Capítulo 35

2063 Words
—¿A dónde vas?. —Le pregunto Lia a su amiga. —¡A ningún lado!. — Espero que Amalia se quedara dormida, quería escapar de su habitación, escabullirse en la de Liam para volver a sumergirse en la adicción de sus labios, sentir las manos de él sobre su piel con aquella delicadeza que él tenía. Fue sorprendida cuando su amiga se sentó en la cama y le hizo la pregunta. —¡Oh!, bueno, si tú lo dices. Se volvió a acostar envolviéndose completamente. Estaba indecisa si salir de su habitación o quedarse en su cama y solo pensar en él sus labios suaves, cerro los ojos tocándose el labio inferior con su dedo índice y el de en medio lo deslizó con suavidad imaginando los labios de Liam sobre ellos. No le importo si Amalia se daba cuenta, al final ella era su mejor amiga y le contaba todo lo que hacía. —¿Estás dormido?. —Se sentó en la cama de Liam y movió un poco su cuerpo. —Julián se tomó la leche. —Susurro Liam, al parecer estaba soñando, Angie comenzó a reír levanto su brazo y lo estiro para colocarse sobre él. —¿Qué más hizo Julián?. —Levanto la frazada y se metió bajo de ella. —¿Qué?. —Liam sintió el cuerpo helado de la castaña y se despertó encontrándola junto a él. —¡Me asustaste! —Se giró un poco y la abrazo. —¿Qué haces aquí?. —Quería dormir contigo. —Levanto su pierna, dejándola sobre él, abrazándolo con ella. —¿algún problema?. Liam negó y sonrió, cerrando los ojos, abrazándola con más fuerza. —Bueno, no quiero dormir, me gustaría hacer otra cosa. —Liam abrió los ojos levantando las cejas. —¿Que cosa?. —Le dio una sonrisa lasciva tomándola de la cintura. Angie le dio la vuelta montándose en él. —Lo que quieras. —Hermosa, creo que estás jugando con fuego. —Jalo de ella sacándole un pequeño gemido. —Maldición Angie, me estás volviendo loco. La tomo del cuello y comenzó a besarla con desesperación, enredando la lengua a causa de la ansiedad por volver a estar unidos. —Me estoy volviendo adicto a tus besos. —Se separó un poco de ella con la respiración entre cortada. —Quiero ser tu droga, deseo que cuando estés con tus abuelos tu ansiedad de volver a besarme te haga volver. —Mi hermosa, si por mí fuera te llevara conmigo, te raptara para devorarte a cada momento. —¡Tonto!. —Angie comenzó a reír, dejo un beso en su nariz, luego en su mejilla derecha siguió con la mejilla izquierda para luego volver a besar los labios de él. Liam, bajo la velocidad del beso, quería disfrutar, saborear y con pequeñas mordidas provocar otro gemido. Angie movió sus caderas rozando el m*****o de Liam que palpito por los movimientos. —Hermosa, ¿qué haces?. La castaña no contestó, siguió con el movimiento de caderas sacándole un gemido a Liam. —Angie, detente aún no. —Liam quiso detenerla, Angie unió más su cuerpo sintiendo el m*****o duro bajo su v****a. —No tenemos que quitarnos la ropa. —Susurro en los labios de Liam. —Hagámoslo con ropa. Liam se quedó pensando un momento, prometió a Ángel que respetaría a su hija, sé prometió a guardar su pena dentro de su bóxer mientras viviera en esa casa. Angie no esperó respuesta de Liam, seguía moviendo su cadera rozando su v****a en todo el pene de Liam, su autocontrol se fue por un tubo tomo de las caderas de la castaña y le ayudo a sus movimientos. Era como hacer el amor con ella, a diferencia de que estaban vestidos, Liam la embestía mientras ella le danzaba con su vaivén. —¡Liam!. —Se aferró a su cuello mientras lo besaba sintiendo como toda la corriente se dirigía a su zona sensible, como las manos de Liam apretaba su trasero y eso la hizo explotar de emoción por todo el placer que recorría bajo su vientre. —¡Liam!. —Sus muslos se contraían de manera intensa, causando calambres abdominales. Sus gemidos fueron más intensos que Liam tuvo que callarlos con sus propios labios, los movimientos de ella comenzaron a disminuir. —¿Terminaste?. —Pregunto Liam con dificultad, la respiración de ambos estaba acelerada al igual que sus corazones. Angie se escondió en su cuello, ya que se sentía avergonzada, su primer orgasmo, esos gritos y gemidos. ¡Dios, su cara!. Se dejó llevar a pesar de estar con ropa, sentía pena de verle a los ojos. —¿Estás bien?. —Liam levanto la cabeza de la castaña para ver que tenía. —Estoy bien. —Mordió su labio mirando a los ojos a Liam, con la habitación oscura no podía ver el color de sus ojos que tanto le gustaban. —¿Has estado con muchas?. —Liam no quiso contestar a esa pregunta, dio un suspiro mientras la acomodaba en sus brazos. —¿Son demasiadas?. —¿Eso importa?. —¿Qué te detiene a estar conmigo? —Que no eres un juego para mi Angie, te quiero para algo serio, no para un rato, quiero que vayamos lento. Angie soltó una pequeña risa, acababa de estallar en placer, como podía decir que iban lento si ella quería experimentar más que unos simples besos. —Lo sé, no vamos para nada lento, vos tenés la culpa, con tus labios vienes y me incitas, me provocas, me susurras que los haga míos. —Dejo un beso sobre ellos. —Tienes la culpa por tener los ojos más bellos que he visto y hacer que me pierda en ellos. —¿Yo?. —Pregunto incrédula. —¿Quién tiene una sonrisa baja bragas?. Liam soltó una sonora carcajada. —¿Qué has dicho?. —Lo escuche de Gabriela esta mañana, dijo que le diste una sonrisa baja bragas. —No lo sabía, no recuerdo haber cruzado mirada con ella, mucho menos sonreírle. —Bueno, ella te come con la mirada, mejor dicho todas parecen que quisieran lanzarse sobre ti. —Eso se escucha a celos. —No es celo, solo digo lo que veo, te tengo para mí, algo que ellas quisieran. —Yo sí siento celos. —¿En serio?, ¿de quién?. —De tu ropa, de ese collar que cargas, del labial que usas, de la toalla que te seca, tengo celos asta de tu celular. Gabriel se despertó con la necesidad de ir al baño, se encontró con la puerta medio abierta de su hermana, entro y solo vio a Amalia. ¿Dónde estará?, se preguntó entro y se sentó en la cama, Amalia ya hacía profundamente dormida, sus ojos se miraban hinchados, parecía que había estado llorando. No quiso despertarla, así que volvió a su habitación después de utilizar el baño, no entendía por qué ella se comportaba de esa manera, estaban jóvenes, él aún quería disfrutar un poco, si gustaba de ella, sin embargo, no quería nada serio o tan formal como ella lo pedí, quería seguir teniendo sus encuentros. Algo que Ximena y Amalia no entendía, ser novio no significaba que se casaría con una de ellas, ser novio solo era una palabra formal para poder descubrir otros placeres, para el ser novio era un título para poder besarse con esa persona, meter la mano bajo la falda y bueno tener relaciones. Los pensamientos de Gabriel eran erróneos, él creía que ser novio solo era un permiso para hacer lo que quisiera. Amalia no estaba conocedora de ese término que él usaba, para ella ser novios era el primer paso a una vida juntos, a compartir las metas y sueños, a apoyarse en cada uno y ver por el bienestar del otro, a estar en las buenas y en las malas, ya que eso reforzaría el noviazgo y los prepararía para el matrimonio. Tenía ciento de mensajes de Ximena, todos ignorados, compañeras de su clase comenzaron a enviarle mensaje, a pesar de no querer nada formal, tenía en mente la enseñanza que le dio su padre, y respetaba eso. No contesto ningún mensaje, solo miraba el de Lía. “Tu padre tiene razón, solo somos unos críos, lo que