3

2625 Words
Aura no deja de reírse ante mi cara de asombro. Está confundida. Esa rubia sonriente que parece salida de un cuento de hadas, simplemente se está burlando mí y por la razón que sea, me siento avergonzada. —¡No pongas esa cara! —Aura intensifica su sonrisa—. Es una escena de la obra de teatro en la que voy a actuar como protagonista; soy actriz en mis tiempos libres. —¡Cielos! —Suelto una pequeña risa nerviosa—. Me has pegado un buen susto. —Ojalá puedas venir a verme. Será mi despedida temporal ya que entraré a estudiar aquí —Aura tira al suelo la rosa roja y me guiña un ojo. —Será un placer. —Sé que es muy extraño ya que apenas nos conocemos, pero nadie asistirá, al menos nadie de mi familia —Por breves momentos parece que su voz se vaya a quebrar, pero de inmediato recobra la firmeza de su voz. —¿Están ocupados tus padres? —Pregunto con cautela, no quería hurgar demasiado en su vida. Aura guardó silencio y la expresión de su rostro cambia a una más melancólica; en sus ojos hay rabia, frustración y odio. Entonces comprendo que su sonrisa y sus expresiones de felicidad, no son más que máscaras escondiendo su realidad. —Mi madre murió cuando yo nací y mi padre me ha culpado toda la vida por ello. Él, hace dos años falleció en un accidente automovilístico: conducía a toda velocidad por Orange, estaba drogado y acabó en un barranco —Encoje los hombros como si no tuviera la menor importancia—. Supongo que él se lo buscó. Yo sé lo que es no tener una madre. La diferencia entre ella y yo, es que yo sí tengo un padre que se preocupa por mí y Aura está sola. —Lo siento —me disculpo inmediatamente por lo incomodo de la situación. —Descuida, la razón por la que te lo cuento es porque mientras la directora y el ama de llaves revisaban los archivos, escuché que hablaban acerca de una chica a la que asesinaron a su madre —Aura me mira fijamente—. Alguien que se apellida Filderman, o sea tú. No te lo tomes a mal, pero me sentí unida a ti por el dolor, y aunque no es lo mismo: tenemos eso en común. —Vaya, eres espía —suelto un suspiro mientras Aura saca algo de su bolso y me lo extiende—. ¿Qué es? —Es una entrada para que vayas a verme. Es este sábado a las ocho de la noche en el teatro Vendell —me explica con verdadero entusiasmo. Aura me mira de una forma extraña. Guardo silencio unos segundos antes de responder. Aunque no la conozca muy bien, el teatro lo conozco y me hace falta una distracción. —No queda lejos de mi casa. Seguro que iré. —Te estaré esperando con ansias, Blody —Un brillo muy extraño se cuela en los ojos de Aura, dándole un toque siniestro. El teatro Vendell está a veinte minutos de mi casa. Recuerdo que cuando tenía cinco años mis padres me llevaron a ver una obra titulada «El desfile de la rosa». Me quedé enamorada del teatro. También recuerdo que mi madre me cantó durante el camino de regreso a casa la misma melodía que me cantaba cuando dormía. —Creo que ya es hora de que entremos en la capilla, no hay policías alrededor —Aura me saca de mis pensamientos mientras se acerca al candado. —¿Sabes cómo entrar? —pregunto cruzándome de brazos. —Blody, lo que tienes que saber de mí, es que no hay puerta que se me resista. Y diciendo esto se quita un pasador del cabello y empieza a moverlo dentro del candado. Años atrás yo había hecho mis intentos imitando lo que había visto en una película de acción que vi con mi padre, pero jamás lo conseguí. Al observar cómo lo hace ella, una parte de mi piensa que va a fracasar, ya que es una habilidad que podría considerarse todo un arte. De pronto se escucha un clic y Aura tira de las cadenas que sujeta el candado. —Me sorprendes. He pensado que no podrías y que solo estabas haciendo el tonto —confieso. —Mujer de poca fe —me sonríe empujando la puerta con sus dos manos, pero la sorpresa llega cuando no se