Aún pesada y abstraída, emprendí paso para llegar cuanto antes al salón capitular y por sí misma correr cualquier riesgo con tal de saber la verdad. En mi afán al salir de la habitación me encontré con una jovencita de la servidumbre, sin vacilar me dirigí a ella.
—Hola, disculpa: ¿Sabes si en el castillo se encuentra el consejero?
Sonrió amigablemente.
—Sí hace un rato que estaban terminando de merendar en el comedor.
—Gracias, muchas gracias.
A toda prisa me encaminé al salón. No sabía si lo encontraría, pero de verdad quería saber que había ocurrido con esa mujer y no me atreví a molestar a Galimatías. Al ingresar al comedor lo vi sentado, parecía pensativo.
—¡Nigromante, te encontré!
Su hermoso semblante se volvió a mí. Con una sonrisa me saludó.
—¡Hola! ¿Qué tal tu sueño?
Sen
