Segundo

3689 Words
A una semana de la presentación, empecé a sentirme nerviosa, siempre había estado pendiente desde backstage, en esta ocasión el sólo saber que estaría sentada en el front row y que iría como acompañante de nuestro directivo me ponía bastante ansiosa. El día esperado llegó, fuimos al recinto temprano para supervisar los ensayos en pasarela, las últimas pruebas de vestuario, la iluminación del set y confirmar a los últimos invitados para hacerles lugar en los asientos.   Antes de dejar el trabajo, afiné algunos detalles con el jefe.   —    Señor Rizzo, ¿nuestro diseñador Leonardo De Rosa ha hablado con el jefe de prensa? —    No lo he revisado ¿Por qué? —    Hay un par de reporteros y una blogger que quieren hacerle una entrevista y necesitaba confirmarlo. —    Yo le comentaré a Leo y que el publirrelacionista arregle eso con la prensa. —    Perfecto, entonces me retiro ¿Necesitara algo más? – pregunté, mientras veía cómo levantaba la mirada de su iPad y me miraba por un momento como si tratara de recordar algo. —    No, puede retirarse, no olvide ser puntual. —    No se preocupe.   Llegué a casa con mucho tiempo en el reloj, tomé un baño caliente y comencé la interminable rutina del arreglo, el cabello fue lo que más me dio problema, al final, opté por amarrarlo en un moño alto, con algunos cabellos cayéndome alrededor del rostro, de esta forma la atención venía directo a mi cuello donde descansaba un collar y, por detrás, dejaba el protagonismo al gran escote.   Unos minutos antes de dar las diez, en punto, observé que un coche se aparcaba en frente de la banqueta, suspiré lentamente y bajé, pero para mi sorpresa, el coche estaba vacío, cuando le pregunté al chófer ¿Dónde se encontraba el señor Rizzo? —Él dijo que llegaría solo. ¿Solo? ¡Yo era su acompañante! ¿Por qué rayos llegaría solo? Por un momento pensé que había confundido su solicitud, hasta creí que estaba haciendo todo de la manera equivocada, pero me tranquilicé al pensar que, tal vez, sólo tal vez, él se había atrasado en la compañía.   Ya en el lugar, el recinto comenzaba a ser ocupado; meseros caminaban con bebidas en charolas, fotógrafos por todas partes; algunas televisoras, en sus sets pequeños, entrevistaban a personas reconocidas y famosas, mientras las azafatas empezaban a colocar a la gente en sus lugares. Sentí algo de desconfianza, estaba incómoda, por momentos pensaba que no pertenecía a este lugar.   —    ¿En representación de quién viene, señorita? – dijo una voz, tras de mí, mientras sentía un agarre de mi brazo.   Al voltearme, un hombre alto de piel oliva y ojos grises fijaba su mirada en mí, lo observé detenidamente y por un momento olvidé su pregunta.   —    Soy coordinadora de producción de la empresa Elemental, – comenté, mientras notaba que su mano se resbalaba con suavidad hacia mi cintura. —    ¡Oh! ¿Usted es anfitriona entonces? —    Se puede decir. —    ¿Entonces puede acompañarme en la velada, señorita?   Sentí como su mano empujaba suavemente de mi cintura, me volteé y frente a mí apareció mi jefe, traía un esmoquin, observé que su moño combinaba con el color de mi vestido y no pude evitar sonrojarme ante el detalle, él se veía demasiado bien.   —    Lo siento, Ernest, pero la señorita viene conmigo. —    ¡Por fin aparece el hombre de la noche Arturo Rizzo! – comentó esto último, con una sonrisa de oreja a oreja, pero noté que sus palabras habían sido sarcásticas. —    Sí y ¿Tú? ¿Vienes de espía de COSMO? – preguntó mi jefe, mientras le miraba de manera fulminante.   Volví con asombro mis ojos al susodicho, ¿Cómo pude pasarlo por alto? Este hombre es el director de la compañía COSMO, una gran competencia para nuestra empresa, Ernest Bellini.   —    Por supuesto que no, Arturo – dijo él, y la sonrisa se le borró — sólo quería divertirme con tu coordinadora.   Alerté su mirada hacia mí y quedé muda, puesto que me había mirado con atrevimiento, con absoluto gusto y desfachatez, ignorando la presencia de mi jefe, me dedicó un guiño.   —    Sí, bueno… ella viene conmigo, ¿nos permites? —    Claro, claro – dijo él, apartándose del camino y dejándonos pasar.    