Me llevo una enorme sorpresa al leer aquellas palabras que ha escrito mi madre. No son cartas como tal, más bien parecen ser hojas arrancadas de su diario. Estoy completamente segura. Me siento frustrada por no avanzar nada en la búsqueda del laberinto en el que el asesino nos ha metido a mí y a Marian. Al cabo de unos minutos decido dormir, todo sigue su curso mientras que en mis sueños lucho a vida o muerte contra una fuerza maligna. A la mañana siguiente, después de prepararme, no puedo dejar de pensar en el beso que me dio Aarón. Él ya tiene una relación sentimental, y eso me confunde. En su clase estoy la mayor parte del tiempo distraída, después de todo, lo que está enseñando yo ya me lo sé de memoria. Las clases transcurren como si nada. De vez en cuando los profesores me miran

