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Castaña

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Blurb

Me enamoré

de quien no imaginaba.

de quien no esperaba y

de quien no estaba buscando.

desde ese momento aprendí

que el amor no se elije.

Es él quien nos elije a nosotros.

—Estoy perdido – dijo en voz alta

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Capítulo 1
¿Alguna vez se han enamorado a primera vista?. «DICEN QUE CUANDO NOS ENAMORAMOS DE UNA PERSONA A PRIMERA VISTA, ES PORQUE ESTA PERSONA FUE NUESTRO AMOR EN OTRA VIDA». Una castaña de ojos color miel se encuentra en un huerto, cantando aquella canción que su madre cantaba al cocinar, una de tantas canciones que le dedicó su padre, esa canción que demostraba lo enamorados que estaban. “Lo enamorados que están, porque ellos siguen enamorados” Podía pasar días, meses, años y ellos se mirarían con el mismo amor. Era un sábado común como siempre, ella se dedicaba a cuidar del huerto, su abuela estaba muy vieja y ya no tenía las fuerzas para salir a dar un paseo, los años se reflejaban en su andar, la melancolía se reflejaba en sus ojos, pero estaba llena de amor en su corazón. La castaña caminó hacia la casa, a lo lejos vio aquella viejecita, que tenía la mirada triste y perdida. Cuando sus ojos chocaron con los de ella, una sonrisa se formó en aquel rostro arrugado, eso no impedía ver esa sonrisa tan dulce. “Dulce como el algodón de azúcar” Así es dulce como el algodón de azúcar, la castaña llegó hasta el corredor de la casa y se sentó junto a su abuela. —Preparamos la cena, tu padre no tardará en llegar. — Le dice su abuela poniendo la mano sobre la pierna de la castaña con pequeñas palma ditas. —¿Sopa de verduras?, la favorita de mi padre, esta mañana traje unas del huerto — habla mientras ayuda a su abuela a ponerse de pie para entrar a la casa. La abuela se encuentra en la sala viendo su programa favorito, la castaña prepara la cena escuchando música y bailando, como siempre lo sabe hacer. Mientras la música está a todo volumen en sus audífonos, no se percata que un auto llegó, ella sigue bailando preparando la cena haciendo tortillas y esperando que las verduras estén blanditas, ya que ese sería el punto exacto para decir que la cena está lista. La puerta se abre dejando a la vista a cuatro personas, ella no se da cuenta, por el hecho de que está de espalda bailando una bachata. La castaña es tocada por el hombro haciendo que sé dé vuelta para ver los cuatro pares de ojos que la observan con una gran sonrisa, solo tres de ellos para ser exacta. —Mamá. — grita sin quitarse los audífonos abrazando aquella mujer de ojos oscuro cabello n***o. Su madre le quita los audífonos, con los ojos entre cerrados. — no grites princesa, me dejarás sorda. Todos comienzan a reír menos una persona que la mira de una manera muy distinta. Con curiosidad. Mira en otra dirección evitando la mirada de la castaña, aunque trate de evitarla, sus ojos vuelven a ella. —Hola mi castaña. —Dice un hombre castaño de ojos color miel igual que ella. Se dan un fuerte abrazo. —¿Dónde está tu hermano? Vuelve abrazarla con fuerza depositando un beso en su frente. —En su cuarto, está dormido, hoy le tocó más pesado, Julián no trabajo hoy. — dijo la castaña retomando lo que hacía antes que sus padres llegaran con aquellos desconocidos. —Raúl, Liam está bailarina, es mi hija Angie. —Hablo el padre muy orgulloso de presentarla con una sonrisa, viendo como su hija niega con la cabeza por la manera en la que la presento. Lava sus manos que están llenas de masa y los saluda con un apretón de mano para volver a retomar lo que hacía. —Tomen asiento, están en su casa. —Les dice la mujer llevándolos al comedor. —¿Cómo les va?. — se escucha una voz en el marco de la entrada a la cocina. —Hola mamá, muy bien, ¿tú, cómo estás?. — le dice el castaño a la viejecita, lo abraza con mucho amor. —Todavía sigo respirando mi niño. —Respondió la viejita dando unas palma ditas en la mejilla del castaño. Ocultando la tristeza en sus ojos, siguió sonriendo para él. —Mamá te presento a Raúl. —Los dos se acercaron al comedor donde estaba los dos desconocidos. — Él es Liam, su hijo. —Hola mucho gusto. — Saludo el hombre llamado Raúl extendiendo su mano. —En esta casa no se permite esos saludos tan formales.