El Legado Familiar

Me llamo Aby Stelle, las personas que me rodean dicen o mejor dicho murmuran en voz baja que soy o parezco una chica extraña, ya que no me apasionan las cosas comunes que hacen los chicos de mi edad, cuando cumplí 18 años me fui de casa de mis padres, siempre me he considerado una chica capaz de enfrentar el mundo sola sin ayuda de nadie, tengo una hermana mayor, la verdad es que no parezco ser la hermana menor, ya que soy más independiente que mi hermana, ella siempre ha sido la niña de papá ya que siempre fue lo opuesto a mi, mi hermana desde pequeña siempre ha sido sociable, simpática, y hasta graciosa cuando se lo propone, nuestra familia no es la más estable económicamente pero nunca nos ha faltado nada, desde que decidí irme de casa no he tenido mucho tiempo de compartir con mi familia ya que para poder sobrevivir sola debo de trabajar duro, trabajo en un bar por las noches, en ese lugar soy mesera y la verdad es que lo odio, pero es lo único que me da el dinero para pagar mis estudios y costear mis propios gastos, ha sido difícil para mí salir adelante sola pero prefiero eso a que me llamen inútil o mantenida. Algo que mi familia ha cargado por generaciones son los misterios, el tener cosas sagradas que no se pueden tocar ni mucho menos mencionar, entre esas cosas están las prendas, los cuadros, libros, entre otras cosas más, para mí madre esas cosas son muy importantes, no soy seguidora de tal cosa, pero tampoco irrespeto las creencias de ellos. Recuerdo que una noche antes de irme de casa de mis papás me sucedido algo bien extraño, algo que nunca voy a olvidar, esa noche me levanté como a eso de las doce de la media noche tenía tanta sed que sentía que podría tomarme toda el agua que se encontraba en la cocina, bajé las escaleras y me dirigí hasta la cocina, tomé un vaso y abrí el refrigerador, al momento de bajar las escaleras ni ví, ni sentí a nadie cerca, para mí todos estaban dormidos, al cerrar el refrigerador y darme la vuelta mi querida madre estaba detrás de mi con una muñeca en sus manos, misma se veía de más de cincuenta años, mi espanto fue tan fuerte que dejé caer el vaso al suelo —¿Mamá? ¿Qué te pasa? Me diste un susto horrible ¿Estás bien? — —Si, lo estoy— —Disculpa, pero no te ves nada bien ¿Qué haces con esa horrible muñeca? Si que es fea— —Shhh…. ¿Lo escuchas? — —¿Qué cosa mamá? — —Si te concentras lo escucharás, son ellos otra vez y nos están llamando, no nos dejarán en paz, Aby debes despertar tu poder para que lo puedas enfrentar, se que tienes un futuro grandioso como bruja— —Mamá ¿Qué cosas dices? Me estás asustando ¿No quieres un poco de agua? Porque no te ves bien, es más pareces un espanto, ¿Necesitas que llame a papá?— —No, no molestes a tu padre, ya te dije que estoy bien, mejor dime qué escuchas a los espíritus que nos llaman del más allá, debes tener concentración el otro mundo es más peligroso que este, dime qué si escuchas por favor — —Mamá de verdad no escucho nada, ven mejor te acompaño a tu habitación, vamos en silencio para no despertar a los demás, creo que el desvelarte te hace daño — me preocupa el estado en que ví a mi madre, nunca la había visto así ¿Será que se está volviendo loca? No me sorprendería porque según tengo en conocimiento, mi abuela que nunca conocí y mi bisabuela terminaron en un sanatorio mental, esperemos que yo no termine igual. Después de esa rara noche mamá nunca tocó el tema, es más al siguiente día se levantó risueña y muy contenta, era tan extraño parecía otra persona, pues como la vi tan contenta decidí no tocarle el tema. Ese día fue el día en que me marché de casa.   