Capitulo 25

2188 Words
La castaña miraba a través de la ventana con asombro aquella casa, la recorría de arriba abajo con la mirada. La única casa que conocía con lujos era la de su tía Sofía; sin embargo, esa casa era más grande, más lujosa, más exquisita. Se encontraba en una zona residencial donde pocos tenían la dicha de entrar, con una seguridad asombrosa. Liam tenía que hablar con su padre, por ende tuvo que hacer una parada. —No me tardaré. —Salió de la camioneta, después de apagarla y entro en aquella mansión, Angie estaba impactada, sus ojos y su boca se abría al ver el tamaño, los autos de edición limitada, aquel jardín con las rosas más hermosas con el césped recién apodado. Sin duda era la casa del sueño de cualquier joven. —¿Esta es la casa de Liam?. —Pregunto sacando la cabeza. —Sí. —Contesto su madre sin dejar de ver por donde el joven se había ido. —¡Wow!, es un joven opulento. Los ojos de la castaña cayeron sobre una ventana, ahí estaba Liam junto a Raúl, el padre de él, el hombre se encontraba con un traje de tres piezas igual al que usaba cuando lo conoció. Definitivamente, Liam era un joven pudiente, y ella se sintió fuera de su mundo en ese momento, ahora entendía mucho mejor como es que Elijan lo conocía. Comenzó a compararlos, sin embargo, Liam no se comportaba como un chico acaudalado, se adaptó tan rápido a la vida en el campo que ella supuso que él provenía de una familia de clase media, sus padres no le dijeron todo sobre él. Ella no tenía interés en esos lujos, ella vivía feliz en el campo junto al huerto de su abuela y la pequeña granja, a pesar de su comodidad con lo que tenía, estaba sorprendida por todo aquella riqueza que poseía Liam. La expresión corporal de Liam y Raúl daba a entender que no estaban teniendo una conversación familiar, los movimientos de sus manos como su rostro enrojecido expresaba que estaba molesto. Aunque no se escuchara la conversación, era claro que se estaban gritando, ella quería entender que era lo que pasaba por la cabeza del aquel joven, quería entender por qué su comportamiento. Lo poco que conocía de él, era que era un joven muy explosivo, tenía problemas en no saber controlar sus impulsos, a pesar de eso resaltaba los atributos de caballerosidad que poseía. —¿De qué estarán hablando?. —Angie achico los ojos, miraba los labios de Liam con la intención de leerlos. Los movimientos de él no se lo permitían, luego él salió de su visión. —Creo que ya viene. Lucia también había observado la escena a diferencia de su hija sabia que ese tema solo a él le concierne, ella no estaba sorprendida de ver aquella discusión de padre eh hijo por el hecho que ella tenía el conocimiento del tema y la razón de esa pelea, sin embargo, se hizo de oídos sordos y de la vista siega. Liam salió de su casa echando humo por las orejas, se subió a la camioneta sin decir nada y arranco. Lucia no dijo nada, se enfocó en mirar su celular todo el tiempo, ya que estaba comunicándose con su esposo y con sus empleados. Angie no tenía el valor de preguntar, aunque su curiosidad le daba la fuerza de hacerlo, su madre estaba justo al lado de Liam. Por otro lado, Amalia terminaba de hacer sus tareas, había organizado todo una guía para Angie y Liam, salió de la habitación de la castaña que también era de ella. Entro al cuarto de Gabriel buscándolo como lo hacía todas las tardes. —¿Gabriel?. —Lo llama al entrar en la habitación. Estaba por salir del cuarto cuando escucho el sonido de una notificación, esta provenía del celular de Gabriel. Con la confianza que se tenían, entro por completo y tomo el celular en sus manos. “Bebe, me encanta el tamaño”. Amalia abrió los ojos al leer el mensaje, desbloqueo el celular para saber de qué se trataba la conversación. —¡Ahhhhh!, mis ojos. —Amalia tiro el celular en la cama de Gabriel con la misma rapidez con la que cerro sus ojos. —¿Qué haces aquí?. Pregunto