Capitulo 2 - Presentación.

4499 Words
  En las gradas todos gritan, yo solo veo de un lado a otro él como mi hermano juega. Todo en mi mente es un completo desastre, un vaivén de emociones, yo creo, que… me precipite. . Observo fijo a papá, esta con la mirada perdida sentado en el sofá, en su regazo un álbum de fotos, el de su boda con mamá. Lo veo totalmente perdido, tan perdido que ni siquiera ha notado mi presencia, ni siquiera me escucho cuando le llame. Camino y me siento a su lado, me mira, una sonrisa de lado, toma mi mano y la apretuja. –Lo siento, Bella, no debí, yo no debí... –trago grueso, suspiro. –Lo haré papá, aceptare ese contrato –digo sin más, me digo una y otra vez que me lo piense nuevamente, espabilo. –Todo por mamá, ella es mi deber, sin ella, mi vida no sería la misma –digo en un hilo de voz, siento una fuerte presión en mi pecho, tomo una bocanada le miro fijo. –Llama a los alemanes diles que aceptas el trato. –Isa... –niego y sin esperar más palabras de su parte me marcho. Con mis pies arrastrados camino nuevamente hasta mi habitación. Cierro la puerta y me dejo caer al suelo poco a poco. Estoy completamente desorbitada, ¿Cómo es que todo cambia de un momento a otro? ¿Cómo es que una cosa termina y otra nueva comienza así sin más? ¿Por qué a mí? ¿Por qué siempre yo? La decisión que hace un largo rato tome, me tiene fuera de este mundo. La sola idea de pensar en un matrimonio organizado, nunca llego hacer algo que estaría en mis planes. Un matrimonio por conveniencia monetaria, un matrimonio que ayudara con la salud de mamá, un matrimonio con la sola intención de sacar a papá de una quiebra, y ya... Al escuchar que todas las personas gritan gol reacciono. Veo a mi Derek celebrar con sus amigos, su mirada me encuentra y con un gesto de confusión me mira. Espabilo y de inmediato me levanto y comienzo a gritar como loca, aplaudo y le lanzo besos, el ríe y sigue celebrando. Al terminar su partido de tres a dos con el equipo donde pertenece mi hermano ganando, las personas corren hasta el campo verde a celebrar con el equipo ganador. Yo perdida en mis pensamientos me quedo sentada viendo a la nada, una mano en mi hombro me hace reaccionar, veo a Derek sonriente y cansado, le doy una sonrisa y le abrazo. Busco un chocolate en el bolsillo de mi suéter y se lo entrego, le doy un beso y ahora ambos estamos sentados viendo a la nada en total silencio. –Felicidades pequeño, se lucieron esta noche –toma mi mano haciéndome voltear. –Isabella, crees que no me di cuenta –le miro fijo. –Estuviste ausente en todo el juego, ¿Ocurre algo? –niego y le doy una sonrisa. –Solo prométeme que tome la decisión que tome, tú me vas apoyar, Derek –confundido me mira, se levanta y se coloca frente a mí. –Bella... ¿Qué ocurre? –niego. –Sé que soy menor que tú y que no entiendo aún mucho de las decisiones de la vida, pero por lo menos en algo debo entenderte, ¿no?  Su mirada fija y sus palabras maduras me sorprenden. Para ser sincera mi hermano es como especie de mejor amigo, siempre le cuento mis cosas, aunque no son tan relevantes, él me escucha. –Papá –susurro, este suspira. –Tiene problemas con la empresa y está a solo un empujón de perder todo, Derek –nuevamente se acerca a mí, con la preocupación plasmada en su rostro. – ¿P–pero? ¿Y mamá? ¿Su tratamiento? –sonrió, después de todo mamá también se pasea por su mente. –Yo... Ayudare a papá. – ¿Trabajaras con él? –la confusión tiñe sus facciones. –Pero, Bella si a ti no te gusta involucrarte en los negocios de papá.  