Camila
El mensaje del casero llegó a las 8:31, cuando yo todavía estaba en la cama intentando no pensar en el vídeo de anoche. Abrí la notificación sin ganas, convencida de que sería otra actualización del edificio. No. Era corto, correcto y demoledor:
“Buenos días, Camila.
El contrato termina el 30. He decidido poner el piso en venta.
Necesito que lo desocupes antes de esa fecha. Esta semana vendrá la agencia a hacer fotos.
Gracias por tu comprensión.”
Me levanté sin ordenar la cama. Puse agua a calentar por costumbre y me quedé de pie con el móvil en la mano, leyendo el mensaje otra vez, como si una segunda pasada cambiara el final. No cambió nada.
A las 9:10, el timbre. Abrí.
Gael estaba ahí, como cada mañana, con dos cafés y panecillos dulces en una bolsa de papel. Entró y me b
