(Jon narración)
—Es divertido ver lo que hace el amor…
Íbamos uno al lado del otro, con intención de ir a la tienda que nos habían designado para descansar. Su comentario consiguió que sonriera abiertamente.
—Creo que eso de ser desvergonzado, imprudente e insolente es algo que se puede contagiar y aprender muy bien de ti…
Emitió una carcajada.
—Y cada vez me cuesta más disimularlo. —Concluí.
Me dio una palmada en el hombro.
—Lo veo y no lo creo, Jon. Pero me da gusto que lo admitas. Te luce ser todo un enamorado.
Sonreí. Los dos nos quedamos observando la tienda en la que nos quedaríamos, estaba a una corta distancia ante nosotros.
—¿Qué podríamos hacer tu y yo en una noche tan larga, en una tribu legendaria? —Preguntó Nigromante con una sonrisa.
—Portarnos bien, Nigromante.
Alcé la mirada al cielo reconociendo la posición de las estrellas. La agrupación resaltaba la forma de un Águila, la más brillante era Alpha Aquilae (Altair).
—No estamos muy lejos del castillo, Jon.
De inmediato se dio cuenta de que pensaba en mis protegidos. Justo cuando mis ojos apreciaron el brillo de Alpha Aquilae, escuché una voz mencionarme en una antigua forma de evocación. Sólo los herederos de Halvard y el Alba podían contactarme de esa manera.
—Ya sabes cómo me tomo eso de ser un custodio. Déjame que a mi modo me cerciore.
Me di la vuelta en dirección hacia el bosque. Ningún animal pasaba a desapercibido, podía ver su calor, la inhalación o exhalación al respirar, alcanzaba apreciar cualquier singularidad de sus cuerpos sin importar la forma que poseerán y también su olor. De entre todos, muy raramente, en el cielo se paseaba un halcón, los falcónidos son aves de caza diurna.
Nigromante veía al cielo, esperando mi reacción. Pude imitar un sonido particular, capturando su atención, descendió hasta posarse en mi brazo, sus garras al ser muy afiladas se ensartaron un poco en mi piel. Al verlo fijamente a los ojos, pude unirme a su manera de ver su entorno y mostrarle mi deseo de ser ayudado por él, cada instinto natural de un animal es variable, no todos reaccionan del mismo modo. Voló al cielo, y podía ver lo que él. Había aceptado mi voluntad. Rápidamente llegó hasta el castillo. Pude ver todo en completa tranquilidad. Voló hasta la torre de homenaje, y pude ver en la terraza más alta a Alejandro, quien veía el cielo y apreciaba la belleza del paisaje. A su lado estaban los medios que utilizaba para evocarme.
El ave posterior de graznar, se posó cerca de él. Al verla sonrió. Se quedó fijo buscando la mirada del ave. No era primera vez que utilizaba un medio de la naturaleza para comunicarme con él. Alejandro a su manera estaba acostumbrado a ciertas rarezas y particularidades mías, siempre ha sido un hombre bastante reservado en cuanto a secretos míos.
—¡Jon! Si eres tú, debes saber que he aceptado la visita de una enviada de un Rey de oriente. Su deseo es conocer nuestro reino, y pagará una cantidad valiosa si le prestamos algún tipo de ayuda en la formación de su general. Quiere conocer a mi líder de tropas. Nigromante ha dicho que negarnos podría ser peor que aceptarla, pero dime; ¿Crees acertada la decisión de Nigromante?
Supe que lo ideal era presentarme ante él para conversar y para ello debía usar una manera de la energía oculta. Llegar cuanto antes debía ser lo ideal, aunque no fuera lo mejor para mí. Siempre evito utilizar mis habilidades en ello.
—Nigromante, mi visita con Alejandro no puede alargarse más. Me presentaré ante él. ¡Cúbreme! Sabes, que no debería, pero esto es serio y necesito hablar con él.
Asintió con la cabeza. Corrí velozmente, posteriormente di un salto, pude con la ayuda del halcón aparecer en el castillo. A diferencia de Nigromante, debo tener ayuda de algún elemento físico a mi favor al usar la energía oculta, me parece más adecuado que usar tanta fuerza sobrenatural y abrir portales. Hasta en eso, Nigromante y yo usamos diferentes medios, aunque la energía oculta sea del mismo rango a utilizar.