Le miro y niego, mi vista va al frente, mis dedos inquietos sobre mi regazo, niego un par de veces, tomo una bocanada de aire, expulso todo: –Yo... Creo que me voy va a casar Derek – ¿Cómo que crees? ¿Qué hablas? –Yo... Debo casarme con el primogénito de un socio alemán de papá –asombro y confusión plasmada. –Ellos se ofrecieron ayudar a papá con el problema de la empresa a cambio de… – ¡No Isabella! ¿¡Estas locas!? –el fuerte grito de Derek me toma por sorpresa. – ¿Cómo puedes hacer esa locura? Debe haber otra forma, no simplemente casarte, ¿te estas escuchando? Por Dios, ni siquiera conoces al tipo –exasperado se aleja y camina de un lado a otro. –Solo tengo quince años, pero estoy cuerdo, ¿vale? –trago grueso. –No, yo no pretendo apoyarte, lo siento, pero no –intentando calmarlo un poco, me acerco y tomo sus manos, hago que me mire fijamente. –Lo hago por mamá, yo no quiero dejar de luchar por ella, todo es por ella, Derek, por favor comprende –niega repetidas veces. –Derek... –No, sabes que mamá te dirá que no –dice tajante, así sin más. –Ella no te apoyará, te ama tanto que no lo hará. –Pero tú me ayudaras a que sea todo lo contrario, ¿sí? –vuelve a negar, se niega rotundamente. –Por favor Derek, tu no, tu no me dejes sola con todo esto por favor. – ¿Cuándo dejaras de pensar en los demás? ¿Por qué no piensas en tu bienestar? Hay tantas maneras de solucionar las cosas, no solo ir y casarte con un jodido desconocido, que no sabemos cuáles son sus verdaderas intenciones. –Derek... –me deja atónita, siento el nudo en mi garganta. –Sé que debo pensar en mí, pero desde que mamá, enfermo, no pienso en nada mas, que en ella –ya para este momento me es inevitable no echarme a llora. –Es mamá, sabes cuán importante es para mí. –Y para mí, Bella –asiento levemente, él suspira, se acerca y me abraza. –Todo es por ella, Derek –los sollozos de mi parte no tardan. –Ella aún puede curarse lo sé, todo lo decidí, pensando en ella. Me abraza aún más, susurra que todo estará bien, que se lo pensará mejor y nos separamos un poco. Se suponía era una noche feliz por su triunfo en el juego de hoy, pero termino siendo una noche llena de lágrimas. Después de calmarnos y no hablar más del tema caminamos hasta donde se encuentra Lobardo. Ambos entramos en el coche y de camino a casa ninguno de los dos dijo palabra alguna. No llegue a pensar que mi hermano, reaccionaria de esa manera, lo creí de todo el mundo, pero no de él. _ Al llegar ambos nos despedimos de Lobardo, noto el coche fuera de casa, y entramos a esta. El corazón latiendo con fuerza al escuchar algunas voces provenientes de la sala, al pasar por ese lugar mi corazón se calma al ver a mi tío Hugo, el hermano mayor de mamá. Derek corre hasta él y lo abraza, yo sonrió y camino hasta él, al separarse de Derek, me rodea con sus brazos dándome un gran abrazo, nos separamos y me toma de los hombros. Su rostro con total preocupación, de seguro ya papá le contó, ambos estaban hablando antes de nosotros entrar a la sala. –Tío Hugo, ¿Qué tal estas?  –Bien muñeca –esboza una corta sonrisa. –Estoy acá por que quise ver a tu madre, solo hable unos minutos con ella, tomo su cena y ahora duerme, ¿qué tal el partido de hoy?  –Ganamos tío, somos los mejores –Derek le da la noticia.  Nuestro tío ríe, papá se acerca hasta Derek para abrazarlo, pero un repentino rechazo de parte de mi hermano lo sorprende. Se va de la sala y solo quedamos papá, el tío Hugo y yo, los veo a ambos, papá totalmente confundido. –Él lo sabe papá –comento. –Debía contarle, no quiero que se entere de otro modo –asiente cabizbajo, mi tío toma mi mano y ambos tomamos asiento en el sofá. –Nena –sé que vendrá con un sermón, suspiro. –Tu padre me ha contado todo ¿Estás segura de lo que has decidido? –negando y sonriendo lo confunde más. –Maia, debiste pensar mejor las cosas, ¿ok? –Es por mamá tío –digo sin más. –Sé que tu serias el primero en evitar eso, que yo me case así sin más, pero se por lo que ahora pasas, y lo prometo tío estaré bien, solo será un año, es por ella, lo sabes –me abraza. –No estoy muy de acuerdo –dice sin más. –Pero, aunque no lo quiero aceptar, es cierto, tu madre necesita mucho en este momento, tengo la esperanza de que Magnolia se cure de ese maldito cáncer. Me siento de brazos cruzados por no poder ayudarles, es mi hermana, mi única hermana, el solo pensar que ella... –negando tomo sus manos. –Maia, piénsatelo por un momento, ¿sí? –Bien, me lo pensare, aunque sé que, nada cambiara –suspiro. –Todo estará bien tío, no tienes por qué sentirte de esa manera, solo espero que estés ese día a mi lado –me encojo de hombros. –El que las personas que más quiero estén a mi lado, harán un poco menos desdichado ese día.  