sucedió fue un error, es mejor que no se repita. Tu hermana es mi mejor amiga, no tienes idea de lo avergonzada que me siento, no puedo mirarla a los ojos, porfa deja las cosas como están, no debió de pasar”. Lía no quiso hablar con él en ningún momento, lo ignoraba si estaban solos y frente a los demás se comportaba como si nada, entendía que ella se alejara porque él no correspondía de la misma forma. Los días comenzaron a pasar, no insistió con Amalia, hizo caso a sus deseos, dejando las cosas como estaban, se concentró en las tareas y exámenes, una manera de despejar la mente, ya que Ximena fue expulsada de la escuela, sus días fueron más tranquilos. Podrían ser perfectos si sus compañeras no lo acosaran. Estaba emocionado por comenzar las ventas del huerto, siempre Julián se encargó de eso; sin embargo, su padre le informo que era su torno de aprender. Por otro lado, la castaña comenzó a enseñarle a Liam a nadar, después de varias noches donde se escabullía para estar junto a él, Liam le confesó su miedo al agua, le hablo de como fue su niñez y otras cosas. “Quizás en una vida pasada moriste ahogado”, fueron las palabras que ella utilizó cuando Liam se entraba a la posa. Aunque aún no flotaba, comenzó a tener más confianza, Angie era una excelente maestra, si él nadaba de un lado a otro se ganaría un beso de ella, si Liam se negaba, aunque le costara no obtendría besos por varios días. Liam no podía estar sin su nueva adicción, se esforzaba al máximo y estaba dando fruto. Amalia los acompañaba debes en cuando, a veces solo se quedaba en la casa para dormir, ya que en ocasiones se sentía indispuesta. Los días seguían muy tranquilos entre clases y quehaceres en la casa, visitas al restaurante de sus padres, paseo los fines de semana y, por el hecho de que las clases comenzaron a ser normales, sus domingos estaban libres. Todo estaba de maravilla, todo transcurría con normalidad, la felicidad se trasmitía con pequeñas sonrisas. ¿Qué podía salir mal? Su madre prepararía una cena, Gabriel y Angie amaban pasar el tiempo junto a sus padres y su abuela, el cumpleaños de la Señora Margaret estaba en la esquina, Angie y su abuela compartían el mismo mes. La castaña preparaba la casa, quería que estuviera lista para cuando sus padres llegaran, coloco velas aromáticas de canela, aunque no era la favorita de toda su familia, Liam amaba el olor a canela, puesto que eso le recordaba a su madre y ella solo quería complacerlo. —¿Te sientes bien?, te ves un poco pálida. —Le pregunto Liam a Amalia quién subía las gradas. —No, quiero vomitar, acabamos de probar unos sándwiches y ya estaban caducados. —Se tapó la boca reteniendo lo que subía. —Angie se encuentra en el baño de abajo. —Tuvo una arcada y quiso correr al baño, pero se sentía mareada. — voy a vomitar también, ella dejó un desastre en la cocina. Como logro subió las gradas y se encaminó al baño, Liam entro a la cocina y en efecto el suelo estaba totalmente sucio, en el baño se escuchaba a la castaña maldecir por el mal sabor que tenía. —Mi amor, ¿estás bien?. —Liam toco la puerta esperando que la castaña respondiera. —¡Noooooo!, grito la castaña alargando la o, se escuchó la palanca bajar y luego como ella se enjuagaba la boca. —Me intoxiqué. —Segura, ¿no estás embarazada?. —Bromeo Liam. —Segura, estoy con mi periodo, además que con ropa no puedes embarazarme. Liam se sostenía el cabello mientras se deshacía de lo malo que se metió a la boca, eso le pasaba por comer comida echada a perder, por andar abarcando a todo lo que se viera delicioso. Se miró al espejo, se miraba diferente, se sentía diferente.
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