capitulo 13

1988 Words
Ah es cierto, cuando nos encontramos me dio a entender que sabía mucho acerca de mi vida, pero al parecer en ese dichoso expediente no está todo mi pasado. Descubrí algo muevo. Ahora solo falta saber que tanto sobre mi está escrito en esos papeles.   —      Doct… doctor...   —      Lo siento me quede inmerso en mis pensamientos.   —      Si ya me percaté de eso, le estaba diciendo que llegamos a nuestro destino y que podría bajarse del auto, cuando guste.   —       Comprendo.   Ricaurter me acompaña hasta el purgatorio del lungker. Noto, que en esta ocasión solo había unos pocos guardias resguardando los puntos de control y en todos ellos no nos inspeccionaron ni una sola vez, imagino que es por el rango de oficial superior que mi acompañante posee. Cuando llegamos a los calabozos del purgatorio, Ricaurter me pide que espere afuera de una habitación, mientras él hablaba con alguien. No vi a nadie patrullando los pasillos ¿será que están de permiso o solo se les ordeno no venir a trabajar el día de hoy? También me parece extraño que el teniente no hiciera acto de presencia en ningún momento. Ah… espero que no esté pasando nada. Mientras estaba ahí parado sin hacer nada, más que ver la pared en frente de mí. Comencé a escuchar al mayor mientras le gritaba a alguien dentro de esa habitación. Parece que a pesar de su actitud calmada y serena tiende a enojarse fácilmente. Lastimosamente no puedo entender nada de lo que dice, estas paredes y la puerta del sitio a donde entro, son demasiado gruesas, como para oír bien lo que pasa al otro lado. Bueno, esto es lo que podría esperarse de un lugar destinado a interrogar y torturar a los detenidos. —      Pase doctor— me dice Ricaurter con la puerta entre abierta.   El lugar al que entre está bien cuidado y a pesar de estar bajo tierra, no a sido muy afectado por la humedad. Delante de mí hay una mujer sentada de espaldas sobre la única silla de madera del lugar, no se mueve ni para verme y solo se queda mirando el escritorio que tiene al frente. Su color de cabello es castaño, no es demasiado largo, pero si lo suficiente como para llegarle por debajo de los hombros, la ropa que tiene se ve bastante andrajosa, lleva grilletes en ambas manos y pies, lo que me da a entender que es una prisionera. Aun no logro ver bien su rostro y es probable que tenga un buen tiempo sin ver la luz del sol, porque su color de piel es bastante claro. El mayor se coloca detrás del escritorio saca un bolígrafo, papel y sello de una de las gavetas, comienza a escribir sin decir ni una palabra y el silencio se apodera del lugar. Llegándose a escuchar, únicamente el pasar del bolígrafo sobre el papel y la respiración de todos nosotros. Al estar ahí parado sin mover un solo musculo, me da la sensación de que el tiempo pasa lentamente, convirtiendo este lugar en un sitio agobiante. Cada palpitar de mi corazón, resuena en todo mi cuerpo y las heridas que me hice al arrancarme las uñas comienzan a picar y arder con cada respiración que doy. A medida que me concentro mas y mas en lo que pienso y siento, oigo como el sonido del sello sobre el papel, pone fin a ese incomodo silencio en la habitación. —      Aquí tiene doctor — Ricaurter me entrega el papel sobre el que estaba escribiendo.   —      Con este permiso, usted puede hacer uso de cualquiera de los cuartos en este calabozo subterráneo.   —      No necesitará notificarle nada a ningún guardia y solo se reportará ante mí una vez cada tres días, además, a partir de hoy esta será su oficina.   —      Espere, no estoy entendiendo nada.   —      Es simple, durante toda esta semana usted se encargará de obtener la información que necesitamos de F-584, la prisionera aquí presente, espero comprenda, de que esta decisión no fue mía sino de mis superiores. Tenía la ligera suposición de que esta es, aquella joven que atendí hace un mes, pero no podía asegurarlo asta no verle el rostro y compararlo con la fotografía de aquel momento. —      Disculpe mayor, pero… debo atender mi consultorio a diario sino mis pacientes se alarmarían.   —      No se preocupe, ya nos encargamos de eso.   —      ¿A qué se refiere?   —      Le preparamos un reemplazo muy capaz, que lo sustituirá por una semana, mientras usted se encuentra de vacaciones, o algo así, es la mentira que creamos.   —      Si, que los militares trabajan rápido.   —      Con tener algo de recursos y personal todo es posible, doctor.   —      Hubiera preferido que me avisaran con anterioridad — expreso mi descontento   —      El tiempo apremia y debemos apurarnos en saber, lo que ella está ocultando.   —      Dentro de poco llegara el teniente a hacerle compañía.   —      Cualquier cosa que necesite de mi puede pedírsela a él, del resto puede usar ese permiso.   —      Para que vea como lo consideramos, le preparamos en este mes, un cuarto individual para que duerma y un baño en perfectas condiciones para su aseo personal. No me esperaba esta situación, pensé que cada día debía venir, hacer parte de mi trabajo y regresar a casa.  Veo que F-584 ni se inmuta al ver el lugar, dándome la impresión de que es muy fuerte mentalmente o ya esta preparada para lo que le va a pasar. —      ¿Puede sentarla teniente?   —      Eso intento, pero ella no quiere seguir avanzando.   —      ¿...? — hasta hace poco estaba muy obediente, ¿qué ocurrirá? Mejor le hablo un poco   —      Escuchame F-584 podemos hacer esto de la forma fácil o de la difícil.   —      Ya estás aquí y has visto que no puedes escapar de este lugar.   —      Si aun no te suicidas, ha de ser porque aceptaste tu destino o por que tienes esperanza de que alguien venga por ti.   —      Te lo diré, para que te quede bien claro, la única salida que tienes de este lugar es con los pies adelante o si cooperas conmigo y con eso obtienes el perdón — aunque esto último es mera mentira. Inesperadamente obedece y se sienta por su cuenta el teniente comienza a colocarle las amarraderas… —      Espere teniente, todas esas medidas de seguridad no son necesarias.   —      Simplemente colóquele las de los pies, piernas y muñecas.   —      La cabeza y pecho no son necesarios — por el momento.   —      Estoy seguro que ella se portará bien.   —      ¿cierto F-584? — asiente con la cabeza.   El teniente termina su labor y cierra la puerta de la habitación con los tres adentro, luego se queda parado a un lado de la puerta en total silencio. Yo por mi parte, me acerco a la cara de la chica, muevo un poco su cabello para verla mejor y me encuentro con unas finas cejas color castaño claro como su cabello, además, de unos hermosos ojos grises que me ven fijamente sin temor alguno. Mientras nuestras caras están una frente a la otra ninguno pestañea. Muevo mis manos hacia su nuca y por debajo del cabello para aflojar las correas de su bozal y a medida que lo voy retirando, veo sus rosados pómulos, su pequeña y perfilada nariz que hace una perfecta simetría con su bello rostro. Por último, están esos delicados, finos y rojizos labios que tientan hasta al más fiel de los hombres. Ya veo por qué el teniente decía que “cedería a sus impulsos” en aquel momento. Por el momento no observo ninguna cicatriz en toda su cara, ¿en verdad es la misma joven que trate hace un mes? Al recordar aquella fotografía que estaba en el sobre, he de decir que se parecen mucho, esto me confirma que si es ella la acusada de espionaje. Muy bien comencemos… Tomo la silla que fue dejada para mi y me siento frente a la chica, entrecruzo los dedos de mis manos y abro un poco mis piernas. —      Tal como en aquella ocasión en la que nos encontramos por primera vez, me vuelvo a presentar.   —       Soy el doctor Carter Mettler… — solo se me queda viendo como un lobo que esta esperando su oportunidad para atacar.   —      Acaso ¿nunca te enseñaron buenos modales señoritas?   —      Es de muy mala educación el no presentarse cuando alguien más ya lo hiso — ella hace una ligera mueca burlona y me ve como si no fuera yo quien tiene el control. Repentinamente…   —       Tiene razón Doctor Mettler… — tiene una voz bastante dulce y picara   —      Es de mala educación no contestarle a una persona que se esta presentando y mas aun cuando esa persona fue quien me salvo la vida.   —      Aunque la verdad, no estoy muy agradecida con usted por esa hazaña, ya que solamente lo hiso para tenerme viva aquí y ahora en este lugar.   —      ¿o me equivoco?   —      No… no te equivocas.   —      Sin embargo, he de decir que estamos a mano, porque tu me engañaste para tomar mi bolígrafo e intentar escapar en aquel momento.   —      ¿no... es así?   —      Ja, ja, ja tiene razón, fue muy ingenuo en ese momento doctor.   —      Lo siento por reírme de esa forma, estoy dispuesta a darle mi nombre, pero no mi apellido, si quiere mas de mi por lo menos invíteme a una cita— esta perra cree que puede tener el control de esta conversación.   —      Me llamo Azalea o por lo menos ese fue el nombre que me dieron mis padres cuando nací.   —      Le advierto querido doctor, de que esto es lo único que obtendrá de mi parte— interesante, veamos cuánto dura esa expresión de confianza en su rostro.   —      Veras azalea…   —      ¿Sabes por que me encargaron esta labor a mí, y no a otro militar que te use como un saco de entrenamiento? — o así que se puso seria, sigamos viendo cómo reacciona.   —      Es muy simple.   —      Los militares como toda persona adulta, solo tienen un amplio conocimiento en su área de especialización, por ello, les cuesta trabajo discernir si alguien dice la verdad o no — me levanto de mi silla y voy a revisar mi maletín, el cual deje sobre la mesa.   —      Así que para agilizar el proceso mientras interrogan, deciden usar los golpes o simples drogas de la verdad y como no conocen el limite del cuerpo humano tienden a sobrepasarse.   —      Por suerte para ti, solamente usaron la primera, dejándote realmente fatal, pero viva— comienzo a sacar unas astillas que tome de mi consultorio.   —      A pesar de todos los golpes que te dieron no dijiste nada.   —      Imagino que es porque en realidad eres inocente o simplemente estas protegiendo a tus colegas.   —      Ahora bien, continuando con lo que te estaba explicando…   —      Los médicos a diferencia de los militares, estamos acostumbrado a lidiar con pacientes que mienten constantemente sobre sus síntomas.   —      De esa manera aprendemos a leer las expresiones de las personas y determinamos si mienten o no — coloco las astillas sobre la mesa para que ella las veas.   —      Y como un extra, conocemos tan bien la anatomía humana que, con solo simples herramientas domesticas o equipos de tortura como los de esta sala — reviso con mis dedos que el grosor de las astillas sea el ideal   —      Podemos infligirle a alguien el mayor dolor o placer en pocos instantes y con el menor esfuerzo posible — azalea ve lo que estoy haciendo y pone un rostro de duda.   —      Todo esto sin tener que matar a la persona que estamos interrogando   —      Quienes te atraparon fueron los que me contrataron, tanto para curarte como para interrogarte — me acerco a ella con las astillas en mano.   —      Bien, ¿comenzamos…
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