NARRA CIARA ALLEN
En la mañana, cuando me despierto, me duele un poco la cabeza y siento un poquito de resaca, lo que le causa gracia a Rayn.
—¿Será que te sobrepasaste con los daiquiris? —bromea—. ¿O ya no estás en edad de desvelarte?
Con el ceño fruncido y el rostro desajustado por el dolor, volteo a verle un poco de malas, un poco riendo divertida.
—Creo que una combinación de ambas —admito.
Y no es que no es para poco. Estuvimos bailando en ese club hasta las dos de la mañana y cuando regresamos al hotel, no venimos directo a la suite, sino que estábamos tan felices y eufóricos que terminamos en la playa, bañando desnudos y teniendo más sexo. Subimos hasta las 6 de la mañana, porque decidimos esperar para ver el amanecer. Valió la pena, pero ahora, los estragos de esa noche me es
