Las horas pasaron más lenta que de lo normal, aquella noche se hizo más larga con la espera de ver a la castaña. La presencia de su padre no ayudaba en nada, no lograba calmar su ansiedad.
Salió un momento del hospital camino hacia los parqueos donde no se encontraba absolutamente ni una sola alma, solo unos pocos vehículos que tal vez eran del personal de trabajo.
De su pantalón saco una cajetilla de cigarrillos y un encendedor.
Dio una calada asta llenar los pulmones, se quedó un momento sin respirar, asta que lo dejo salir por la nariz, Liam quería apaciguar la ira en su interior, quería dejar de resolver todo a golpe.
Volvió a dar otra calada y esta vez la dejo salir por la boca. — ¿Ansioso?. — Pregunto una voz tras de él.
—Cuando me siento ansioso sé fumar, por eso mi pregunta.
—Algo así. —El hombre saco unos cigarrillos y comenzó a buscar un encendedor, es sus bolsas.
Liam sacó el de él y se lo ofreció.
—Oh, muchas gracias. — Aquel hombre sonrió mirando el cielo mientras expulsaba el humo por la boca. — ¿Tienes un familiar hospitalizado?.
—Una amiga. —Contesto Liam.
—Espero que tu amiga se mejore, mi hermano y su esposa acaban de tener un accidente, en este momento los están atendiendo.
Aquel hombre bajo la mirada sin dejar de sonreír. — Tantos años de no hablar con él y ahora no estoy seguro si lo volveré a ver.
—Lo siento tanto.
—Está bien, ¿tienes hermanos?.
—No —Contesto Liam más atento al hombre frente a él.
—Yo tengo dos. —El hombre se quedó por un momento perdido en sus pensamientos y luego dijo. — Comienzas a odiarlos por estupideces y luego sucede esto y te das cuenta de que pierdes tiempo enojado con las personas que más amas por cosas que no valen la pena.
Liam no dijo nada, ya que él no sabía que se sentía tener un hermano, aunque en ocasiones deseo tener uno, eso quedo en el pasado.
—Tiene una bebe de tan solo dos meses.
—¿Estaba con ellos?. —Pregunto Liam, la imagen de que una beba estuviera involucrada en un accidente no le gusto.
—No, ella está con mi otra cuñada. — El hombre volvió a dar otra calada, saco el humo y continuo. — Si sale de esto, prometo no volver a pelear con él ni enojarme por tanto tiempo.
—¿Por qué discutieron?.
Liam comenzó a sentir interés en la historia del hombre, aunque él no comenzó la conversación, aquel hombre necesitaba hablar con alguien.
La noche aún era joven y faltaba horas para que el sol saliera, así era de fácil entablar una conversación, eso les ayudo a los dos a ya no sentir el tiempo.
Al día siguiente, en la hora del almuerzo, Liam se encontraba en una habitación esperando a que las enfermeras llegaran con la castaña.
Ángel pasaría al restaurante junto con Lucia y luego volvería al hospital, aunque el viaje sería largo, no quedaba de otra. Su familia era todo para él.
—Hola. —La saludo Liam al ver cuando colocaban la camilla junto a la otra. —¿Cómo te sientes?.
—Me duele. —Sus labios se abrieron con dificultad, aquellos que antes tenían un color rosa palo se encontraban blancos y agrietados.
La vos de ella apenas y se escuchaba, apenas se entendía lo que decía. —Quiero agua.
—Ya le traeremos agua, señorita Angie, trate de no moverse mucho. —Con la ayuda de unos enfermeros la colocaron en la cama de la habitación.
Su rostro reflejaba el dolor cuando la movieron, su cuerpo estaba débil y no lograba abrir bien los ojos.
—Tranquila, estarás bien. —Liam tomo su mano, estaban heladas, comenzó a acariciarlas y así pasar un poco de su calor. — Saldré un momento a buscar agua, no me tardo.
—No te vayas. —Le dijo ella sin soltar su mano. —No me dejes sola.
Angie soltó unas lágrimas que Liam limpio rápido. —¿Dónde está mamá y papá?.
—Vendrán esta noche, ya les mandé mensaje de que te encuentras mejor y despierta.
—¿Y Elijan?. —Liam sintió que la mención de él se le incrustaba como una daga en el corazón. —Está con sus padres.
Angie aún estaba con los efectos de la anestesia, cerraba los ojos y los abría por un momento.
—Descansa hermosa, me quedaré junto a ti, asta que despiertes.
—¿Te quedarías conmigo toda la vida?. — Angie no abrió los ojos, hizo aquella pregunta bajo el efecto de la anestesia. — No te vayas, quédate…
Liam se inclinó hacia ella, tomo uno de sus rizos que estaba hecho un nudo al igual que todo su hermoso cabello y lo aparto. — ¿Quieres que me quede contigo para siempre?.
—¿Te quieres quedar?.
Liam bajo un poco más, aunque Angie aún tenía los ojos cerrados, se encontraba despierta.
—Quiero quedarme contigo. —Su rostro estaba más cerca de ella.