Sonríe y asiente, papá no dice ni una sola palabra, Rudy aparece para decirnos que la cena esta lista, tío Hugo se quedara a compartir la cena con nosotros. _ Ya en la mesa Derek está más ausente, ni siquiera mira a papá, juega un poco con su comida. pero después de todo termina por comer toda su cena. Todo está silencioso, nadie dice nada, todos con la mirada en el plato de comida, yo con poco apetito no termino de comer todo. Tomo un sorbo de agua y disculpándome me levanto de la mesa, me retiro y tomo camino a mi habitación, no sin antes ver rápidamente a mamá, la veo dormida plácidamente, la cubro más con su manta y dejando un beso en su frente salgo de la habitación. Al llegar a la mía, me despojo de toda mi ropa, entro al cuarto de baño y abro la ducha. Al sentir el agua fría caer por todo mi cuerpo cierro mis ojos, me quedo por unos minutos solo disfrutando del agua, cierro mis ojos y dejo que caiga en toda mi cara. Mis hombros comienzan a temblar, las lágrimas bajan, pero el agua las oculta, lloro y lloro, mi pecho duele, mi cabeza está a punto de estallar, la palma de mi mano golpeando la cerámica blanca. Quiero gritar tanto, que mi garganta duela, pero callo, simplemente me trago todo lo que me está doliendo. Al cabo de unos minutos salgo, cubro mi cabello en una toalla pequeña, mi cuerpo con otra y salgo a la habitación. Me sorprende el ver a papá frente a una cartelera de corchos donde tengo todas mis cosas, fotos, poemas e incluso pequeños posters de mis cantantes favoritos –Jaymes Young, Lord Huron y Sam Smith–. Papá voltea, me sonríe y se acerca a mí, ahuecando mi mejilla, me abraza, yo estupefacta por su cariño, siento como tiembla, me separo de él y veos sus ojos rojizos y con lágrimas en ellos. –Papá, ¿Qué?... –Lo siento tanto Isabella –le miro estupefacta en mi lugar. –Hija perdóname por todo esto donde te estoy metiendo, no lo mereces, de verdad que no –suspira, me mira fijo, yo siento ese nudo una vez más en mi garganta. –Tu mereces ser feliz y yo te estoy arrebatando todo, perdóname –verle llorar es algo que me toma por sorpresa, le miro fijo. –Papá –lo tomo de la mano y ambos nos sentamos al borde de la cama. –Quisiera decir que te tengo rabia, odio, no lo sé, pero no es así, creo en los sacrificios, sé que nuestra relación cambio, pero te ayudare –un ligero encogimiento de hombros de mi parte. –Sé que la mayor ayuda es por mamá, pero a ti no pretendo dejarte solo, lo sabes –asiente –Déjame ser yo el que le diga a tu mamá –limpia sus mejillas. –Por favor, si hay alguien al que ella tiene que hacer reclamos es a mí, tú no tienes la culpa de todo lo que ocurre con la empresa –negando rotundamente me levanto, me cruzo de brazos y lo miro. –Yo hablare con ella, papá, es mi decisión, sé que es tu trato con esas personas, pero el trato lo acepto yo, déjame ser yo la que hable con ella, ¿está bien? –se levanta y asiente. Tomando mis manos las lleva hasta sus labios, dejando repetidos besos sobre ellas, las lleva a su mejilla, su barba raspando un poco mi piel. Él siempre solía hacer eso cuando yo era pequeña, él tomaba mis pequeñas manos y acariciaba sus mejillas, le gustaba mi olor y calidez. Él ha sido un gran padre, nunca carecí de su amor, pero en cuanto el abuelo murió y él tuvo que hacerse cargo de todo, cambio. –Bella, mañana tenemos un almuerzo con los Lehner, será la presentación, conocerás a tu prometido.  