(Nigromante narración)
La vida en Halvard había tomado su curso, pues todo había vuelto a la tranquila normalidad. Jon había retomado con serenidad su habitual postura como eterno vigila en el reino y Alexia conseguía con éxito su ideal de volverse cada vez más cercana y consciente de lo que Jon y yo.
Unas semanas habían transcurrido apenas desde nuestro regreso. Jon solía acompañarla al bosque y evitaba que se encontraran de noche sin mi intermediación. Ahí en la completa calma del bosque Jon le revelaba conocimientos y quizá algunos secretos que son solamente impartidos para aquellos que tienen el corazón despierto y consciente de la vida.
Ha sido usual para mí desde que tomé por hogar Halvard andar por las noches rodeando el castillo, o deambulando en sus altas terrazas; y con ello cerciorarme que todo mantenga el orden debido. Pero desde hace tres noches cada vez que me aproximo a la torre oculta; estancia de Jon, se escuchan ciertos murmullos.
Tengo algunas ideas al respecto. Lo que me parece interesante es que horas antes había dejado a Alexia en su alcoba y sólo seguro que dormía profundamente me atrevía a merodear. Así que estaba completamente convencido que Jon no está acompañado, al menos no de otro ser humano. Tengo cierta sospecha sobre algo al respecto, pero nada mejor que verlo y cerciorarme por sí mismo. Bien sé que soy el único a quien el portal encantado permite ingresar a la estancia oculta de Jon.
Luego de subir el graderío y usar el oculto pasadizo, el portal me permitió atravesar el muro y llegar al otro lado. Pero al divisar la cama de Jon, casi se me escapa una gran carcajada.
El cuerpo de Jon se vislumbra claramente, tumbado boca arriba con los ojos cerrados. Sus manos se aferran a la sábana con fuerza, mientras su frente se perla por un cierto sudor helado. ¡Cuán gracioso verlo fingir que puede controlar lo que pasa!
Sé que está consciente en un profundo trance porque dormir para él no es posible. A pesar de todo, sigue siendo un ser sobrenatural; uno que ha podido sobrellevar todo con éxito y dominar grandes habilidades, excepto su amor por una pequeña y preciosa mortal.
Me senté sobre la cama, apretando los labios para no hacer algún ruido que lo alertara, pero no podía contener la risa.
Tal como lo había sospechado, Alexia lograba deslizarse en sueños hasta él, provocando más de lo que debía. Me había confundido abismalmente, no eran murmullos eran quejidos, quejidos de un hombre torturado por el dulce amor, tal como Jon decía.
Cualquiera al verlo así, habría creído que estaba soñando o mejor dicho, que tenía horrendas pesadillas, ya que no son quejidos sensuales, sino lamentaciones.
De pronto abrió los ojos mientras su pecho saltaba al mismo ritmo de sus respiraciones agitadas. No pude contener más toda la risa que se me atoraba en la garganta.
Frunció el ceño, y se sentó sobre la cama clavándome la vista.
—Te tardaste mucho…
Pero no pude ni hablar de la risa al oírlo, lo intenté, pero la voz me salió en pausas por la respiración sacudida.
—Tomaré en cuenta lo de hechizarte. ¡Espantarías a cualquiera, es horrendo!
Mantuvo su vista sobre mí con el ceño fruncido, evidentemente muy inconforme con mis palabras.
—De verdad que ya te habías tardado. Si de desvergonzados hablamos….
Traté de calmar mi profunda diversión sin conseguirlo. La risa que me causó verlo tan enfurruñado brotó con más intensidad. No hay duda, no existe alguien que lo logre con tanta facilidad excepto yo.
—¡Cómo crees Jon, no! Para nada. Me cercioraba de que todo estuviera en orden, ya sabes es mi deber. Me quedo mucho más tranquilo al saber que se trata de algo insignificante. Así que disculpa la intromisión…
Me puse de pie, carraspeando para no seguir riendo. Pero su vista me enfocó, estrechando la mirada en señal visible de inconformidad al notar que ya me iba.