Gabriel al entrar a la habitación. —¿Por qué te tomas fotos así?, ¡hoy tendré pesadillas!. —Amalia aún tenía los ojos cerrados, sobre ellos se encontraban sus manos. — me corrompes mis pensamientos, ensucias mi mente, mis ojos antes virgen, hoy vieron en ti el pecado. Gabriel, en vez de molestarse por lo curiosa que era su amiga, por no decirle brocha a Amalia, comenzó a reír por el atrevimiento de ver sus cosas. —¿Quién+ te manda a ver lo que no te importa?. —Estaré traumada de por vida, tendré pesadillas todas las noches, sueños húmedos, pensamientos perversos. Gabriel solo miraba a Amalia con una sonrisa maliciosa, le quito las manos de su cara y espero que abriera los ojos. —¿Te gusto lo que viste?. —¡No!. —Grito ella sintiendo vergüenza. —¿Por qué haces esas cosas sucias?. —Volvió a gritar, soltándose de su agarre. — ¿Siempre te tomas fotos así?. Gabriel no respondió a sus preguntas, solo sonreía por la expresión de la chica, su celular volvió a sonar con la notificación de otro mensaje. —¿Qué dice?. —Amalia quiso ver el mensaje, pero Gabriel bloqueo el celular antes de que ella viera la foto. Foto que una compañera le había enviado. El corazón de Amalia estaba que se le salía del pecho, Gabriel no parecía tener vergüenza y ella estaba que no cabía, quería desaparecer en ese momento. —No lo podré sacar de mi cabeza. Dijo en voz alta saliendo de la habitación. Angie por fin miraba la entrada a su hogar, a lo lejos estaba Dorado saltando como un potrillo al ver a su dueña. Ella quería correr a él, sin embargo, aún le dolía todo el cuerpo y los puntos, a pesar de estar secos; sin embargo, tenía miedo que se abrieran los de adentro. —Hogar dulce hogar. —Menciono cuando la camioneta dejo de moverse. —Qué delicia volver a casa. Liam salió del auto al igual que Lucia. Angie abrió la puerta con la intención de bajarse sola. Liam, como todo un caballero, la tomo entre sus brazos, él tenía la necesidad de cuidar de ella a pesar de la conversación que tuvo con Ángel. La castaña tenía una sonrisa amplia, se aferró al cuello de Liam con toda la confianza. —Me gusta cuando sonríes. —Le susurro ella, Liam le dio una mirada con su expresión sería. La castaña le planto un beso en la mejilla esperando que él sonriera, el cuerpo del joven no sabía como reaccionar al tacto de los labios sobre su piel. La bajo al entrar a casa, sin mencionar ni una sola palabra, salió del sitio, alejándose de ella y de sus deseos, el corazón de Liam saltaba de la felicidad, esa joven era muy atrevida a besarlo frente a su madre. Aunque él no se quedaba atrás; sin embargo, la plática con Ángel cambiaba todo y tenía que controlarse. Se perdió en el establo el resto de la tarde y una parte de la noche ayudando a Julián. —¿Creo que lo asustaste?. Dijo Lucia divertida por la expresión de Liam, como el joven corrió después del beso que le dio su hija. Angie sonreía como boba enamorada. Lo último que vio fue la espalda de Liam desapareciendo al salir de la casa. —Mi pequeña traviesa. —La señora Margaret salió a abrazarla cuando la escucho llegar. —¿Cómo te sientes?. Angie se acomodó en la sala junto a su mamá y Abuela. —Ya me siento bien abuela. —No tienes idea de cuanto me preocupe, no me vuelvas a dar otro susto como este. —Te lo prometo. Amalia y Gabriel acompañaron a la joven en la habitación de ella, esperaron asta que ella se durmiera para salir, Lucia le ofreció la habitación a Amalia mientras su hija se recuperaba. El tiempo en que Angie se encontraba en el hospital, ella se había quedado junto a Gabriel. — Está bien, puedo quedarme en el suelo sin ningún problema. —¿Segura?. —¡Claro!. La casa se encontraba en un completo silencio al igual que sumergida en la oscuridad, afuera se escuchaba el cantar de las cigarras como el de los grillos. Liam se encontraba sentado en una de las sillas en el corredor, esa noche a pesar de su ansiedad no estaba fumando, no porque no lo necesitara, sino por el hecho que se los había terminado. Lucia salió un momento al ver la puerta abierta cuando bajo a tomar agua. —¿No puedes dormir?. — Le pregunto tomando asiento. —Solo salí a tomar un poco de aire, estar encerrado me estaba asfixiando. Al igual que Angie, Liam solo quería salir del hospital y disfrutar del aire puro, no quería encerrarse en cuatro paredes a pesar del cansancio que sentía. —Creí que estabas pensando en la decisión que vas a tomar. Liam se perdió en sus pensamientos por un momento y luego hablo. — Tenía razón, me gusta este lugar, no quisiera irme. —No tienes por qué irte, tú y yo tenemos un acuerdo. ¿No es así?. —Ahora que lo recuerdo, yo cumplo mis promesas. —Entonces no hay nada que pensar, ve a descansar. Lucia se puso de pie y entro a la casa, dejando a Liam más tranquilo con sus pensamientos. —¿Seguro que solo el lugar?. Dijo ya a adentro de la casa fuerte para que Liam la escuchara. Por la mañana Angie se quedó sola con la abuela, los tres jóvenes salieron hacia la granja, aunque Gabriel aún no se recuperaba del pie, eso no le impedía hacer ciertos trabajos. Ella aprovechó en ponerse al día con la guía que preparo su amiga, luego de terminar con su trabajo tomo su guitara y la comenzó a tocar. Mientras ella comenzaba a tocar las cuerdas, Liam se encontraba a punto de entrar en su habitación al escuchar la melodía, camino despacio para verla con los ojos cerrados, sintiendo cada vibración. Cursi de Yamila Ruiz. — Quien me diría que me tendrías así, de un día para otro me convertí, tú me cambiaste, me enamoraste. La castaña sonreía al cantar cada estrofa desde el fondo de su corazón, al igual que su padre, ella poseía una excelente voz. —Me volví cursi gracias a ti, tienes algo que me enloquece a mí, eres especial, mi debilidad. Liam se quedó en el marco de la puerta escuchándola, ella se miraba tan hermosa con sus pantalones de pijama, su cabello en una coleta mal echa, sus rizos aún caía como cascada sobre sus hombros. La sonrisa de ella junto a cada palabra era mágica. —Todo sucedió de la nada, sonreíste y perdí el juego, y quizás nunca te darás cuenta, tendré que confesártelo luego. Era así como él se sentía al ver la sonrisa de ella, perdido sin salida, quería confesarle lo que sentía al tenerla cerca; sin embargo, ya no podía hacerlo. Se encontraba entre la espada y la pared. “¿Para quién era esa canción?”, “¿en quién pensaba?, mientras la cantaba”. Comenzó a preguntarse él. —Que tú me traes loca, tu mirada me atonta, quiero tus besos, quien te quite la ropa. Llenar tu vacío, que sea siempre tu abrigo, y gritarle al mundo que no somos amigos. Liam comenzó a sentir otra vez la ira, los celos de pensar que la castaña pensaba en Elijan mientras cantaba esa canción, apretó los puños y su mandíbula se tensó. Él sentía unos celos incontrolables de solo imaginar que ella dedicaba esa canción para ese idiota. En cambio, en la mente de la castaña se encontraba la sonrisa de Liam, los ojos verdes y azules de él, el roce de sus cuerpos, sus labios a punto de besarse. —Quiero cantarte mil cosas, que sientas mariposa, adicta a tu sonrisa, que hasta la piel me eriza, estar siempre a tu lado, a pesar de lo malo, quiero que te des cuenta, que en verdad te amo. Angie abrió los ojos mirando las cuerdas de su guitará, Liam se escondió tras la pared, se quedó ahí, asta que ella terminó de cantar y así volvió a la habitación. Angie pensaba en Liam, mientras estaban en el hospital él no se había separado de ella, las pequeñas pláticas los había unido, eso es lo que ella imaginaba. Estaba segura de que con paciencia en algún momento él le confesaría sus sentimientos, así como ella también se lo confesaría. Sonreía sin dejar de tararear la canción. Esa canción que sería para él, ya que cada letra de ella decía, lo que su corazón sentía.
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