Quiero decirlo

1793 Words
(Jon narración)   Hemos estado presentes en un ritual, totalmente inesperado para mí, al lado de un grupo que una vez logró jugar conmigo y mis febriles instintos. Parece invención que haya concebido en aquel entonces, la solución de proponerle a una doncella que nada sabía de mis malos pensamientos, entregarse a mí. Sé que algo tuvo que ver Nigromante esa noche, de no ser así, no quiero ni imaginar el caos que habría desatado mi descuido. No me agrada en lo absoluto que Alexia haya sido parte activa no sólo de mí existencia, sino de un adistramiento, y ahora parte de un ritual para convertirse en una guerrera competente en la casta de amazonas. Sé del peligro al que se enfrenta conmigo a pesar de que mi situación es distinta.  Constantemente únicamente me queda hacerme el desentendido ante todo lo que debemos enfrentar por aceptar lo que ambos sentimos, algo que va en contra de lo establecido.  Debo mantenerla a mi lado siendo siempre objetivo para protegerla, cuando dentro de mí todo está a una sola palabra suya de mandar todo al diablo. Nigromante y yo estuvimos demasiado relajados gracias a otra prueba de la líder. Ante la fogata puedo ver y darme cuenta de lo estúpido que es negarme a lo que el amor me invita. Si Alexia es puesta a prueba más allá de lo que ella misma puede enfrentar, interferiré no importa si eso me invita a cometer una imprudencia. Claramente comprendí lo que la sacerdotisa pretendía, me puse de pie de inmediato, pero Nigromante me lo impidió. —Jon ella estará a salvo. Piensa que puedes ir de otra forma. Quería proponerme para cualquier cosa, pero cuando mi mente se sumerge en el deseo de protegerla pienso menos y actuó de inmediato. La energía de Nigromante me abrazó, como si fueran un par de brazos sujetándome con fuerza e inmovilizándome. Me quedé quieto, percibiendo con mi mente su poderosa fuerza, claramente al cerrar los ojos, supe que me transportaba a otro lugar, totalmente ajeno a lo que mi cuerpo podía al no tener un medio por el cual inducirme. No he conocido a nadie con mayor inteligencia y capacidad de conocer tanto en el medio sobrenatural que él, a pesar de poder ir a donde mis pensamientos pudieran, preferí dejarme apoyar por él y no terminar revelando más de lo debido a las espectadoras menos aún a la sacerdotisa que funcionaba como mediadora entre ambos lados, vivos y una dimensión espiritual. Al mover los párpados, parte de mí presencia estaba en un lugar donde muchos espíritus pueden vagar, especialmente aquellos que se dedican a instruir por ser parte de la misma esencia de su gente y sus costumbres. Aunque la verdad, está un poco alejada a la percepción sobre la verdadera manera en que los espíritus abordan su situación en el más allá. El lugar no era diferente a lo que sería un invierno en una parte de algún pueblo donde todo es cubierto por nieve. Grandes montañas, riscos, y árboles con un manto blanco y gélido, inhóspito a la simple vista y con un oscuro ocaso. Sin rastros de sol, tan sólo la penumbra de un día nubloso. Su presencia fue percibida de inmediato por mi ser entero al escuchar una plegaria en su susurro. Estaba a una distancia no muy lejana de donde me encontraba. Comprendí el cometido de atraerla hasta este raro paraje, si Alexia tenía un espíritu para el combate, en vez de asustarse y pedir auxilio trataría de mantener valentía y encontrar por cuenta propia algún tipo de salida del lugar de donde se encontraba. Estando tan cerca de ella, evitaría de cualquier modo que estuviera en peligro, por lo que preferí quedarme en el sitio donde me encontraba, podía sentir su corazón luchando por atravesar la arboleda y no sucumbir ante el temor. Sonreí dichosamente en cuanto me di cuenta que había notado mi presencia. Al mismo tiempo más presencias eran visibles para mí, entre ellas la energía de alguien que podía estar conscientemente en varios lados a la vez. Sus intenciones fueron transparentes para mí, quería encontrarla y poner algo más en ella a prueba. —¡Eres su espíritu protector en ese lado! ¡Atráela a ti guerrero! Tú tienes una forma específica en este lado, la fuerza de un oso, pero la astucia de una serpiente, la fiereza de una pantera, la sabiduría de un ángel. Utiliza tus cualidades y evita que Anaya la encuentre. Un grupo de mujeres con trajes ancestrales de la tribu amazona aparecieron a mi lado, una que mantenía en su traje de cuero rústico una representación de una gacela fue quien me habló. Supe que involucrarme de una manera evidente no era posible por ser una prueba. Al tener la aprobación de ellas, recordé la melodía que solía mi padre cantar cuando era niño y caminábamos por mucho. Emprendí mi deseo de atraerla a mí, cantando desde ese lado de mí que ella no podría negarse a escuchar. Tan sólo logré tararear el pequeño inicio de la melodía y ella se asomó hasta un extremo de un claro en la arboleda. Al verme sonrió y corrió hacia mí, la sostuve de inmediato sintiéndome aliviado de que hubiera llegado conmigo antes de que fuera encontrada