Mi jefe me llevó de la mano entre las personas, no caminamos mucho, cuando una conductora nos detuvo.   —    Señor Rizzo, de la televisora Montreal ¿nos permite unas preguntas? – dijo, ignorándome completamente. —    Claro, pero primero… — jaló de mi mano con suavidad y me acercó más a él – permita que le presente a mi coordinadora de producción, y mi acompañante de esta noche, la señorita Fiore. —    ¿Su acompañante? – preguntó la conductora confundida – ¿Eso quiere decir que no veremos esta noche a la modelo Elena Port?   Observé como él fruncía el ceño y tensaba su mandíbula, señal de que parecía algo irritado, apretó mi mano un poco y ya me iba a quejar cuando me soltó y sentí como pasó su brazo por mi cintura.   —    Como le comentaba, la señorita Fiore, mi acompañante de esta noche y mi novia actual.   En el momento no asimilé bien qué había dicho, pensé que había escuchado mal y sólo sonreía por inercia, puesto que la cámara ya empezaba a grabar y la conductora hacía preguntas con emoción, pidiendo más datos de nuestra ¿relación?   —    ¿Y usted señorita Fiore? ¿Cómo es la relación amorosa y laboral con uno de los directivos más representativos en la industria de la moda del país? – preguntó ella, y la palabra “amorosa” no dejaba de palpitar en mi cabeza. —    Bien, complicada, pero bien — logré decir.   La conductora agradeció y se retiró, el presentador del evento daba indicaciones para que tomáramos nuestros lugares, el show pronto iniciaría, no quería comentar nada de aquello, por lo que preferí guardar silencio, seguramente fuera una broma ¡Claro! seguro era para un programa de chistes o parodias como Saturday Night.   Además, él no había dicho nada, pero su mano seguía sujetándome con fuerza y decisión de la mía. Mientras caminábamos entre la gente, muchas personas le saludaban, yo sólo mantenía una sonrisa y cuando él me presentaba, volvía a poner “acompañante y novia” en la misma oración. No comprendía nada.   —    Espere, espere – susurré, cuando nos poníamos frente a un reportero. —    Un momento – le dijo él y se volteó a verme — ¿Qué pasa? —    ¿Qué significa esto? No comprendo. —    Lo está haciendo bien, sígame la corriente. —    Pero… — él me miró fijamente y me retrocedió un poco, se me acercó al oído para que nadie alrededor pudiera escucharnos. —    ¿Tiene pareja? —    ¿Eh? Eso… no, no tengo, pero… —    ¿Puede con esto, o no? —    Sí, pero… —    Necesito una pareja para esta noche, ¿entiende?   Un flash de cámara interrumpió nuestra conversación, cuando me volteé, un fotógrafo captaba aquel momento, que parecía muy comprometedor. Mi jefe se volteó hacia ellos.   —    No más preguntas por ahora, haremos las entrevistas terminando, que disfruten de la pasarela.   Seguido de algunos hombres de seguridad, se pudo llegar a los asientos sin ninguna interrupción, su petición seguía rondando mi cabeza “necesito una pareja”, aunque no entendía del todo, ¿Por qué yo?   El evento dio inicio, muchos fotógrafos y cámaras se encargaban de la total cobertura, sin embargo, no pude ignorar que algunos otros ponían sus miras en nosotros, él representaba bien el papel de una pareja, tenía una de mis manos entre las suyas y de vez en cuando volteaba para sonreírme, sólo al pasar los minutos, pude asimilar la situación y pensé que tomaría esto como algo del trabajo, aunque no entendía el porqué.   La pasarela terminó, y con ello, los negocios comenzaron, al igual que la imagen que estábamos proyectando; de nueva cuenta reporteros y fotógrafos se reunieron a nuestro alrededor, mantuve mi mejor sonrisa todo el tiempo. La mayoría de las preguntas se dirigían a él, algunas caían sobre mí, las trataba de responder de forma sincera y sobre todo verme “enamorada”. Poco después de las preguntas del noviazgo, salían las preguntas relacionadas con la presentación de la nueva línea, en mis adentros agradecía esto; en ese tema ambos contestábamos, a veces nos complementábamos, agradecí bastante cuando apareció nuestro diseñador, el señor De Rosa, y acaparó toda la atención.   