abre, tal y como esperábamos— ¡Mierda! —Al menos lo hemos intentado —Me doy la vuelta y miro en todas las direcciones para cerciorarme de que ningún policía se ha dado cuenta de lo que estamos haciendo. Aura no me contesta. Me sorprende ver cómo empieza a buscar entre los arbustos que rodean la capilla y que prácticamente estaban pegados a ella. Me doy cuenta de que al lado tenemos una enredadera enorme. —¡Lo encontré! —Aura grita mientras pulsa algo que está debajo de un arbusto y enseguida se escucha el crujir de una puerta—. Las puertas antiguas, en algunos conventos, tenían un mecanismo diferente para sus puertas. Escondían una palanca que solo pocas personas sabían dónde encontrar; era una medida de seguridad. —Me parece que leí algo similar en un libro de arquitectura clásica —comento mientras nos dirigimos a la entrada principal. Cuando entramos a la capilla me sorprendo mucho; si no fuera por los rayos del sol que se filtran a través de las ventanas, sentiría un poco de miedo. Todo está muy bien cuidado y limpio, no hay rastro de polvo. Frente a nosotras hay dos filas con seis bancos alargados cada una; junto a las ventanas hay unas gárgolas que en mi opinión parecen pequeños demonios. Al fondo, frente a nosotras, hay algo que me pone los pelos de punta: se trataba de un altar; una mesa de dos metros cubierta por una enorme tela roja. En la parte superior hay colgada una cruz invertida. Pero lo que más me llama la atención es una rosa roja que descansa sobre la mesa. Parece recién cortada. Cuando me dispongo a tocarla, un pequeño grito de Aura me saca de mi trance: —No puedo creerlo —murmura mientras observa el techo—. Blody, ¿crees que esto es para un culto satánico? Antes de contestar, alzo la mirada para ver que es aquello que la deja tan sorprendida. No le he prestado atención al estar entretenida con los detalles terroríficos de la parte inferior. Cuando por fin observo con atención el techo, me percato de que se trata de una pintura enorme: una réplica de La barca de Dante, también conocida como Dante y Virgilio en los infiernos. Es una de las primeras pinturas del autor francés Eugéne Delacroix, realizada en 1822 en la que se encuentran personajes del infierno de la obra La Divina Comedia de Dante Alighieri, actualmente expuesta en el Museo del Louvre en París. —No lo creo, tal vez lo pusieron porque quedaba bien el arte —trago saliva—. Lo que me parece fuera de lugar es la cruz invertida y las gárgolas. —Pues religioso o demoniaco, no pienso volver a este lugar, me da muy mala espina —Aura se acerca a la salida y se asoma con cuidado—. No puedo creer que tengan algo como esto en la universidad. —Esto antes era un convento, lo debieron dejar por respeto a la arquitectura del lugar, pero... —Blody, lo mejor será que nos vayamos. Algunas chicas se están dirigiendo al estacionamiento por lo que veo; ya ha debido acabar la junta —me dice rápidamente. —Bien —respondo con escalofríos al darme la vuelta. Al salir, Aura se encarga de cerrar de nuevo la capilla, dejándolo todo tal y como estaba cuando hemos llegado. La señorita Lilith está entregando a las chicas un sobre tamaño carta. —Me largo —habla Aura al tiempo que saca una hoja y comienza a apuntar algo en ella— No me interesa mucho ese sobre, pero si contiene algo importante ya me lo dirás tú. Este es mi número de teléfono —Si estás tan segura lo haré —cojo el papel y Aura se acerca a mí para darme un beso en la mejilla—. Nos vemos el sábado. —Te estaré esperando, recuérdalo bien, Blody —Aura me sonríe y se va corriendo hacia el estacionamiento. Me dirijo hacia el ama de llaves para recoger el sobre y como era de esperar, fui una de las últimas en recogerlo: todas se estaban marchando a casa. —Es la última, señorita Filderman —La señorita Lilith me tiende un sobre blanco con el sello de la