por Anaya. —Tiene una voz preciosa al cantar. No pude reprimir una sonrisa. —Continuamente es muy amable conmigo… La tomé de una mano, apartándola. Di dos pasos al frente, protegiéndola al ella quedar por detrás de mí. Una del grupo de las mujeres que había aparecido parecía enfadada. —¡Legítimamente, ella no es parte de nuestra tribu! —Lo es, aunque no haya crecido con ustedes. La líder le dio la iniciación años atrás. Me vio de pies a cabeza. —Pero tú, tienes el… —Esto no se trata de mí. Sé que Alexia al ser guiada por los espíritus de otras amazonas ellas cumplen con su deber para llegar al descanso eterno. Esa es la forma en que ustedes siguen guardando las costumbres y la fidelidad de su pueblo. Toda energía vuelve al universo, aunque muchos le den otros nombres, hay un único ser que rige todo lo que existe. Han vivido con el deseo de respetar la vida, y mantener a su pueblo siempre unido, al final los ideales son los mismos para todos los pueblos existentes. Todos quieren que la vida antes de la muerte sea considerada y justa para todos. Sonrió. —Sabes demasiado, pero deja de protegerla. Su deber es ser fuerte, porque ella no nació para ser una reina, sino para pelear o no estaría aquí. Te une algo a ella que es grande, pero tus deberes te llevaran tarde o temprano lejos de sus brazos. Es evidente descubrir cuanto la amas. Incliné la mirada, mientras Alexia estaba asombrada. —Te aceptamos a ti, porque sabemos quién eres. Tu alma es transparente guerrero al igual que tu fiereza de proteger lo que amas, también aceptamos a quien te trajo aquí porque es parte de todo, como has dicho. Y a ella, que mantiene el signo de cualquier mujer que desea encontrar la verdadera fuerza, y servir para vivir. Un graznido nos hizo volver en sí, y ante nosotros un águila tomó forma humana, y pude contemplar a la sacerdotisa. Cada una de las mujeres que estaban allí, le dieron a Alexia a su bendición para luego convertirse en chispas de luz que se elevaron al cielo. La sacerdotisa sonrió y desapareció. Sujeté la mano de Alexia guiándola para seguir y encontrar la única manera de salir, una ladera. —¡Jon es momento de volver con ella! La cargué en mis brazos y al ver un precipicio me lancé con ella convocando la energía de Nigromante. Me sentía parte de un sueño, donde todo aquello que se ha vivido antes de abrir los ojos se disuelve como un vago recuerdo. Me apoyó para ponerme en pie estaba en el suelo acostado. Lo primero que percibí fue a Alexia, quien le había costado respirar al volver. Su mirada se enfocó en la mía. Tanto Carmina como la sacerdotisa debatían sobre lo que realmente era Alexia y, por consiguiente, Nigromante y yo. La conclusión fue sana, dar por hecho que lo que pasa en una dimensión inexplicable debe quedarse como eso, algo que no puede tener sentido en el mundo de los vivos. La danza para todos fue permitida, y Alexia y yo nos encontramos después de que todas las presentes dejaran de lado el raro rito y se entretuvieran bailando, riendo y conversando unas con las otras. —¿Qué pasará ahora? Me refiero a lo que debemos hacer juntos. —Preguntó pensativa. —Pues tenemos mucho tiempo, y debemos seguir llevándole la contraria al destino, si nuestro ideal es poder estar juntos. Sonrió ampliamente. —Significa que no está enfadado conmigo por lo que pasó con Inés. —No tiene idea de lo que tendría que hacer alguien como usted para ganarse mi enfado. Apretó los labios pensando muy bien su siguiente pregunta. —Me gustaría saberlo, no vaya ser que a como soy termine haciéndolo. Reí. —No creo que eso pase, pues tendría que negarse a algo en particular. —¿Cómo qué? —Pues conmigo todo es muy simple siempre y cuando sea sincera. Alexia se puso de puntillas, me incliné atraído a ella. Pero de inmediato, alguien la apartó justo cuando mis labios tocarían los suyos. —Te dije, que está en preparación. Me diste tu palabra de respetar. Respiré profundamente. —Es verdad, no ocurrirá de nuevo. Me pasó una hoja de palma con un trozo de carne preparado. —Bien, come y vete a dormir con Nigromante. Por hoy ha sido suficiente de hombres alborotando todo a nuestro alrededor. Evita acercarte o no respondo. Alce las manos, en señal de no querer combatir. Me di la vuelta, pero sentí sus suaves manos tocar uno de mis brazos. Me volví de inmediato. —Quiero decirlo, Jon. Seguiré desafiando al destino. Le agradezco mucho por ir a mí. Cada una de sus palabras me hicieron sentir más complacido, incluso mucho más que tener fuertes manos masajeando músculos tensos en mí. —Me satisface tenerla cerca de mí y no se imagina cuánto. —Ya, ya, ya. Nigromante llévatelo. Jehiel con una sonrisa se paró se cerca de mí, y al verme la cara rió divertido. —Dulces sueños, Alexia, te veremos mañana. —Hasta mañana. Se acercó a Nigromante y le dio un fuerte abrazo. Le dediqué una sonrisa al no poder hacer nada más de lo que ella deseaba. Aunque mis ojos seguramente le corroboran cada uno de los deseos que se inquietaban dentro de mí. 
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