Al final de todo, nos había ido bien, aunque en el lanzamiento de la pre—colección cerramos tratos con los mejores compradores, muchos clientes habían pedido citas para un showroom y otros tantos estaban interesados en ser proveedores. La noche había sido un éxito y podía despedirme de las fachadas, ahora ya no habría más motivos para fingir.   —    Señor, me retiro a mi casa – le comenté, cuando caminábamos hacia la salida. —    ¿No irá al after—party? – me miró enarcando una ceja. —    ¿Necesita que lo acompañe? La verdad es que estoy muy agotada, ha sido un día muy largo y… — me sonrojé —un poco confuso. —    Entiendo, entonces vamos, yo la llevo. —    No, no necesita hacer eso, pediré un taxi. —    Está representando el papel de mi novia, no puedo dejarla ir a su casa y yo irme solo por otro lado – comentó y salió caminando hacia fuera, mientras yo trataba de agarrar su paso.   Él tenía razón, después de todo, no podía bajar la guardia, algún paparazzi podía estar aún, listo para captar cualquier movimiento. Pidió al valet parking que trajera su coche y nos pusimos en camino.   —    Señorita Fiore – dijo, después de bajar el volumen a la música – le ofrezco la más sincera de mis disculpas. —    No se preocupe. Tomaré esto como parte del trabajo – le aseguré, dando una sonrisa de confiabilidad, me agradaba que él fuera amable en estos pequeños ratos que, al parecer, se estaban haciendo cada vez más constantes. —    Sí, usted hace bien, sin embargo, no crea que no le daré nada en pago… —    No es necesario, señor. Fue sólo una noche, después de todo. —    Una noche… — le vi la sonrisa de medio lado – sabe que eso no será posible ¿verdad?   Aquello me sacó múltiples confusiones, más de las que ya tenía ¡No entendía nada!   —    Tendrá que explicarse – le dije. —    No es como que iniciáramos una relación hoy y la terminamos al día siguiente, eso no cuadra. —    Ya lo sé, pero es mi jefe. —    Y usted mi coordinadora principal. —    ¿Ve lo descabellado de la situación? —    Usted no entiende, mañana estaremos en boca de todo mundo ¿Cree que puedo romper nuevamente? ¡Ya no lo soportaría!   Subió el tono de su voz, hasta estallar en un grito, recordé que todo esto sucedió al ser mencionada su ex novia, la modelo Elena Port, es por eso que él ya no deseaba otro ¿escándalo?   —    Señor… necesito pensarlo – le dije, cuidando mis palabras, estaba claro que no podía romper los compromisos hoy, estaba cansada como para pelear y él parecía muy irritado. —    Está bien — dijo — pero quiero comentarle que, de aceptar, será bien recompensada. —    Lo entiendo.    El resto del camino, nos fuimos en silencio, al aparcar el coche fuera de mi edificio, él se asomó nuevamente para verlo, pude notarle la mirada de absoluto disgusto, pero lo pasé por alto.   —    Entonces, lo veo mañana en la oficina. —    ¿La oficina? — me volteó a ver ansioso — De ningún modo, esperaré por usted temprano, necesito saber sus respuestas antes de enfrentarme con el mundo entero. Pasaré por usted a las siete de la mañana — fijó sus ojos dorados en los míos, no podía negarme. —    Correcto.   Me preparé para salir, pero él me detuvo, con suavidad, por el brazo.   —    Me tiene entre la espada y la pared – susurró – medítelo muy bien, por favor.   De nuevo me abrió la puerta, su cercanía me había aturdido por un momento, pero no esperaba aquellas palabras, por lo que no contesté, sólo bajé de su coche y observé como se perdía al doblar la esquina.   Estaba muy agotada, sin embargo, no podía conciliar el sueño, todos los sucesos de la noche acudían a mi cabeza rápidamente, no tenía ni idea de qué decisión sería la mejor y todo empeoraba al recordar sus peticiones.   Sabía que mi jefe era un hombre grosero, prepotente y a veces, sin un poco de amabilidad de su parte, pero al saber que sería bien recompensada y, por otro lado, sería un favor que él jamás olvidaría, me hacía optar por lo obvio, ayudarle. Olvidándome de lo “obvio”, pasé a un segundo plano, a estas horas las noticias de nuestro “noviazgo” estaba en boca de todo el mundo y en unas pocas horas estallarían en mis narices. Dios, ¡sólo déjame dormir esta noche!   