universidad—. Básicamente contiene el reglamento, los horarios, un mapa de las instalaciones, las materias y algunas actividades extracurriculares. —¿Es todo? —pregunto con cautela. —Sí, es todo, puede retirarse —responde con un tono de voz altanero. ¡Menuda esnob! —Hasta luego —Me despido y me doy la media vuelta para emprender mi camino de regreso a casa. —Una última cosa, señorita Filderman —Me detiene el ama de llaves con su voz— ¿Sabe algo acerca del infierno de Dante? Me quedo paralizada ante su pregunta. ¿Sabrá que hemos estado dentro de la capilla? «Imposible, Blody», me digo. Nadie nos ha visto entrar ni salir: tiene que ser una coincidencia. Puede que solo le guste el tema y quiera compartirlo. Solté un ligero suspiro y me di la vuelta para estar cara a cara con ella. —Claro, sé algo del tema. Es la primera de las tres cánticas de La Divina Comedia —respondo con voz monótona. —Respuesta correcta, Filderman —me dice con un tono de voz tan hostil que de inmediato me hace sentir incomoda—. Tenga cuidado, no tardará mucho en oscurecer y ya sabe lo que ha pasado sobre... —El asesino A Corazón Abierto, ¿cierto? —Termino la frase por ella. —Sí, informamos a los padres de familia sobre la situación. No tienen de qué preocuparse: la Universidad Clart From cuenta con un nivel de vigilancia excelente que debido a los múltiples asesinatos se ha reforzado. Hace dos semanas se instalaron cámaras de seguridad por los pasillos del plantel, así que no hay nada que temer —me explica y no puedo evitar fijarme en su ligero temblor de manos. —Gracias por la información. —Suerte, señorita Filderman, que tenga un buen regreso a casa. Conduzca con cuidado y... —Guarda silencio unos segundos mirándome fríamente. —¿Sucede algo malo, señorita Waney? Desvía su mirada hacia algo detrás de mí, en dirección hacia el bosque. Le tiemblan las manos y parece que haya visto un fantasma porque en un abrir y cerrar de ojos empieza a palidecer. —No sucede nada —se cruza de brazos y me lanza una última mirada amenazadora—. Cuide sus pasos, a él le gusta acechar a sus víctimas. Tras esas palabras se marcha dejándome sola, sintiendo que algo o alguien me observa desde el interior del bosque. Cinco días después, me despierto sudando. Una nueva pesadilla. Esta vez me encuentro de pie en medio de aquel bosque que siempre me ha causado temor. Al principio mi vista no es muy buena, pero poco a poco se acostumbra a la penumbra. La luna está en lo alto, espectadora de algún crimen. Mi mente empieza a dar vueltas y siento nauseas, pero todo eso desaparece cuando lo veo a él, parado frente a mí. En un principio parece ser una sombra que se mueve entre los árboles, pero conforme empieza a caminar hacia mí, parece más visible. Intento correr, salir huyendo, pero mis piernas no responden a mis suplicas mentales. Bajo la mirada para pellizcarme y reaccionar, pero cuando alzo la vista de nuevo aquel individuo ya no está, ha desaparecido. Suelto una pequeña risa pensando que todo fue un juego cruel de mi mente, cuando unas manos me cogen del cuello y empiezan a ahogarme. Entonces despierto. Enciendo torpemente la lámpara de mi cuarto y observo la hora que marca mi despertador: son las 4:00 am. Tengo la boca seca y mi corazón se aplaca poco a poco. Me levanto para tomar un vaso de agua, lo necesito con urgencia. En cuanto salgo de mi habitación y bajo a la cocina, escucho el crujir de los escalones de madera. Me giro para verificar si mi padre se ha levantado, pero para mi sorpresa no hay nadie, solo yo. Entro en la cocina y me tomo un vaso de limonada fresca. Mientras trato de organizar mi mente, escucho un pequeño golpe en la pequeña ventana que da directamente a nuestro patio trasero, pero decido ignorarlo y regresar a mi cama. Tengo la seguridad de que se trata del viento. Vuelvo a escuchar un golpe ligero en la