Capítulo 33

2237 Words
Amalia se despertó con un dolor entre sus piernas, sintió una pulsada en su cabeza, síntomas de la cruda. Lucho en recordar que había sucedido, solo necesito abrir los ojos para darse cuenta de que se encontraba en la cama de Gabriel sin ropa. ¿Qué estupidez había cometido?. ¿A caso no pensó en las consecuencias?. Se tapó la boca avergonzada, el alcohol te hace cometer estupidez, recordó que alguna vez alguien se lo dije, ella cometió una estupidez mientras tenía el alcohol en su cuerpo. Salió de la cama buscando su ropa. “¿Qué hice?”, se preguntaba una y otra vez. “Dios, Gabriel, ¿qué hicimos?.” Después de colocarse la ropa salió del cuarto hacia el de la castaña, entro con cuidado de no hacer ruido, para la mala suerte que ella poseía, la habitación se encontraba sola. “¿dónde está la castaña?”, tomo una toalla y se dirigió al baño, necesitaba limpiar su cuerpo, ya que la sentía pegajosa. El dolor se sentía menos con el agua tibia, al contrario de sus pensamientos, estos comenzaron a taladrar con fuerza. Lloro en silencio, estaba arrepentida, no recordaba como es que termino en la cama de Gabriel, su mejor amiga la iba a matar si se daba cuenta, al menos eso es lo que ella pensaba. Lo hecho, hecho estaba, ya no lograba retroceder el tiempo atrás, no conseguía alterar lo que paso esa noche. Liam sentía el cuerpo entumecido, Angie no quería entrar a la casa y lepidio ver el amanecer junto a ella. Él aceptó al ver en el estado que ella se encontraba apenas cumplió los dieciocho y ya estaba festejando con bebida alcohólica, no la juzgaba, él comenzó a temprana edad. Acariciaba sus rizos mientras miraba las pestañas largas y rizadas. —¿Qué me has hecho?. — Pregunto depositando un beso en la frente. —No quiero irme, pero debo hacer esto si quiero estar contigo. La castaña se removió encima de él, por la noche se acomodó sobre él, esperando que el sol saliera, el cansancio la doblo y quedo dormida antes de tiempo. Liam intentó levantarse con ella y entrar a la casa, entre dormida ella le decía que quería ver el amanecer, a él solo le causaba gracia que ella aún dormida quería quedarse a fuera. “Con los ojos cerrados no los verás”, le dijo pegándola aún más a su cuerpo, echa una bolita, ella estaba sobre las piernas de Liam, su cabeza descansaba en su hombro como si era una bebe. Liam logró dormir por momentos, su espalda y trasero no soportarían una hora más, el llamado de la naturaleza lo obligo a despertar a la castaña. —¿Hermosa?, mi chica de ojos miel. —Acariciaba la mejilla de ella, pasaba su pulgar por los labios, le acomodaba los rizos para que despertara. —¿Pequeña traviesa?. —La llamo entre risas, así la miraba en ese momento como una traviesa en busca de una nueva aventura. —Me duele la cabeza. —Apretó los ojos y se quejó por el dolor que sentía. —Sí, esos son las consecuencias de beber alcohol. —Creo que voy a vomitar. —Ni término de decir, solo se dio la vuelta colocándose de pie, se alejó un poco y comenzó a vomitar. Liam tomó los rizos para que no le estorbaran, comenzó a sobarle la espalda aun con una sonrisa en los labios. —¿Estuvo muy buena la celebración?, ¿verdad?. — Cuando Angie dejo de vomitar y se sentó en la silla, él entró a la casa y saco un vaso de agua. —¿Te sientes mejor?. Angie masajeó su cabeza, el dolor era intenso y en vez de sentirse bien se sentía fatal, se dijo no volver a tomar en los próximos días. —Ven, debes de darte un baño, debemos de asistir a clases. Liam miró la hora en su celular, todavía quedaba tiempo para prepararse. Dejo caer el agua helada en su cuerpo, después de que la castaña se diera un baño, él entró para tomar uno, cerro los ojos disfrutando de las gotas en su rostro, la lluvia artificial se sentía tan bien, era refrescante. Amalia se encontraba dormida en la cama con el uniforme ya puesto, decidió colocárselo para estar lista ya a la hora de irse. Su cuerpo se encontraba en forma de feto, se abrazaba por el frío que sentía. —Olvide la ropa. —Angie