Iba a ir al infierno por mentirle de esa forma a un niño y a uno tan inocente y lindo para variar. Evan sonrió intentando dar confianza al pequeño que parecía ser alguien inteligente a pesar de su edad. No pudo evitar sentir cierta tristeza y pena porque siendo tan pequeño había tenido que pasar por lo más duro del ser humano, tener que luchar con una enfermedad que agotaba sus fuerzas y le dejaba sin aliento.
—¿Y tu lo quieres Abby?
La mujer se aclaró la garganta.
—No hagamos preguntas incómodas, Matt.
—No son incomodas, solo quiero saber. Si él te quiere, tú también debes quererlo, así funciona.
—Así funciona, tienes razón y claro que lo quiero—dijo la mujer de forma rápida porque no le agradaba mentir a su hermano pero era necesario. Si hacía aquello era por él, porque necesit