El timbre de una llamada me despertó, con pereza observé el nombre de mi jefe en la pantalla, no comprendí del todo porque me estaba llamando tan temprano ¿Qué hora es? Y tal como lo había predicho ayer, todo explotó en mis narices, recuerdos de la velada llegaron a mí y maldije internamente, con algo de inseguridad tomé su llamada.   —    ¿Qué está haciendo? — preguntó al otro lado del teléfono, el hombre que me estaba haciendo levantar tan temprano un viernes por la mañana, se escuchaba molesto. —    Buenos días, señor – dije inaudible, reprimiendo un bostezo. —    ¡Nada de buenos días! La quiero exactamente en diez minutos, ¿entendió? —    Sí– dije, aunque dudé que me hubiera escuchado, puesto que colgó después de su última frase.   ¿Qué rayos? Él necesitaba de mi ayuda y ¿me estaba tratando de esta forma? Me miré al espejo antes de darme una ducha fría para despertar por completo. Me espanté ante mi reflejo, pareciera que no dormí en toda la noche y el cansancio tanto físico y mental estaban cobrando cuentas esta mañana, observé mis ojos de un color verde grisáceo, el cabello color caramelo ondulado que me caía encima de los hombros, mi piel trigueña no ocultaba las ojeras que mantenía bajo mis ojos. Volví a maldecir.   En menos de diez minutos, bajé las escaleras de mi edificio para ir con mi jefe, todo el ajetreo no me había permitido pensar con claridad mis respuestas para con él, ayer había pensado en ayudarlo, pero hoy, ya no estaba tan decidida.   —    Buenos días, señor Rizzo — le dije al abrir la puerta del copiloto.   El carro estaba inundado de un rico aroma a café, pero al encontrarme con su rostro serio y algo irritado, los pocos ánimos que tenía se fueron por la borda ¿Cómo podía alguien estar molesto tan temprano?   —    Aquí tiene, lo va a necesitar — me dijo, mientras me acercaba un vaso desechable con café — si está frio, será su culpa.   Al principio, agradecí su acto tan amable, pero la última oración lo hecho todo a perder.   —    Lo siento, no pude dormir muy bien ayer – la honestidad iba por delante sin saber qué diría y supongo que había tocado su corazón de hielo, pues ahora que lo veía, su rostro se notaba más tranquilo. —    Está bien, no la puedo culpar… después de todo, yo hice esto – confesó él, con algo de dificultad, aunque sabía que era su forma de pedir disculpas – Pero, tenemos que hablar. —    Lo sé, aunque aún… no tengo mi respuesta. —    Pensé que lo había meditado todo ayer. —    Claro que lo medité, pero en una noche no me es buen tiempo para tomar una decisión tan… importante.   Mi jefe sólo asintió y arrancó el coche, por un momento nos quedamos en silencio, quise romperlo retomando una vez más la conversación, pero él habló primero.   —    La llevaré a desayunar y podremos hablar de esto, llegaremos a un acuerdo que nos beneficie a ambos. —    No es necesario que me lleve a desayunar, señor. Podemos hablar tranquilamente en la oficina ¿No lo cree? —    Tal como lo dije ayer, señorita Fiore, quiero dejar esto arreglado antes de que todo se salga de mi control, espero que usted lo comprenda – dijo, y sus palabras, más que petición, fueron de mandato, como siempre. —    Entiendo.   Me llevó a desayunar a una cafetería sencilla pero muy famosa de la zona, supuse que era un cliente frecuente, pues el mesero principal lo saludó por su nombre y nos dieron la mesa de “siempre”.   —    Dígame, ¿Cree poder con esto? — preguntó él, una vez que el mesero se alejó. —    Siendo sincera, no creo que cualquier mujer en mi situación diga que esto es “fácil”. Tal vez haya personas que lo consideren así, pero no es mi caso, creo que no soy alguien a la que se le consideraría adecuada para estar a su lado — le confesé, mientras retorcía mi servilleta bajo la mesa. Él sonrió, no sabía cómo manejar aquello, si era una muestra de simpatía y compresión, o de burla e ironía, pero lo pasé por alto.   —    Y por mi parte, no creo que haya persona más perfecta para representar este papel – me confesó y yo no me lo creía. —    ¿Está usted bromeando? —    Por supuesto que no, piénselo bien… la gente está acostumbrada a verme con… ¿Cómo lo dirían? — hizo una pausa y meditó su respuesta – otra clase de mujer, es claro que usted no encaja en esos perfiles. Sería algo diferente. —    Sí, bueno, pero… la prensa tendrá más curiosidad y ¿Qué dirían los empleados de la compañía o su propia familia? ¿No cree que se interpondrán en esto? – pregunté, aunque “esto” ni siquiera existía, todo era tan falso. —    Lo agradable de esto es que, no dejaré que nadie se interponga, señorita Fiore. Soy el directivo, soy independiente y tengo mucho poder. Nadie debe interferir y cualquier cosa que yo diga será diligentemente creída y realizada.   No podía evitar darle toda la razón, pero de estar de acuerdo en esto, aún no estaba del todo segura, después de todo, sentía como si me estuviera poniendo la soga al cuello yo sola.   —    Y ¿Cómo llevaremos esto? —    Todo está arreglado y calculado, de hecho, ayer mismo investigué un poco. —    ¿Cómo? —    Si usted está de acuerdo en aceptar este trato, puedo darle más detalles de los movimientos. —    Y… ¿Cuál sería nuestro trato? – temía la respuesta, pero sentía la curiosidad inundándome por completo. —    En favor a la prestación de su “servicio” yo estoy dispuesto a pagarle la cantidad que usted requiera, del mismo modo, a lo largo de lo que dure nuestra “relación” puede tener por seguro que nada le faltará – dijo sin más, y tan seguro de sí mismo y de su “poder”. —    Entiendo.   Bajé el rostro y me miré las manos, el trato era demasiado bueno “cualquier cantidad de dinero y todo lo que requiera”. Ya me veía haciendo los planes; con el dinero podía estudiar y terminar la maestría que había dejado pendiente, podía mandarle dinero a mis padres que aún tenían a mi hermana menor bajo su cuidado, por otro lado, un coche no vendría mal y cambiarme a un departamento mejor; me sonaba a una idea fantástica, sin embargo, no podía dejarme fiar, había otra cosa que me preocupaba.   —    Y hablando del tiempo ¿Cuánto durará esta relación? —    Buena pregunta…la verdad que no lo he pensado muy bien, pero que le parece esto: — tomó una pausa y una vez más meditó lo siguiente que me diría – entre más tiempo duremos con “esta relación”, mayor será la recompensa, es decir, la cantidad podría ser duplicada cada determinado tiempo… tal vez cada tres meses.   ¿Duplicada? O sea que sí le pedía medio millón de euros, en tres meses sería un millón, ¡Dios! Era demasiado, no me lo creía del todo, aclaré la garganta.   —    Me queda todo muy claro, una última pregunta…– lo miré fijamente, buscando las palabras correctas — y ¿en caso de que aparezca un tercero en nuestras vidas? —    Explíquese, señorita — se mostró con interés, y me miró largamente, lo que me puso más nerviosa. —    Si, que usted encuentre alguien o yo lo haga, ¿Qué pasaría con el trato? —    Dudo mucho que yo encuentre a alguien, debo decirle que soy muy fiel en mis relaciones, y aunque esta relación, sea una simple fachada, no estaré con otras mujeres mientras “esto” esté en marcha y por su parte espero lo mismo. Realmente no me quiero ver envuelto en otro caos de infidelidades, es algo que no soportaría. – declaró, por primera vez me confirmaba que su ex novia le había montado los cuernos. —    No tendrá problema alguno con eso, tengo escasa vida social, la verdad es que el trabajo me quita todo el tiempo – dije, sonriendo ante lo obvio. —    Menos mal, pero, por si las dudas, nuestro contrato tendrá alguna cláusula relacionada a eso — al escucharlo, supe que él no confiaba en mí.   Mientras el mesero retiraba nuestros platos, yo me disculpé para ir al baño, al regresar, sabía que debía dar mis respuestas, todo parecía muy bueno, no tenía problema alguno para cumplir con esto, si todo sería igual que en aquella velada, sonreír y “actuar enamorada”, era pan comido, tenía mucho que ganar y nada que perder. Y volví a pensar en los planes, sin más había tomado la decisión.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD