarle claro que ese bebé tendrá una tía que lo defenderá.
—Es gracioso, porque sí eres la tía de sangre.
La castaña levantó la cabeza mirando a su amiga, quien agacho la cabeza dejando salir las lágrimas.
Ángel estaba estupefacto. —¿Qué has dicho? —no estaba seguro de lo que había escuchado.
—Gabriel no. —Pidió Amalia avergonzada.
—¿En serio, Amalia?, ¿te acostaste con mi hermano? — La castaña se puso de pie un tanto molesto. —Solo tiene catorce años. Catorce años. ¿Cuántos tienes tú?, se supone que aquí la mayor y madura deberías ser tú.
—Angie Lizeth, fue suficiente. —Le hablo su madre. —Puede que Gabriel tenga catorce, eso no quita que él no sea consciente de lo que hacía. —Le dijo su madre.
—¿Es como te educamos? —Le pregunto Ángel sin saber cómo se sentía. —¿Acaso es la educación que tu madre y yo te dimos? —Pregunto con moderación.
—¡Papá!
—¿En qué estaban pensando?, no pensaron en las consecuencias.
—Ángel, amor. —Lucia lo llamo colocando una mano en su pecho. —No eres el indicado para juzgar, lo recuerdas.
—Lucia solo tiene catorce años.
—Es lo que yo dije. —Susurro la castaña.
—Solo catorce años nosotros teníamos más de 20 y aun así me sentía joven, inexperto y con miedo.
—Lo siento sí. Siento que solo tenga catorce años, que no tenga idea de lo que hacía, que tengo miedo, y que no quiera esto. —Grito Gabriel casi llorando apuntando a Amalia.
—¿Esto? —Amalia se sintió ofendida, su corazón se volvió a partir en más pedazos. —Somos personas, no cosas.
—Gabriel, no porque estés asustado y te excuses con tu edad, te da el derecho de hablarle así a Lía. Tu padre tiene razón, no es la manera en la que te educamos, así que te pido respeto hacia ella y te exijo que le pidas perdón por tu comportamiento.
Lucia coloco las manos en su cintura, se paró firme frente a su hijo, que a pesar de su corta edad le pasaba.
—No voy a permitir que la trates mal, cuando eres muy culpable como ella. En esta casa se ha conversado sobre lo que está bien y lo que está mal. Le hemos dado la confianza para hablar. Les permitimos explorar mientras conocieran las consecuencias de lo que conlleva sus actos.
Se habló sobre lo que sucede al tener relaciones sexuales. En su escuela tienen orientación para la vida, no pueden decir que no lo sabían.
Entiendo que tengas miedo, pero te has puesto a pensar cómo se siente Lía, ¡por supuesto que no!
Lucia se sintió identificada con la joven, ya que ella pasó lo mismo con su esposo. —Te diré una cosa Gabriel, esto como tú lo llamas. —Apunto a Lía. —Pasará nueve meses donde sufrirá cambios en su cuerpo, mientras que tú solo tendrás la responsabilidad de cumplir sus antojos. Esto, como tú lo llamas, pasara noches en velas con cambios de humor que ni ella se los aguantara, mientras que tú seguirás durmiendo como si nada.
No creo que ella quisiera estar embarazada, así que te me comportas, la respetas, y te haces cargo.
Angie y Ángel se quedaron sorprendidos por la actitud de Lucia, era la única que tomo las cosas con calma, no como ellos que desde un principio querían salir a patear un trasero que ni siquiera era necesario ir tan lejos.
En ese momento, Lucia se convirtió en una defensora para Lía, no por el hecho de que la viera como la inocente, sino porque ella es mujer y ya paso por esa situación.
Lucia inhalo profundo y luego exhalo. —Lía mañana te llevaré hacer una prueba de sangre, aunque lo más seguro es que esa prueba no esté equivocada, deseó pensar que sí.
Amalia aún tenía la cabeza apuntando al suelo, sentía que les había faltado al respeto a las personas que le dieron la mano.
Asintió sin siquiera levantar la cabeza, Gabriel no dijo ni una sola palabra, se giró y salió a su cuarto.
—Hablaré con él. — Dijo Ángel saliendo detrás de su hijo.
—Lo siento tanto. —Susurro Amalia limpiando sus lágrimas.
—No te disculpes cariño, como mujeres nos entregamos siempre por amor.
La castaña le dio una mirada a Liam con las mejillas sonrojadas, el joven sonrió negando sabiendo lo que ella deseaba.
—¿Quieres a mi hijo?, ¿no es así?
Lía asintió. —Está bien Lía, todo estará bien.
—¡aún no lo creo! —Dijo la castaña emocionada. —Seré tía y hermana de nuevo.
Lucia comenzó a reír —Voy a hacer abuela y mamá. Tú serás madre y tendrás un hermano.
Amalia por fin dejo salir una sonrisa.
—Nieto y tataranieto. — hablo la señora Margaret.
Angie tomó a su amiga, la abrazo demostrándole que no estaba sola. —Con mi hermano, ¿Qué le viste?
Al final Angie comenzó a planear la vida de los futuros integrantes de la familia. Amalia comenzó a soltar el miedo, al final del día esa familia siempre le mostraba lo grandiosos que eran.
Pensar que terminaría en la calle era uno de sus más grandes aflicciones, no sabía qué pasaría entre ella y Gabriel, puesto que el niño mostró que no quería el bebé.
La señora Margaret comenzó a contar historias, así como su esposo solía contarlas a Ángel.
El pastel fue devorado por todos, al final de todo el llanto, de la angustia y la felicidad, de los enojos y todas las emociones, del pastel no quedo ni migajas para botar.
Ángel miraba a su esposa desde el marco de la puerta, su amor hacia ella no había disminuido, al contrario, crecía con cada día.
Liam no quitaba la vista de la castaña, la sonrisa de ella iluminaba la habitación, sus carcajadas eran una melodía que llegaba a su corazón.
—Es hermosa. —Susurraron los hombres para sí mismos sin ser escuchados por aquellas mujeres que disfrutaban del momento.
Liam se dejó llevar, así como se lo sugirió Lucia, estaba seguro de que la extrañaría. En los últimos días, la conocía mucho mejor, no solo en como disfrutaba pasar con su familia, su rutina diaria, conocía sus miedos.
Sabía que la hacía enojar, que odia de sí misma, no solo su cuerpo desnudo que debes en cuando lo recordaba para auto complacerse.
Conocía cada cicatriz en él, cada lunar, cada mancha, ese tiempo junto a ella le ayudo a entender que, a pesar de huir del amor, él siempre llega cuando menos te lo esperas.