—Nigromante espera. Ya que estás aquí, hay algo de lo que quiero hablarte…
Me volví a él de inmediato. Jon no es el tipo de hombre que le guste contar intimidades, así que al saber que podría ser respecto de algo privado casi en una carrerilla me senté a su lado.
—Te escucho mi querido Jon, soy todo oídos.
Respiró hondo antes de emitir palabra.
—Si te soy sincero nunca pensé que llegaría este momento. Pero debo confesarte algo…
No pude reprimir mi asombro. Abrí los ojos como en luna llena mirándolo fijamente.
—¡Vaya Jon! Pocas personas son las que logran sorprenderme, vamos cuéntame.
—Como te decía, nunca lo consideré, pero hace mucho tiempo que acepté un deber. Tal vez lo hice porque sabía que algo así no podía ser probable. Pero, le debo un favor a Jirel. Nigromante más que eso di mi palabra con peso de juramento. Tendré que volver a él…
—¿Volver? —Repetí, sin todavía comprender muy bien del todo.
—Sí, Nigromante. Se trata de mí, nada que implique al reino, al menos no directamente.
Fruncí el ceño. Al notarme tenso y meditabundo al respecto, alzó su mano y la colocó sobre mi frente. Al percibir cierta energía envolverme, accedí cerrando los ojos. Para no usar tres horas conversando, me permitió ver en sus recuerdos y así tornar al pasado. Por sí mismo vi lo ocurrido, y eso implicaba que había aceptado en aquel entonces una profecía. ¿Cómo Jirel lo supo?
En cuanto escuché las palabras del Emir, hablándole con voz de autoridad fue inevitable percibir un estremecimiento en la piel, la cual se erizó al instante.
Comprendí lo que acontecería, más impedimentos. Todavía resonaban aquellas palabras en mi mente.
—Las reliquias del Corazón de una Inmortal. Jon eso es muy raro, nunca antes he escuchado algo parecido. ¿Cómo Jirel te pediría volver con eso a tu lado? No es permitido. Además, que si tal persona existe… ¿Tienes idea de lo que causaría algo así en las manos de alguien corrompido si no es de tu conocimiento?
Suspiró, tragando una bocanada de aire.
—Sí lo sé, más problemas. Llevo días meditándolo y creo que es un acertijo, o eso deduzco. Lo de siempre.
Respiré profundamente.
—Ya veo, pero… ¿Otro no puede ser? Jon, sólo los demonios dejan acertijos y muy rara vez.
—Eso fue exactamente lo que me preocupó a pesar de estar seguro que Jirel no es un inmortal por causa de algo oscuro.
—Pues Jon me queda claro algo, eres muy bueno metiéndote en líos.
Mostró un gesto particular inclinando la mirada.
—No, Nigromante. Soy muy bueno tomándome líos ajenos.
Sonreí.
—No te culpo. Sabes pienso que Jirel conocía algo, por eso te pidió volver a un cierto tiempo.
—¿Crees que haya tenido algún tipo de visión contemplativa sobre mi estado?
Me encogí de hombros.
—Es muy probable mi querido Jon. Es un ser arcano y con la capacidad de asimilar el paso del tiempo. No dudes que ha de saber mucho. Ya sabes cómo es esto de lo oculto para los regentes.
—Me lo temía. Nigromante, si emprendo un viaje a sus dominios es inevitable que me meta en grandes aprietos. Es de tu conocimiento que ya no porto la maldición y por eso evito batallar.
Se me escapó una sonrisa.
—Siempre has sido un guerrero. No será problema, el verdadero asunto a mi punto de vista es Alexia. Si convivimos con más humanos, debemos ser parte de ellos, no podemos trastornar muchas cosas y eso la incluye. No usaremos ninguno tipo de poder oculto hasta que sea necesario, así como en los viejos tiempos.
Sonrió divertido.
—Eso fue hace menos de una luna llena, Nigromante.
Asentí con la cabeza.
—Sí, por eso te lo menciono. Sabes, veámosle el lado positivo, tengo ya unos añitos de no pasearme por allá. Será divertido reencontrarme con Jirel.
—Le dará gusto verte, estoy seguro.
—¿Aún recuerdas cómo llegar?
—Sí. Cualquier uso del poder oculto se extingue al llegar a las arenas del desierto que se encuentran en sus dominios. Por eso me preocupa llevar a Alexia, no podré protegerla del mismo modo.
—No te preocupes, tengo una solución. Iremos juntos, lo mejor será que nos acompañé. Nada malo, o nada tan malo podrá ocurrir si está con nosotros y bajo nuestra supervisión. —Sugerí.
Se puso de pie, y al notarlo hice lo mismo.
—Tiene sentido. Gracias por emprender una nueva travesía conmigo…
—Es todo un placer Jon. Y creo que no será la única vez que tendrás grandes aventuras.
Ensanchó la sonrisa extendiéndome su brazo, lo sujeté con fuerza sabiendo que algo muy entretenido nos aguardaba.
—A-H-B-H
Ambos volvimos a un lado al escuchar claramente un susurro. Formó una palabra que Jon y yo conocemos.
—Nigromante, es una broma. ¿Trajiste compañía?
Lo negué con la cabeza, percibiendo la energía de lo que acaba de manifestarse.
—No, Jon. Eso no es una sana compañía, es un...
Ambos al mismo tiempo fijamos la mirada a un punto en el rincón donde la luz no iluminaba la habitación.
Unos ojos chispeantes relucieron, se encontraban al fondo. Su presencia intentaba ser difuminada con la oscuridad. Evidentemente sabía que podíamos verlo y quería espiarnos y que fuéramos conscientes de ello.
—La tentación, dejando rastro, Jon. Creo que ahora es para ti más usual ver eso.
—Me cansan. De hecho, creí que venía tras de ti.
Me volví a él ceñudo. El ambiente a nuestro alrededor se impregnaba de un hedor inconfundible a azufre.
—¿De mí por qué? Si quien estaba atrayendo con tanta lamentación a entes eras tú.
Soltó una carcajada, en gesto de ironía.
—¡Exageras! Esa boca tuya…
Reí como él.
—Es divertido verte atormentado, pero hablando de espíritus mortificados…
Se cruzó de brazos, comprendiendo rápidamente mi intención en cuanto mi atención volvió al visitante.
—Espíritus oprimidos. Es triste verlos, me recuerda lo vacío de ser así—Mencionó Jon sin apartar su vista de donde yo la mantenía.
—Sí y pensar que un día eran seres llenos de luz disfrutando del exquisito saber, del conocimiento sin sombras, del amor, de su infinito amor…
El ser oscuro que se escondía en la penumbra se desapareció después de oírnos.
—Siempre huyen cuando dices eso.
—Sí, pero Jon ese no era cualquier visitante. Dijo: A-H-B-H
—Animadversión a los acertijos y sus palabras.
—No, Jon no es un acertijo.
Ambos nos clavamos la vista uno al otro, más desconcertados que de costumbre.
—Te juro que prefiero no ponerle tanto interés al lenguaje de ultramundos, pero si es lo que pienso…
—Jon, puede ser una palabra que se usa para describir algo único que es representado en el todo. Pero está es una palabra para realizar un...
—Portal—Mencionó de inmediato antes que yo.
—Nunca lo repitas sin saber su significado y menos frente a un espejo. ¿De acuerdo?
Asintió. Jon cerró los ojos y se desapareció.
Había por fin entendido lo mismo que yo, había sido convocado para abrir un portal. Preferí ir a la habitación de Alexia para cerciorarme que todo siguiera en orden y se tratará sólo de un juguetón y perverso visitante.