ventana, como si alguien estuviera lanzando piedras. Entonces me acerco y corro la cortina rosa, la misma que mi madre había elegido antes de casarse, según me contaba mi padre, pero no hay nada ni nadie, solo un silencio ensordecedor que lo envuelve todo en su manto. Creo que necesito descansar así que empiezo a cerrar la cortina cuando algo llama mi atención y me pone en alerta: uno de los columpios, el mismo que me regaló cuando era niña, se mueve. Mi primera idea es pensar que aquel movimiento está provocado por el viento, pero al alzar la vista veo que los árboles están tranquilos. De pronto, el segundo columpio empieza a moverse con más fuerza, cogiendo altura, como si alguien estuviera columpiándose, y después le sigue el otro. No puede ser el viento. Las manos empiezan a sudarme, cierro los ojos y cuento hasta seis. «Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... ¡Abre los ojos, Blody!», me digo. Cuando por fin lo hago, los columpios están intactos, no se mueven. Suelto una pequeña risa ante lo traicionera que resulta ser mi mente y mi imaginación. Subo a mi habitación y me recuesto en mi cama intentando volver a dormir, pero no tengo éxito.  A la mañana siguiente, en cuanto dan las 7:00 am, me levanto para darme una buena ducha de agua caliente. Al bajar a desayunar me encuentro con mi padre que ya se marcha del comedor. —¿Hoy también te vas temprano al trabajo? —le pregunto tomando asiento en el comedor. —Me temo que si, hija. Tom no tardará en venir a buscarme, tenemos mucho trabajo con la guerra que está dando el asesino A Corazón Abierto. También tengo que revisar unos archivos del caso de tu madre, creo que puede estar relacionado con él, por la forma en la que la encontramos muerta —me explica mi padre con la mirada perdida. —Entiendo —me muerdo el labio inferior. —¿Hoy terminarás de empaquetar lo que te haga falta, cierto? —me pregunta mi padre tratando de cambiar de tema. Sabe que me siento mal y se lo agradezco profundamente. —Sí, me faltan algunas cosas, creo que estaré ocupada todo el tiempo —sonrío sin muchos ánimos. Mi padre guarda silencio unos segundos y después se acerca a mí, me da un abrazo y un beso en la frente. —Estoy muy orgulloso de ti, cariño —Los ojos de mi padre parecen tristes—. Quiero que tengas mucho cuidado, ese asesino anda suelto. Todo el país está enterado. Constantemente se están emitiendo comunicados para alertar a las personas. Pronto le pisaremos los talones y lo capturaremos. —Descuida papá —le sonrío—. Mantendré los ojos bien abiertos. Mi padre se dirige hacia su cava de vinos personal; del último cajón de abajo saca una caja de madera y me la da. Me sorprende su contenido. —¿Un gas pimienta? —Abro los ojos como platos tratando de contener la risa—. Una pistola sería mejor. —Sabes que no es posible. Quiero que lleves encima esto todo el tiempo; no quiero que te pase nada malo. Sé que sabes defensa personal pero... —Vale, ya lo entiendo. Te prometo que esta cosa será mi fiel acompañante —contesto sabiendo que en el fondo solo quiero bromear con él. —Gracias, hija —me dice con un semblante más tranquilo. Mi padre se despide con un último abrazo dejando un eco espantoso en nuestra casa. Decido desayunar poco porque todo este tema del asesino, en el fondo me tiene preocupada. Cuando termino de hacer todos mis deberes prosigo empaquetando algunas cosas. Solo me quedan algunos libros. Estoy a punto de marcharme cuando me acuerdo de un libro de romance que a mi madre le gustaba leer: Eterno corazón. Lo cojo, y justo al hacerlo, una carta se cae de su interior al suelo. Me parece extraño. Lleva mi nombre escrito. Reconocería mil veces aquella letra: es la letra de mi madre; al parecer me dejó un mensaje antes de morir; un mensaje que estoy a punto de conocer.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD