Capítulo 36

2114 Words
Gabriel entraba con un paquete, al ver el auto de su padre corrió a ayudarle, entro a la cocina sin mirar por donde caminaba, el paquete en sus manos no le permitía ver el suelo, Liam se encontraba de cuclillas limpiando el desastre de Angie. —¡CUIDADO!. —Grito su padre quien caminaba detrás de él, Gabriel se deslizó soltando el paquete cayendo al suelo de espalda. Para suerte de Gabriel, Liam alcanzó a agarrar el paquete, este no sufrió ningún daño. —¿Estás bien?. —Liam coloco el paquete en la mesa para ayudar a Gabriel. Angie al escuchar el grito de su padre salió a ver miro al castaño y soltaron una carcajada al ver a Gabriel sobre el vómito sin querer moverse. —¿En qué estoy acostado?. —Pregunto con una cara de asco. —Díganme que no es lo que imagino. —¿Qué paso?. —Lucia al ver a su hijo se colocó con cuidado junto a él para levantarlo. Ángel quería ayudar, pero la risa podía más con él, se sostenía de la pared cagado de la risa, se contenía el estómago y limpiaba las pequeñas lágrimas que salían de sus ojos. —¡Ángel!, ayúdame. —Liam tomo la mano de Gabriel y de un jalón lo puso de pie. —Liam se contagió por las risas de padre e hija, ver como quedo Gabriel era lo casa más asquerosa y graciosa. Lucia trataba de no reírse, no quería hacer sentir mal a su hijo. —¿Qué paso aquí?. —Pregunto tomando trapos para limpiar. Liam le explico lo sucedido mientras Gabriel salía de la casa para quitarse la ropa y Angie iba por una toalla, no querían que dejara sucio por donde caminara. —¿No estás embarazada?. —Ángel miraba a su hija, perturbada. —¡Nooo!. —Angie ni siquiera lo pensó, ella respondió rápido, por las noches se escabullía en el cuarto de Liam, había besos, caricias, roses, pero jamás sexo sin ropa. Por más que ella quisiera, Liam siempre se resistía diciéndole que quería ir despacio con ella. —Cariño, me ayudas por favor. Lucia le entrego unas bolsas a su hija, subió las gradas y se dirigió a su habitación. —¿Amalia?, ¿te encuentras bien?. Después de vomitar por el mal sabor que le dejo el sandwich, Amalia se recostó en la cama sintiéndose muy mal, al parecer se durmió un rato porque no recordaba en qué momento cerro los ojos. —Sí, creo que me dormí. —Abrazo a Lucia como siempre lo hacía. —¿qué prepara de comida?. —Las fajitas que tanto te gustan. —Amalia sonrió y dio aplausos, estaba fascinada con la comida de Lucia, ya que ella preparaba todo con amor, el sabor era especial en cada platillo. Lucia se sostuvo de la pared, sintió un pequeño mareo, Amalia al ver eso la tomo de la mano. —¿Se encuentra bien?. Lucia sonrió y asintió con la cabeza mostrando una gran sonrisa. —Lo estoy, ven ayúdame con unas cosas. La señora Margaret platicaba con Lucia de todo lo que había ocurrido en los últimos días. Lucia la miraba con tristeza, aquella señora con la sonrisa más dulce se miraba apagada, sus ojos que siempre tenían un brillo se encontraban opacos, el tiempo para ella se estaba acortando desde que don Antonio partió de su vida, ella ya no sonreía como cuando él estaba. Se encerraba en su cuarto, ya no pasaba el tiempo en familia por las razones de querer dormir para recuperar sus energías, salía al huerto para distraerse un poco de sus recuerdos tantos años con su esposo y ahora él ya no se encontraba. Lucia espera que la noticia le alegrara y que fuera un motivo para no dejarse morir tan pronto, cuando era la hora comenzó a preparar la cena junto a toda su familia. Más que feliz, ella se encontraba extasiada, sus hijos, su esposo, la señora Margaret eran las personas que más amaba, tener a Lía complementaba su sueño de tener una familia numerosa, Lia era parte de su familia desde que era una pequeña, la amaba como amaba a sus