El corazón envía un palpito feroz y una extraña sensación en la boca de mi estómago. Asiento sonriendo de boca cerrada, pero con la tristeza plasmada en mi rostro. Dándome un beso en la frente, se despide, veo el reloj y son cerca de las diez de la noche, busco mi pijama y cepillo mi cabello. Utilizo mi secador y paseándolo por toda mi cabeza, seco la humedad de mi cabello, me veo al espejo, los segundos pasando, sonrió un poco. Tengo que comenzar a fingir, pero eso es algo que a mí no se me da muy bien. Levantándome de la silla, apago la luz y entro a mi cama, tomo un largo suspiro, mi mente comienza a trabajar. Quiero dormir, pero sé que las cosas que se pasean en mi mente, no me dejaran. Pienso en cómo le diré a mamá y pienso en cómo será ese hombre con el cual, más tarde que nunca será me casare. No me imaginaba esto de ninguna manera, mi sueño siempre era conocer a alguien, disfrutar de su compañía, sonreír, salir, disfrutar del noviazgo y en un momento sorpresa verlo de rodillas ante mí con una sortija entre sus manos. El repentino rostro de Dalan pasa fugazmente por mi mente, él es otra persona a la cual debo contarle todo y para ser sincera no sé cómo hacerlo.   …   Despierto con pesadez, veo el reloj en la mesita de noche y apunta las nueve de la mañana. Desesperada me levanto, por la noche me quede dormida muy tarde, ni siquiera sabía qué hora era, pero de seguro fue muy tarde porque siento mi cuerpo pesado. Debía darle la medicina a mamá a las ocho de la mañana, salgo corriendo por todo el pasillo, veo que no hay nadie en su habitación. Escucho la brisa que entra por la sala que da con el patio trasero, las puertas corredizas abiertas, las cortinas bailando con la brisa de verano, camino hasta las afuera y la veo sentada bajo un árbol de manzana que ella misma sembró hace muchos años atrás. Sus ojos cerrados y su libro favorito en su regazo, camino poco a poco, algunos rayos del sol chocando en su rostro. –Buenos días mamá –ella abre sus ojos y me observa, sonriente me pide que la acompañe en la banca. –Buenos días ojitos color cielo, ¿cómo amaneces? –sonriendo le doy un beso en la mejilla y tomo su mano. –Muy bien, disculpa, debes tomar tu medicina, iré a buscarla –niega. –No mi amor no hay necesidad, Rudy se encargó de eso, estaba pensando en levantarte, pero le pedí que no lo hiciera –sonríe. –Ella tiene el recetario y me las dio, Isa tu mereces descansar ¿ok? Mamá estará bien –su sonrisa amplia, sus ojos brillosos el día de hoy. Mi mirada va hasta las hojas del árbol las cuales bailan con la brisa, siento un nudo en mi garganta, este es el momento adecuado para contarle a mamá. Sin esperar más comienzo a contarle todo con respecto a la empresa, ella en silencio y con su mirada al frente se mantiene muy quieta. Veo las hojas verdes y secas, en el momento en que mi boca expulsa el trato, veo por el rabillo de mi ojo el cómo mamá se tensa, trago grueso, aguantando mis lágrimas bajo mi mirada y volteo a verla, ella mirando a un punto fijo, tomo su mano nuevamente, ella me aprieta suavemente. –No estoy de acuerdo Isabella. –Mamá por favor. –Espera... –sus grises me miran una sonrisa triste en su rostro. –Es imposible hacerte cambiar de decisión, bebé –un nudo en mi garganta. –Estoy enferma, ambas sabemos que el que yo me cure esta entre cincuenta y cincuenta, no dejare que arruines tu vida por mí, siento que te di todo lo que pude, pero que tú me digas que te casaras con un desconocido para salvar a tu padre y a mí, es demasiado, Isabella –ella no derrama lágrimas, ella simplemente saca firmeza de su voz, yo no soporto más y lloro. –No me digas eso mamá –últimamente los sentimientos los tengo a flor de piel. –Te quiero más tiempo conmigo y yo sé que tú te curaras, lo se mamá, solo no me hagas retractarme de lo que decidí, me casare con ese chico y tu continuaras con tus tratamientos. – ¿Y el doctor Colligan? ¿Crees que no me he dado cuenta lo atraídos que están el uno del otro? –golpe bajo. –Maia, no se trata de mi o de tu padre, se trata de ti y tu futuro, es un año, lo sé, pero no tienes idea de lo que ese año te deparara. –Mamá, sé que Dalan lo entenderá, es por ti por quien quiero seguir la lucha, digas lo que me digas no voy a cancelar nada –digo firme. –Hoy lo conoceré, hoy sabré quien es mi prometido y te juro no me doblegare ante nadie, solo es un pedazo de papel y nada más.  –Isabella... –niego repetidas veces. –Un pedazo de papel que te ata a alguien que ni siquiera conoces, hija, mereces un hombre que te amé de verdad, no alguien que estará contigo por un acuerdo entre familias, yo, hablare con tu padre –negando me levanto. – ¡No lo harás mamá! Tu continuaras con tu tratamiento y no se diga más –tomo una fuerte bocanada de aire. –Iré a cambiarme, tengo un almuerzo con esas personas y papá, por favor cuídate, en cuanto llegue estaré contigo. –Isa... –Todo estará bien, te lo prometo.  Tomo camino de inmediato dentro de casa. Rudy quien venía sonriente, es ignorada por mí, sorprendida me observa y yo continuo hasta mi habitación. Cierro la puerta con llaves y abro mi armario, lo veo de un lado a otro, de arriba abajo, tomo un vestido que poco utilizo –ya que no suelo salir mucho–, color rosa pastel, escote corazón, pegado desde mis senos hasta mis caderas, a partir de allí cae como campana y unas sandalias altas del mismo color. Corro hasta la ducha, recojo mi cabello para no mojarlo, y tomo una ducha rápida. Al salir cubriendo mi cuerpo con la toalla camino hasta mi cama, veo lo que usare y decidida me visto. Camino hasta el espejo y me siento delante de este, un maquillaje ligero, delineador, mascarilla de pestañas, un poco de rubor en mis mejillas, mis labios en un color beige, mi cabello lacio y con un broche plateado del lado derecho. Me levanto y coloco mis sandalias. Me tome un largo tiempo para arreglarme, busco unos pendientes y un collar con un dije pequeño de una perla. Camino hasta mi espejo de cuerpo completo y me miro, dándome el visto bueno, tomo mi cartera de mano y salgo de mi habitación. El taconeo por el pasillo resuena, al llegar a la sala encuentro a mamá y Rudy quienes me miran de pie a cabeza. Rudy sonríe, de seguro no sabe lo que ocurre, mamá tiene sus ojos fijos en mí, me acerco y acuclillo delante de ella y su mano ahueca mi mejilla, acariciando con su dedo pulgar me da la bendición, tomo su mano y dejo un beso en ella. Escucho mi móvil y sé que es papá, hace unos minutos envió un texto diciendo que Lobardo vendría por mí. – ¿Si papá? –Sal, ya Lobardo debe estar esperando por ti. –Ok...  Termino la llamada y despidiéndome salgo de casa. Lobardo sorprendido al verme me sonríe, abre la puerta derecha trasera y yo entro. Al cerrar la puerta, rodea el coche y entra, tomamos camino a ese dichoso almuerzo. Mis manos tiemblan, mi garganta en solo segundos se puso seca, mi corazón amenaza con salir disparado y tomo bocanadas de aire para calmarme. No sé qué diré en cuanto llegue, no sé qué pensaran de mi al verme, no sé qué pensar de ellos al verlos, no sé cómo es mi prometido, no sé cómo es su padre, simplemente no sé.   …   Lobardo aparca y la bilis se me va directo a la garganta. Reacciono y veo todo el alrededor, veo las fachadas del lugar y sin duda es una casa muy lujosa. Es de tres pisos, los grandes ventanales dándole ese toque victoriano, las columnas blancas y altas de la entrada principal, la fachada grita lujos, un jardín enorme, una fuente en el medio de todo el frente de la enorme mansión y cuatro coches lujosos. Lobardo abre la puerta y yo con piernas temblorosas salgo, nota el miedo y la vergüenza en mi cara, tomando mi mano me lleva hasta la gran puerta principal. Dos toques a la puerta y de inmediato una joven