Horas lentas, significaba que los días no avanzaban como Angie deseaba, ella quería salir del hospital, volver a su vida normal, jugar, reír, pasar tiempo con los que ella amaba.
Estaba preocupada por lo atrasada que estaría en sus clases, miro a Liam quien le ayudaba a tomar agua aunque ella ya podía sentarse y agarrar del vaso Liam, era muy atento y aún le ayudaba con todo a pesar de que ella podía hacerlo sola.
Una semana había pasado, su padre iba y venía al igual que su madre, el restaurante necesitaba la presencia de ellos, así que no les quedo de otra.
Aunque desearan estar con ella todos los días no le era posible en esa semana, talvez tres veces la visitaron, estaban más tranquilos sabiendo que Liam se encontraba con ella y no era una molesta para él, al contrario, Liam lo hacía con mucho gusto.
En cambio, Liam no se había separado de ella desde que despertó, con la excepción de salir del hospital solo a cambiarse. Una cosa si le agradecería a Edgar a pesar de ser el padre de Elijan, a quien lo odiaba cada día más, le agradecía mover sus hilos para que la castaña estuviera en una habitación cómoda y que él la acompañara sin necesidad de esperar las horas de visitas, como era lo normal en otras áreas del hospital.
No tenía que ir tan lejos para cambiarse de ropa y asearse, el padre de Liam le ofreció quedarse en un hotel mientras la joven seguía en el hospital. El viaje asta la ciudad de San Gabriel era demasiado lejos, casi tres horas y llegar a Bella vista eran dos horas más, era medio día en el que perdería de viaje.
— Me gustas más cuando sonríes. —Esos días Liam se mantuvo pensativo, distraído y más que todo celoso por la insistencia de Angie de preguntar por Elijan.
Ella no sabía por qué le importaba tanto saber de él, aunque él se comportó como todo un idiota, él fue su amigo por mucho tiempo con quien compartió cumpleaños, salidas risas y llantos.
—Vamos regálame una sonrisa. —Le dijo picándolo con un dedo. —“También un beso”. —Pensó ella, sin dejar de ver, la cara sería de Liam.
—A mí me gustas más cuando no preguntas por ese idiota.
—¿Por qué?, ¿sientes celos?.
Liam se sentó junto a ella en la cama sin dejar de ver sus ojos, le contesto. — No siento celos de él, me molesta que te preocupes cuando él es el responsable de que estés aquí.
Liam bajo la mirada hacia los labios de la castaña. — También soy responsable, no debí permitir que él se acercara.
—No lo eres, te lo he dicho, no debí acercarme tanto a la orilla.
Angie miró los ojos de Liam, esos que miraban directo a sus labios, ella sonrió y mordió su labio inferior. —¿seguro que no son celos?.
—¿Y que si lo fueran?.
Liam se acercó más a ella mirando sus ojos y sus labios.
—No tienes por qué sentir celos.
La castaña no sabía si acercarse o quedarse donde estaba, ella quería besarlo, quería probar sus labios desde que lo vio.
Había estado a punto de besarse en el campamento, ella se negó por el hecho que no se había lavado la boca, en esta ocasión sucedía lo mismo más que apenas acaba de almorzar.
Se tiró en la almohada cerrando los ojos, dejando a Liam con las ganas de besarla de nuevo.
—Dormiré un poco. —Dijo ella envolviéndose con la frazada. —“Idiota, idiota, porque no lo besas, era tu oportunidad”. —Quería gritar por volver a rechazarlo.
Liam se quedó en el mismo lugar, dos veces en las que ella se escondía bajo la frazada, dos veces donde le dejaba la sensación de hormigueo en sus labios.
Con el deseo ardiendo en ellos por probar los hermosos labios rosa de la castaña.
—Saldré un momento, entonces.
Liam salió de la habitación, la castaña se quitó la frazada mientras pataleaba.
—Soy una estúpida, soy una estúpida.
Se puso de pie apoyándose de la mesa, camino a pasos lentos por lo débil que se encontraba tomo el cepillo que su madre le llevo junto a otras cosas personales y comenzó a cepillarse.
Liam caminaba a la salida cuando busco en su bolsa los cigarrillos, se dio cuenta de que no los llevaba, se dio la vuelta y volvió a la habitación.
Angie se vio en el espejo, sonrió ampliamente, miro esa sonrisa ya limpia y prosiguió con las siguientes palabras. —Ahora sí, Liam, puedes besarme, puedes meterme tu lengua asta que llegue a la campanilla.