hijos. Y ahí está Liam platicando con Ángel, como otro integrante de la familia miraba a todos desde la mesa donde cortaba los chiles, no dejaba de sonreír al ver que esa casa estaba llena de felicidad. Angie vio a su madre observar a cada uno mientras sonreía, por alguna razón ella sintió eso que su madre sentía, la felicidad de ver a toda su familia junta y que el ambiente se llenara de amor. —Es maravilloso cuando nos encontramos todos reunidos, ¿verdad?. —Se dirigió a su madre, quien la abrazo y le dio un beso. —Odio estar alejada de ustedes tanto tiempo. —Lo sé, mamá, también odiamos cuando nos despedimos. Amalia, no se sentía muy bien, miraba la comida que aún se preparaba, comienzo a sentir náuseas de nuevo, miro a su amiga y ella se encontraba bien, subió a la habitación y tomo su celular, quería estar segura de la fecha en la que se encontraba. Ya había pasado cuatro días y su periodo aún no había bajado, los síntomas comenzaron unos días atrás, no podía ser eso. —Tuvo que bajarme el 26 —Decía viendo el calendario. —Solo es un atraso, si eso es un pequeño atraso. Salía del cuarto con el corazón acelerado, en sus manos llevaba una prueba de embarazo, el día anterior decidió comprar la prueba, ya que quería salir de las dudas. Pregunto a la señora Margaret sobre que es lo que ella sintió cuando estuvo embarazada de su hija, también a Catalina, ambas confirmaron. “Las nauseas, los mareos y el sueño excesivo, lo normal es que te des cuenta al mes, hay mujeres que a los quince días comienzan a sentir los síntomas, claro son pequeños cambios que ni siquiera te das cuenta”. Treinta de abril, marcaba su celular 20 días exactos desde que estuvo con Gabriel, miraba la prueba esperando que diera negativo. —¿Lía?. —Se escuchó la voz de Angie. —¡Ya salgo!. —Amalia guardo todo en la caja y la metió al basurero sin mirar el resultado, no quería ser descubierta por su amiga, así que trato de taparla con papel, se lavó las manos tratando de controlar su respiración, abrió. —¿Sí?. —Mamá está en el baño, solo quiero cambiarme la toalla. La castaña entró a prisas sin percatarse de lo pálida que se encontraba su amiga. Unos momentos después ya todos se encontraban en el comedor, Lucia servía los platos más emocionada de lo que se encontraba momentos antes. La cena se llenó de anécdotas, cuentos, recuerdos, e historias mil veces contadas, la risa se escuchaba asta en el establo, aquel olor a hogar acogía a todos. Ver a esa familia te causaba envidia, celos, los mismos que Liam sintió el primer día, ver los unidos y felices que eran te hacía pensar que jamás conocieron el dolor, el sufrimiento ni el miedo. El deseo de formar parte de esa familia te carcomía parte por parte, haciendo que la ansiedad creciera aún más, una obsesión no dañina, un sueño por el cual correr y robarlo. —Feliz cumpleaños, abuela. Angie le entrego un regalo a la señora Margaret, al igual que todos. —Gracias, pequeña. La ancianía abrió el regalo sacando un suéter con una imagen en la parte de enfrente. Ángel abrazó a su abuela o como él le llamaba a su madre. —Sé que lo extrañas mucho y también lo hacemos mamá, si él estuviera aquí sé que se molestaría verte triste, él siempre mencionaba que amaba tu sonrisa, que adoraba escuchar tus carcajadas. La señora Margaret comenzó a llorar abrazando el suéter donde estaba la imagen de su esposo junto a ella. —Es para que lo lleves contigo siempre. Le dijo Gabriel. —el abuelo está en nuestros corazones acompañándonos en cada paso. —¡Gracias!. —abrazo a uno por uno agradeciendo por el detalle. —Es hora de partir el pastel. Lucia tomo la caja que había guardado en el refrigerador, agarro el paquete donde tenía una sorpresa. —Yo ayudo. —Amalia se puso de pie