se dio la vuelta para salir de su cuarto, ella aún se encontraba solo en toalla, apenas había salido de la ducha, regresaba a traer la ropa sucia que había olvidado. Escucho que la regadera está encendida, si no era su hermano eran Liam, se acercó al cuarto de su hermano, él aún se encontraba profundamente dormido. Regresaba a su cuarto cuando se detuvo, las manos le picaban, quería entrar con Liam, quería ver si la puerta no tenía seguro. “Solo tienes que ver un poquito, no debes entrar”, escucho una voz en su cabeza. —No, no, no, ve a cambiarte y deja de espiar. —Quiso seguir su camino; sin embargo, los pies la detuvieron. “Solo una miradita no le hará mal a nadie, puede que esté con seguro.” Tomo el pomo de la puerta, la giro y esta estaba sin el seguro, despacio abrió de ella, mirando a Liam con los ojos cerrados, dejando que el agua callera en su rostro y se deslizara por todo su cuerpo. Mordió su labio inferior, recorriéndolo como toda una pervertida, así es como se sentía en ese momento. Sus pies obedecían a sus pensamientos, entro y cerro con sumo cuidado, dejo caer la toalla y camino despacio sin hacer ruido. Liam se giró al escuchar que la puerta se corría, vio a la castaña completamente desnuda frente a él. Los dos corazones latían al mismo ritmo, ella estaba nerviosa por lo que estaba haciendo. Quería culpar al alcohol, sin embargo, ya no estaba bajo los efectos, ella estaba lucida, pensaba con claridad, era los deseos reprimidos que tenía desde que conoció a Liam, aquellos malos pensamientos de saber como besaba y como podía tocarla. Liam abrió la boca, estaba sorprendido de verla así, se dio la vuelta apagando el agua. —¿qué haces?. —Pregunto cerrando los ojos queriendo controlar sus hormonas. —¿Puedo bañarme contigo?. —Ella dio unos pasos quedando tan cerca de él, que le erizo la piel. —Angie, esto no es correcto. —Lo sé, pero yo lo quiero. —Es muy pronto, por favor sal. —Angie rodio con sus brazos a Liam, su mano recorrió su abdomen bajando despacio asta llegar a su m*****o que reaccionaba con su toque. —¿No lo quieres?. —Liam sentía los pezones duros rozando su espalda, la pequeña mano de la castaña bajaba provocándole sensaciones y deseos perversos. —No, lo quiero, pero no en un baño ni en el estado en el que te encuentras. —Liam imaginó que aún era el alcohol que la tenía así. Tomo de la mano deteniéndola. —Por favor, sal o no me podré controlar. —No te controles. —Le dio la vuelta para verlo a los ojos. Liam no conseguía evitar ver los hermosos pechos que la castaña poseía, miro sus labios y le era difícil controlarse, ella sabía que él también lo deseaba, sus ojos dilatados, su m*****o erecto lo confirmaba. Con desesperación se lanzó a sus labios, su segundo beso era diferente al primero, un beso apasionado con mayor énfasis, entrelazando sus lenguas, no era lento y tierno, eran rápido denotando el estado de ansiedad de ambos. —Angie, detente. —Le volvió a suplicar aún logrando controlarse. La castaña tomó de la mano a Liam, la subió asta uno de sus pechos mientras se devoraban a besos, “maldición, contrólate”, se decía haciendo su mayor esfuerzo. —Tu padre va a matarme. —La tomo de la cintura y la levanto contraminándola contra la pared. —Nos vamos a arrepentir. — Angie sonrío mientras se aferraba a su cuello. —No lo haré, yo te deseo. Comenzó a besar su cuello, bajo lentamente asta llegas a uno de sus pechos, metiéndolo a su boca, chupando, mordiendo, con sumo cuidado de no lastimarla, los gemidos de ella eran una melodía para sus oídos. Volvió a unir sus labios con la misma pasión. —Esto no es como lo quiero, lo siento. —Dijo haciendo su mayor esfuerzo por detenerse. —Me gustas demasiado, quiero hacer las cosas bien, no deseo que nuestra primera vez sea en el baño después de nuestro primer beso. —Te deseo Liam. —Yo también te deseo y no sabes como estoy luchando conmigo mismo para no penetrarte aquí. —aquella palabra humedeció la entrada de la castaña, aquello sonaba de maravilla. —Penétrame. Su