— La viejecita jalo al hombre dándole un abrazo que él no lo rechazo, lo hizo sentir cálido. Y es qué, ¿Quién podría rechazar un abrazo?, más si se trata de una persona mayor. Se acercó al joven e hizo lo mismo, él tampoco la rechazo y la abrazo provocando un sentimiento que era nuevo para él. Sentimiento nuevo o tal vez viejo no estaba seguro de aver sentido algo así en su vida. Busco en sus recuerdos en esos que tenía con su madre, pero este sentimiento era distinto. Esa señora le hizo sentir apreciado y eso que es la primera vez que la ve. Los demás rieron por la actitud de la viejita, ella siempre ha sido tan amorosa, en su corazón solo hay bondad. —Eres muy guapo muchacho. —le dice provocando que sus mejillas se tornaran rojas y que los presentes sonrieron más por el atrevimiento de ella. —¿De qué me perdí?. —dice la voz de un niño provocando que todos volteen a ver. —hola mamá, hola papá. — saluda a sus padres que lo abrazan. —Él es Gabriel —los presento a padre e hijo. —Bueno, ya que están todos y que la cena está lista ¿Qué tal si nos acomodamos?.—Interrumpió la castaña llamando la atención de todos. La madre ayuda a su hija a servir los platos mientras que los que están en la mesa platican, la verdad es que solo escuchan las palabras que salen de la viejecita. —¿Cómo está la abuela?. —pregunta la madre susurrando. —Igual que siempre mamá, lo extraña mucho. —Todos lo extrañamos. —le da un beso en la frente. — Pero es el ciclo de la vida. Las dos terminan de preparar los platos y se sientan con los demás en la mesa que es solo para seis, haciendo que ella se pegue más a su abuela, quedando en medio de ella y su hermano, frente a Raúl y Liam. La castaña clava sus ojos hacia aquel chico llamado Liam que en efectivo es muy guapo. Recorre su rostro disimuladamente, un chico de cabello rubio oscuro, con heterocromía, su ojo derecho era verde y el izquierdo azul tenía algunos golpes en el rostro que estaban desapareciendo, labios carnosos que le hicieron desear probarlos. Sacudió sus pensamientos que en ese momento le provocaron sensaciones nuevas, sonríe por el pensamiento de querer saborear al chico frente a ella. —¿Entonces?. —pregunta el padre a sus hijos. —¿Cómo va el huerto y la granja?. —La castaña sale de su imaginación para responder a su padre. —Igual que siempre papá —dicen los dos al mismo tiempo. —¿Cómo están ustedes?. —Igual que siempre papá — los dos hermanos se voltean a ver y una sonrisa se forma, en los rostros de ambos —¿Se pusieron de acuerdo?. —pregunta esta vez la mamá. —Igual que siempre mamá. —los dos hermanos comienzan a reír, no se habían puesto de acuerdo, pero los dos tenían mucho en común, no es que pensaran lo mismo, tal vez fue pura coincidencia o solo estaban conectados por ser hermanos. Aunque ella era mayor cuatro años, él era más alto y cuidaba de ella como si fuera ella menor. Los demás también se unieron a las risas, excepto Liam que parecía incómodo. El castaño notó al chico, se percató de su incomodidad; sin embargo, en su mente solo pensó que tenía que acostumbrarse. Era el trato que hizo Liam con su esposa Lucía, solo estaría un tiempo para que recapacitara sobre su comportamiento. Liam no tenía idea de que pasaría en ese tiempo, en el fondo comenzó a sentir un mal presentimiento que fue sustituido por el rostro de Angie o Castaña como todos la llamaban.

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