—Disculpe, solo traje el agua.
La enfermera entró y coloco un jarrón de agua en la mesa que estaba junto a la cama.
Liam volvió a su postura y agradeció a la enfermera.
Se dio cuenta de que por la respiración la castaña se encontraba dormida, tomo la silla que estaba en la habitación y la acercó a la cama.
Había estado a punto de besar a la castaña, si no fuera por la enfermera que interrumpió, él estaría probando sus labios.
No era el momento ni el lugar, solo que algo dentro de él le pedía que la besara.
Angie despertó varias veces preguntando por sus padres, como si la anestesia la hacía olvidar que ya había preguntado por ellos, Liam siempre le contestaba con lo mismo sin cansarse de escuchar la misma pregunta.
Angie se despertó por completo en la madrugada, miro al joven que dormía en la silla junto a su cama, Liam se quedó con ella, estaba cuidando de ella.
El corazón de ella comenzó a latir con fuerza al verlo.
—Buenas noches. —Entro una enfermera y comenzó hacer el chequeo, tomando la presión, la temperatura y mirando el suero para así cambiarlo cunado se haya terminado. — Veo que ya despertó señorita Angie.
¿Cómo se siente?.
—Me duele la cabeza, y siento mucha sed. —Dijo ella tratando de sentarse.
—Quédese acostada, no se levantará hasta mañana, es la orden que dio el Doctor. —La enfermera no dejo que ella se levantara colocando la mano en su hombro para impedirlo. —Ahorita le ayudo con el agua.
—¿sabe desde qué horas se encuentra el aquí?. —La castaña levanto un poco la cabeza y bebió de poco solo para remojar la garganta.
—Está desde que la trajeron no se ha amovido de esa silla. —La enfermera coloco el vaso sobre la mesita y se retiró.
Angie miraba en la posición que se encontraba Liam, una no muy cómoda ni para su espalda ni para su cuello. Estuvo detallando cada centímetro de su rostro de su cabello, fragmentos de lo que sucedió volvieron a su memoria, la pelea de Elijan y él, los gritos de Amalia para que alguien los separara, Elijan empujándola y ella cayendo por aquella quebrada.
El golpe en la cabeza fue lo último que ella recordaba, lo demás eran borroso, recordaba los ojos de Liam verla con preocupación, a su madre llorando sobre ella.
Su padre y esos ojos color miel que siempre veía en sus sueños, la mirada triste y de horror en ellos.
Su cabeza parecía que explotaría en cualquier momento.
Quería moverse; sin embargo, cada hueso de su cuerpo, cada tejido, cada músculo dolía.
Liam comenzó a moverse en su asiento, asta que abrió los ojos, miro a la castaña y la vio despierta. —Hola, hermosa. — le dijo él acercándose a ella.
Liam creía que aún estaba con el efecto de la anestesia, cada vez que ella abría los ojos la llamaba, de esa manera ella siempre preguntaba por sus padres y se volvía a dormir, no sabía que Angie estaba totalmente despierta.
Angie sonrió y no pregunto por sus padres en esta ocasión. —Gracias Liam, gracias por estar aquí.
Ella estaba un poco nerviosa, su cara reflejaba el desconcierto de aquella frase que la sobrecogió.
—No hay nada que agradecer. —Él la tomo de la mano y comenzó a acariciarla.
Liam esperaba la pregunta, sin embargo, ella no la hizo, sus ojos lo recorrían muy abiertos y ahí se dio cuenta de que ella por fin está totalmente despierta.
—¿Necesitas que llame a una enfermera?, ¿necesitas algo?, ¿te duele algo?. —Liam comenzó a ser preguntas, ella solo negaba con la cabeza.
—Ya vino una enfermera, estoy bien, quisiera levantarme, pero la enfermera dijo que lo haría hasta mañana.
—Lo siento tanto, tenía que cuidar de ti. — Liam soltó su mano sintiendo el vacío que quedaba en ella.
—¿Por qué dices eso?, ¿por qué tendrías tú que cuidar de mí?.
Pregunto ella sintiendo como su mano volvía a sentir lo frio de la habitación.
—Le hablaré a tu padre, me pidió que le avisara cuando estuvieras despierta, querían estar aquí antes que despertaras.
Liam se puso de pie y se alejó un poco de ella, hizo la llamada y colgó rápido.
—¿Liam?. —Lo llamo ella. — ¿Sabes como está mi hermano?.
—Está en casa y está bien, se está recuperando.
—¿y Elijan?. —Liam no contesto, su sangre comenzó a calentarse, solo la mención de su nombre lo provocaba a querer asesinarlo.
Ella ya había preguntado una vez por él y aunque le dijo que estaba en casa lo dijo con mucha fuerza, esta vez la pregunta le molesto aún más.
—¿que paso con Elijan?. —Volvió a preguntar ella.
—¿Para qué quieres saber?. —Los celos hablaron por él. —No ves lo que te hizo, ¿por qué te preocupas por él?.
—Solo quiero saber…
—No necesitas saber de ese idiota, no necesitas preguntar por él.