Devórame, hazme tuya, azótame, muerde mientras tu lengua tenga una guerra con la mía.
Volvió a su cama con los mismos pasos lentos mientras se sostenía la bata, se sentó en la cama sintiendo que corrió una maratón.
Se tomó de la cabeza, ya que esta le daba vueltas y le pulsaba por el esfuerzo, cada vez que se paraba y caminaba.
—Parezco mujer recién parida.
—Te ves como una.
Liam entró a la habitación y escucho lo que Angie dijo, se acercó a la silla y busco la cajetilla de cigarrillos.
Al verla la tomo y miro a Angie que aún se sostenía la cabeza. — ¿Necesitas ir al baño?.
Se acercó a ella la tomo del brazo y de la mano.
—No, no. —Contesto ella queriendo acostarse. — Solo quería estirarme un poco, estar en la cama, me duele asta la uña que deje en el lago.
—¿Por qué no me dijiste antes que me fuera?, sabes que es peligroso que te pongas de pie sola.
Liam la miro enojado, no era la primera vez que ella hacía las cosas sola sabiendo lo débil que se encontraba. —¿Te molesta pedir mi ayuda?.
Él se hizo esa pregunta muchas veces, no se atrevía a preguntárselo a ella, en ese momento sintió que necesitaba saber. Ella lo confundía, le tomaba de la mano, lo acariciaba, pero cuando él estaba más cerca de ella le pedía que la dejara a sola.
Tal vez los padres de Angie se equivocaban. —Te molesta que este contigo. —Necesitaba respuesta, él ya no podía ocultar más lo que sentía, necesitaba que ella conociera sus verdaderas intenciones.
—¿Qué?, no, no es así, ¿por qué piensas eso?.
En absoluto, ella estaba feliz de verlo esos días, saber que él no era indiferente a ella.
Solo esperaba que él aclarara lo que eran, porque esas caricias decían mucho.
—Tal vez porque me mientes en decir que dormirás, salgo de esa puerta y te encuentro parada, dando vueltas en la habitación o en el baño.
Si era verdad que había momentos donde ella le pedía que saliera por un momento de la habitación porque quería descansar.
La verdadera razón de que ella le pedía estar sola o no pedirle ayuda para algunas cosas era porque se encontraba mal del estómago y sentía mucha vergüenza.
No quería que él escuchara la melodía de sus gases, o el insípido olor de ellos, le avergonzaba que la escuchara hacer sus necesidades en el baño.
¿Cómo le decía?, que lo que sentía era vergüenza.
—No es así, es solo que…
Busco una forma de decirle que ella estaba encantada con su atención, pero antes de eso su hermano junto a Amalia y su madre interrumpieron.
—Fea. —Le digo Gabriel caminando aún con dificultad con la ayuda de las muletas.
—¡Enano!.
Amalia corrió a querer abrazarla, Liam la tomo de la cintura antes que se tirará sobre Angie quien puso las manos en forma de protección.
—¡Tranquila!. —Le dijo Lucia tomándola de la mano. —No creo que quieras que esté otra semana más en el hospital.
—¡No!. —Contestaron los cuatro jóvenes.
—¿Se pusieron de acuerdo?. —Pregunto Lucia divertida.
—Algo así. —Contestaron los cuatro.
Liam y Amalia estaban acostumbrados a escuchar esa palabra que ya se la sabían de memoria.
Lucia les dio la noticia que el Doctor ya había autorizado la salida de la castaña, algo que los emociono.
—Nosotros nos iremos. —Le dijo Amalia quien se costó con ella en la cama abrazándola. —La señora Lucia se quedará para llevarte mañana.
—Nos iremos con papá. —Le dijo Gabriel.
—No debe tardar en venir, hemos tenido unos pequeños inconvenientes en el restaurante, nada de que preocuparse. — Le dijo su madre.
“Por fin, la estadía termino”. —Pensó Angie mirando a su familia, ella los había extrañado mucho, aunque no se quejaba de estar con Liam, de todas formas él era muy serio, enojón y testarudo.
“¿Por qué es él así?”, “tendré que contarle chistes para hacerlo reír”, “le dibujaré una sonrisa”, “algo se me ocurrirá”.
Busca una idea para que Liam mostrara esa sonrisa que ella le gustaba, en pocas ocasiones logro verlo sonreír.