de cabello azabache, me da la bienvenida. Me da cierta impresión que su mirar destila tristeza. ¿Cómo podría estar triste? ¡Esto es un lujo! –Usted debe ser la señorita Isabella Massón –asiento y ella me sonríe de boca cerrada. –Acompáñeme, la llevare al comedor, todos esperan por usted. – ¿Todos? –la veo asentir, camino a su lado. El taconeo haciendo eco por el gran lugar, mis ojos detallando todo, tienen unos maravillosos cuadros colgados en una larga pared. Nunca había visto semejantes bellezas, a decir verdad, es un gran pintor quien las hizo. Las voces se escuchan cada vez más cerca, mis manos sudorosas mi corazón a punto de estallar. Al entrar al gran comedor todas las miradas caen sobre mí, agradezco dar de inmediato con la de papá, él sonriendo de boca cerrada camina hasta mí, los murmullos no tardan en escucharse. Estoy tan desconcentrada que solo veo el rostro de papá, sonriéndome y dándome un beso en la mejilla me hace caminar hasta un señor mayor. Tiene esa aura de hombre imponente y fuerte, tiene algunas canas en su cabello azabache y la vejez realmente no es tan notoria en su rostro. Sonríe amplio y extiende su mano en mi dirección, la estrechamos. –Isabella, gracias por venir al almuerzo –voz ronca y con ese tinte de extranjero. –Realmente me alegra volver a verte –Frunzo el ceño confundida, ya que realmente no lo recuerdo, pero intento seguirle la corriente. –Si tanto tiempo ¿no? –ríe un poco, sabe que es imposible que lo recuerde. Unas risotadas se escuchan, veo a mi alrededor, pero nadie en el lugar lo hace. Más y más cerca se escuchan las risas, tres chicos aparecen por el mismo marco de la puerta por donde yo entre hace un momento. Un rubio, un castaño y uno de cabello azabache, los tres callan de inmediato, los tres miran la escena, veo al señor Román Lehner quien tiene el ceño fruncido en total enojo, los tres solo observan. ¿Quién de ellos es mi prometido? Y si acaso es uno de ellos. El rubiete y el castaño toman asiento, el chico de cabello azabache, piel pálida y ojos color gris llega hasta mí. Su rostro totalmente endurecido, sus ojos suben y bajan con descaro, la risita del rubio se escucha, un golpe a la mesa por parte del señor Lehner se escucha, yo doy un respingón en mi lugar. –Te voy agradecer, Federico Lehner, que hagas silencio, ¿dónde están tus modales? –el chico levanta los brazos en son de paz. –Lo siento viejo, Shhh, no digo nada más.  El señor Román suspira y tomando mi mano y tomando la del pelinegro delante de mí, sonríe. –Me siento feliz de este día, en el que ambos decidieron dar un gran paso en su relación –aquello me hace fruncir el ceño, papá me lanza una mirada, una sonrisa amarga en mis labios. –Isabella, cada día más hermosa, ¿No, Roy? Mis ojos detallando cada facción de quien ahora se, es Roy Lehner. Su nariz un poco fina y respingada, ojos de un color grisáceo brillante, su cabello es realmente oscuro, azabache, eso logra que su piel sea más pálida. Sus labios carnosos y rojizos, sus pómulos no muy abultados, cejas densas y oscuras. Noto un arete en su oreja izquierda y un tatuaje en su cuello, trago con dificultad. Intentando fingir el asombro, busco el cómo sonreírle, me sale del puto asco. Ambos con las manos entrelazadas, con las miradas fijas, su mano libre sube de a poco llega hasta mi cuello y tomando con delicadeza mi collar acaricia la pequeña perla. Siento su tacto, siento como si sus dedos quemaran mi piel, enfoco mis azules en sus grises, su boca entre abierta hace que choque su respiración en mi rostro. –Hola, Isabella... –la manera en como pronuncia mi nombre es arrastrada y con ese acento alemán. –Un placer –acorta la distancia, susurra cerca de mi oído. –Soy Roy Lehner, tu prometido. Se aleja un poco, nos miramos fijo, una extraña sensación, se afianza en la boca de mi estomago.
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