—¿qué te pasa?, solo hice una pregunta, no tienes por qué enojarte.
Angie no entendía el enojo de Liam, solo quería saber qué había pasado con su ex amigo, imagino que su padre le dio la golpista de su vida o tal vez sus tíos ya lo tendrían castigado.
—¡No tengo que enojarme!, quiso tomarte a la fuerza, te aventó por esa quebrada y después de lo que te hizo preguntas por él, te preocupas por él, ¿lo quieres?, ¿aún sientes cosas por él?.
—Eso no es de tu incumbencia. —Angie giro la cabeza, ella no sentía nada por Elijan, sino por ese chico que estaba frente a ella molesto.
¿Por qué se molestaba?, solo hacía una pregunta a la que solo se le necesitaba una respuesta.
Liam se dejó llevar por los celos sin darse cuenta de que los gritos de él entristecieron a la chica. — Me incumbe por qué…
Liam no terminó aquella frase donde quería decirle que ella le gustaba, que él sentía cosas por ella, salió un momento de la habitación sintiéndose disgustado.
Claro que era de su incumbencia cuando sentía que ella era suya, que ella le pertenecía.
Dio una vuelta en los alrededores, asta que el enojo le paso, volvió a la habitación ya más calmado cuando el sol estaba en todo su esplendor.
Angie aún estaba despierta, lo único que podía mover era la cabeza y las manos. — ¡Volviste!, creí que te habías ido a casa.
—No, solo salí a tomar aire. —Se sentía avergonzado por haber reaccionado de esa manera. — discúlpame por gritarte, tienes razón, no es asunto mío lo que sientas por él. —Su corazón dolía al decir esa frase, paso una mano en su cabello por la ansiedad.
—Está con sus padres, no tendrá el castigo que merece.
—¿Puedo usar tu celular?. —Liam arrugo él entre cejo, cuando ella hizo esa pregunta. —Quiero hablar con mamá. — Su proceso fue lento, imagino que era para hablarle a Elijan.
Saco su celular y le marco a Lucia el mismo, cuando Lucia contesto él le entrego el celular a Angie.
“Hola, Liam, ¿cómo está, Angie?”. —Contesto Lucia.
“Hola, ¿está todo bien?”.
“¿Liam?”.
—Hola mama, soy yo.
“Princesa, ¿cómo te sientes?”.
—Como si caí de una quebrada…
Liam salió dejando que madre e hija hablaran tranquilamente y con privacidad, se sentó en una de las bancas que estaban afuera.
Angie le pregunto a una enfermera que día era, así se enteró de que era el cumpleaños de su madre, la felicito y se disculpó por arruinarlo.
“Ya estás igual que Gabriel, cariño solo es una fecha donde celebramos un año menos de vida, no es tu culpa lo que sucedió”.
Le decía Lucia a su hija.
Por otro lado, Amalia se encontraba en la escuela, Lucia la obligo a asistir para que ella ayudara a Liam y a la castaña con las clases atrasadas.
Se encontraba triste y perdida en sus pensamientos, era una semana llena de tragedia para ella, su madre se fue del pueblo, su mejor amiga en el hospital y se dio cuenta de que en ese momento se encontraba sola.
Gabriela aprovechó la oportunidad para molestarla, aunque ella se defendía como sabía hacerlo no era lo mismo sin su amiga.
Volvió a casa cabizbaja, busco los brazos de Gabriel que siempre la reconfortaban, aquella amistad entre ellos se estaba volviendo más fuerte.
Él la escuchaba atentamente y le daba ánimos.
Los brazos de Gabriel se estaba volviendo su lugar favorito, uno donde podía llegar a llorar como a reír, podía dormir segura en ellos.
Aunque ella era mayor que él por tres años, él se comportaba como el mayor de los hermanos cuidando de ella y su amiga.
Comenzó a acariciar su espalda haciendo pequeños círculos en ella.
Lo tenía pegado a su cuerpo sintiendo la calor de él, su corazón calmado le daban la tranquilidad que ella necesitaba.
Gabriel solo abrazaba a la chica que siempre mostraba lo frágil que era ante él, ella era un desastre y él así la quería.
La conocía de toda la vida y nunca le molesto que tuviera dos pies izquierdos, ya que las aventuras con ella era sin duda lo mejor que pasaba en su vida.
Odiaba que la molestaran, por esa razón quería ser unos años más mayor y asistir con ellas en la escuela, así no dejar que nadie la molestara, no a ella ni a su hermana.
Con los ojos cerrados dejo que ella se quedara en sus brazos, que hablara por horas de sus molestias, de sus preocupaciones y de sus tristezas.
Sin duda él conocía la manera de alegrarla, aunque en ese momento no podía por su pie, que estaba aún inflamado por los puntos.
—Ignórala, tú eres mejor que ella.
—Gracias, enano.
—Eres una tonta.
—Baboso.
—Cara de almeja.
—Cara de bagre.
Así comenzó todo para ellos con pequeños insultos que terminaron en risas incontrolables en aquella habitación en aquella cama.