y siguió a Lucia. Liam junto a Angie limpiaron la mesa para que Amalia colocara el pastel en el centro con dos velas, miraban el pastel con deseo Angie ya estaba babeando. —Se ve delicioso. —Paso su dedo en una orilla y se lo llevo a la boca. —¡Cariño!. Lucia le dio un golpe en la mano evitando que volviera a pasar el dedo. —¿Y tu padre?. —Se fue a cambiar, dijo que la ropa no le permitía comer más. Ángel entró al baño para tomar el papel que guardan, ya que el baño de su habitación no tenía, por accidente golpeo el basurero y este cayó expulsando el papel dentro de él con una caja que decía prueba de embarazo. Tomo aquella caja sorprendido, al ver que decía positivo se quedó atónico, se quedó parado viendo la prueba dudando si era verdad lo que veía. Cuando reacciono bajo asta donde se encontraban todos, miro a su hija decepcionado y a Liam con ganas de partirle cada hueso de poco a poco. —¿Me pueden explicar que es esto?. —Un termómetro. — Dijo Gabriel sin saber que era. —Una prueba de embarazo. —Leyó Liam. —Mío no es. —Dijo Angie al ver como su padre la miraba. —¿Dónde la encontraste?. —Pregunto Lucia. —Quiero que me digas la verdad Angie Lizeth, ¿estás embarazada?. —¿Qué?. —Se escuchó varias voces. —No, por supuesto que no. —¡Liam!, confíe en ti y así me pagas. —Señor Ángel, no es lo que imagina yo, no la he tocado de esa manera en la que está pensando. —Pero si la has tocado. —Sí, no, bueno. —Mejor cállate, esta prueba de embarazo salió positiva, ¿no creo que sea de tu madre?. Todos los ojos se dirigieron a Lucia, menos un par de ojos que comenzaron a llenarse de agua. Amalia estaba casi temblando, lo había olvidado, tenía que esperar aproximadamente cinco minutos para saber el resultado, ya que fue interrumpida por su amiga, no tuvo la oportunidad de salir de la duda; sin embargo, en ese momento Ángel le dio la noticia que tanto temía. —¿Positiva?. —A penas y se escuchó la voz de Amalia, gracias a que todos tomaron silencio mientras esperaban la respuesta de Lucia, su voz se escuchó muy clara aunque suave. Angie voltio a ver a su amiga quien temblaba como si estuviera haciendo frío, comenzó a llorar sin responder. —¡Por Dios!, ¿es tuya?. La castaña abrió los ojos al igual que su boca llena de sorpresa, jamás espero ni imagino que su amiga sería madre tan joven ni siquiera sabia que iba en serio con el amor prohibido. Ella creía que el joven no correspondía y, ya que Amalia no le hablo de él, imagino que aquello no había funcionado. —¿Estás embarazada Amalia?. Preguntó Ángel sorprendido, Lia no decía nada, ella estaba en shock llorando y pensando que iba a hacer de su vida, ni siquiera sabia cuidarse sola menos iba a cuidar de otro ser. Tendría que dejar el estudio y buscar un trabajo, la iban a correr de casa, levanto la vista conectando con Gabriel, quien tenía el entrecejo fruncido por la preocupación. —Dime quién es ese idiota que te embarazo, ¿es el mismo que te hizo llorar hace semanas?. —¿Cómo que la hizo llorar?, Amalia responde ¿quién es el idiota que no se cuidó? Voy a buscarlo y voy a matarlo como se atreve tocar a una de mis hijas. Voy a hacer que se arrepienta. —Ángel se miraba furioso, aquellas palabras no parecían una amenaza, era un hecho que Ángel mataría al responsable. —Cariño tranquilízate. —Le dijo Lucia sin saber si estar más feliz o preocupada por Lía. —Dime el nombre completo, voy a buscarlo en este mismo instante. —Ángel tomo las llaves de su auto, Angie miraba a su padre y estaba de acuerdo con él. —Amalia, dime quién es el imbécil que te embarazo, voy a cortarle las bolas por idiota. —Suficiente. —Grito Lucia abrazando a Amalia, quien parecía que se iba a desmayar.
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