Él estaba cansado, no dormía bien estando en el hospital y aunque su padre le estaba pagando un hotel, prefería estar con ella. Añadiendo que ella siempre preguntaba por Elijan y que no hacía caso a lo que las enfermeras le decían.
Tenía mucho estrés en su cuello, su estómago no toleraba más la comida de la calle, necesitaba la comida cacera y no importaba quién la preparara con tal que fuera casera.
También que la ansiedad estaba acabando con la poca paciencia que tenía.
Pasaron un poco más platicando lo que sucedía en la casa y en el colegio, Ángel se les unió poco tiempo después.
—Liam, ¿puedo hablar contigo afuera?.
Ángel, antes de marcharse hablo con el joven, todos querían saber que es lo que quería hablar con él, sin embargo, afuera significaba en el parqueo donde nadie escuchara.
—Qué malo, yo que quería escuchar cuando lo amenazara. —Amalia estaba en la puerta mirando como los dos se alejaban.
—Amalia, deja de ser chismosa.
—No es ser chismosa señora Lucia, solo es ser comunicativa, saber las buenas y malas noticias para poder informar lo que sucede en la actualidad.
—No me hagas reír. —Angie se agarró donde tenía los puntos, apretó los dientes para contener la risa que quería salir de ella.
—Amalia tienes que aprender a no ser comunicativa, hay conversaciones que no deben saberse.
Debes aprender a ver, oír y callar.
Lucia comenzó a regañarla en ese momento, Amalia solo agacho la cabeza aceptando todo lo que Lucia le decía.
—Lo siento, señora Lucia.
—No quiero que te sientas mal, cariño, solo que hay temas en los que no tememos que entrometernos.
—¿Y ese tema es?. —Pregunto Gabriel.
Lucia lo miro, molesta Angie río porque Gabriel no era de desobedecer a su madre. — ¿Cómo está la abuela?.
La castaña desvió el tema, no quería que su madre comenzara a discutir con su hermano solo por ser curiosos y saber que es lo que su padre tendría que hablar con Liam.
Ella también tenía curiosidad, estaba a punto de preguntar cuando su madre reprendió a Amalia por ese talento de querer saber todo.
—A decaido un poco, se puso muy mal cuando se dio cuenta lo que te paso.
—La verdad es que Amalia le dijo que te escapaste con Liam. —Amalia comenzó a reír al recordar aquella plática con la señora Margaret. — pero papá le dijo que estabas aquí y se puso muy mal.
—La noticias que te escapaste la tomo muy bien, asta comenzó a reír diciendo que el señor Ángel estaba pagando todo lo que le hizo pasar al señor Antonio.
Los cuatro se persignaron cuando Amalia menciono al difunto.
—Creo que papá le daría un infarto si escapara con Liam.
—No tiene por qué ser así, cariño, si Liam quiere algo contigo, algo formal, nada de juegos puede hablar con nosotros, no es necesario ocultar las cosas.
Te hemos educado con la confianza de hablar cualquier cosa, ¿no es así?.
Si deseas tener novio no te lo vamos a impedir hija, solo te pedimos que pienses bien las cosas, aún estás joven y estás estudiando.
No quiero que descuides tus estudios, sabes que yo no los termine y mi deseo es que tengas una carrera.
—Mamá, aunque yo quisiera tener novio, mi papá primero lo castra y luego lo pensaría.
La castaña recordó cuando le menciono si le daba permiso de ser novia de Liam, él se negó y siempre lo haría.
—No es que le esté pidiendo permiso para ser mamá, mi meta es tener hijos a los 25.
—Cariño, solo tienes 17, estás muy pequeña, solo quiere que te cuides.
—Tú me tuviste joven.
—Ya tenía 20, yo no tenía a mi mamá que me aconsejara.
—¿Te arrepientes?.
—Cariño, claro que no ustedes son lo mejor que me ha pasado.
Lucia se acercó a sus hijos y los abrazo, Amalia hizo un puchero mostrando sus ojos tristes.
—Ven pequeña Lia, que eres parte de esta familia.
Amalia dio un salto y se lanzó a los brazos de Lucia, quien sonrió por la emoción de la chica.
—Los jóvenes de ahora solo piensan en novios en vez de pensar que carrera quieren tomar.
Lucia negó con la cabeza y luego comenzó a dejar besos sobre la cabeza de sus hijos.