voz estaba cargada de morbo y deseo. —No hoy hermosa, tengo una promesa que debo cumplir. —Dejo un beso suave sobre los labios de la castaña, la bajo con cuidado aún con sus cuerpos pegados. Dio una última vista al cuerpo de la castaña, mientras retrocedía. —Puff, me encantas mi hermosa chica de ojos miel. —Salió para tomar la toalla y enrollarla sobre el cuerpo de ella. —¿Me dejarás así?. “Me quedaré así”, pensó él colocando su toalla en la cintura. —Ya es tarde hermosa, salió del baño dejando a una castaña excitada. Los cuatro jóvenes caminaban en silencio, cada uno proyectándose en los besos y las caricias, guardando lo que sucedió esa noche, ese día, como el más bello secreto perverso. Angie tomó de la mano de Liam, aunque aún no tenía claro lo que eran para ella, era suficiente saber que él sentía lo mismo. Amalia caminaba detrás de ellos, perdida en sus pensamientos, esos que desde que despertó la estaban torturando, Gabriel actuaba como siempre como si nada había ocurrido, como si aquello no le afectaba a él, cómo a ella. Gabriel se colocó los auriculares y en todo el camino escucho su música favorita, él no deseaba razonar en nada, lo había disfrutado, era mejor de lo que decían. Aquello de experimentar con descubrirse por sí solo y luego de estar con una mujer era muy diferente. —Me duele cabeza. —Se quejó Amalia. —¿No tomaste nada?. —Le pregunto Liam, deteniéndose para verla. —Ni siquiera quiso comer. —No me apetecía, tengo náuseas. —Yo vomité en las flores de la abuela, no estará muy feliz cuando vea el recuerdo que deje. —No volveré a tomar en lo que me reste de vida. Angie abrazó a su amiga entre pequeñas risas sin creer en una sola palabra. —Ya lo veremos, ya lo veremos. El camino fue diferente para todos, mientras que para Angie fue demasiado corto, Amalia lo encontró largo, ella quería llegar pronto a la escuela y que el día pasara volando. Se pasó todo el día en el salón junto a la nueva parejita, no ponía atención a la conversación de ellos, ya que se encontraba en su mundo. Liam junto a Angie y otros compañeros se preparaban para un trabajo en equipo, conversaban sobre cuál tema sería el adecuado y que todos estuvieran de acuerdo en elegir. —¿Qué piensas Amalia?. —Pregunto una de las compañeras. —Ya regreso, iré al baño. —Amalia no respondió a la pregunta, salió del salón de clase buscando los baños. Ya que era hora del receso se encontró con los baños llenos de estudiantes. —Tienes que hacer cola. —Le dijo una de las jóvenes que se encontraban ahí. Amalia lo medito un momento, y recordó los nuevos baños estaban más lejos, pero ya estaban terminados. Camino hasta donde se encontraban, estaba llegando cuando comenzó a escuchar ruidos en la de los hombres, decidió ignorar y entro en la de las señoritas. Se miró al espejo y sus ojos se encontraban con ojeras por lo mal que había dormido en las dos noches, así era la vida con la familia chacón desde pequeña siempre se desvelaba junto a ellos, todo lo contrario con su madre con quien a las ocho tenía que estar hasta en el quinto sueño. Su madre, ¿dónde estaría ella?, sentía que la necesitaba en ese momento, no tenía el valor de decirle a su mejor amiga lo que sucedió, por ende esos sentimientos en su interior la estaban torturando. Necesitaba hablar con alguien, con una persona que la hiciera sentir reconfortante. Salió del baño con las ganas de volver a llorar, sus ojos se empañaron al ver a Gabriel con la tal Ximena parados bajo el marco de la entrada de los baños de hombres. La camisa fuera de su pantalón, el cabello desordenado, los labios rojos e hinchados. —Hola, cuñis. —Le dijo la joven con burla dándole un beso a Gabriel en los labios. Amalia no sabía qué hacer, sentía la necesidad de reclamarle sin bien, para ella estaba claro que ellos no eran nada a un así, dolía verlo después de lo que paso, se limpió los ojos y siguió su camino. —Adiós, cuñis. —Aquella voz fue una puñalada en su corazón.
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