Ya llevo un año viviendo sola y pues no ha sido fácil ya que las cosas se me complicaron cuando decidí mudarme aún más lejos de mis padres, me fui a vivir a otro pueblo, uno donde estaba completamente sola. Quizás las personas que me rodean digan que soy una perdedora, una persona amargada y sin amigos, pero la verdad es que no me importa la opinión de los demás, nunca he sentido la necesidad de tener a alguien cerca o de compartir cosas con personas especiales, a veces siento que soy un experimento social, ya que nunca he sabido lo que es amar a alguien, es como si mi vida fuera al revés. Cuando me mudé a este pueblo me cansé de buscar empleo y pues no encontraba nada, tenía prisa por conseguir algo ya que debo de costear mis gastos, lo único que pude encontrar así de prisa fue un puesto de mesera en un bar de mala muerte, lo tomé sin pensarlo pensé que  con las propinas y mi sueldo podré salir un poco a flote, trabajaba en las noches y pues durante el día iba a la universidad, mi vida era normal dentro de lo normal, hasta que una noche uno de los clientes que visita el bar frecuentemente se puso insoportable, esa primera noche ese hombre empezó a tocarme indebidamente quizás por las copas de más o porque simplemente era un pervertido, mi reacción  al principio fue amable, pero ya después me enojé y le golpeé la cabeza con una de las bandejas, estaba tan ebrio que solo cayó al suelo y se quedó inconsciente, y obviamente mi jefe me regañó, lo toleré porque necesito el trabajo, terminé mi jornada y me fui a casa. Una semana más tarde volvió el mismo hombre al bar, esta vez más insoportable, ordenó que solo yo lo atendiera y pues tuve que aceptar, le serví casi toda la noche, hasta que empezó a halarme del brazo e intentar sentarme en sus piernas, mientras yo forcejeaba con él llegó un chico de esos que van al bar a tomar copas con sus amigos, ese chico me defendió de ese horrible hombre, lo tomó por el brazo y lo empujó fuerte, el hombre no le quedó de otra que sentarse y quedarse quieto, creo que aceptó que no saldría a los golpes con el chico, es un muchacho fuerte, alto y de buen aspecto —¿Está usted bien señorita? — —Si, si muchas gracias— —No sé porqué dejan entrar a personas así a este lugar, no debe usted dejar que la maltraten, es usted una mujer muy hermosa para trabajar en un lugar como este, disculpe mi atrevimiento pero es lo que pienso, perdón por no presentarme antes, me llamo Ángel, mucho gusto— —El gusto es mío señor Ángel, gracias por defenderme de ese animal, me llamo Aby, y pues la verdad es que no es que me guste trabajar aquí, pero debo hacerlo para poder sobrevivir— —¿Aby? Es un nombre poco común y muy lindo— —Mm… Gracias, perdón pero debo seguir trabajando o me van a regañar— —Si, ve tranquila, no te quito más tiempo, no te quiero meter en problemas más graves— La verdad ni me había dado cuenta que mi jefe me gritaba, ese chico llamó algo mi atención, es algo extraño porque nunca me había pasado eso con alguien, en fin, el amor no se hizo para mi —Aby Stelle, ven aquí, debemos hablar— —Dígame señor ¿que necesita?— —¿Eres tonta o te haces? ¿Acaso no ves el desastre que se ocasionó por tu culpa? Te voy a descontar de tu salario cada cosa que se quebró aquí— —No puede hacer eso, lo que pasó aquí no fue mi culpa, fue culpa de ese hombre asqueroso que cada vez que viene me molesta y usted no dice nada— —El cliente siempre tiene la razón, si no estás de acuerdo con tu trabajo te puedes largar, ahí está la puerta, niña tonta— No pude hacer nada más que quedarme en silencio, no me puedo dar el placer de abandonar el trabajo, ¡Maldición! Si tan solo un tren acabara con la vida de ese estúpido hombre, así no me molestaría nunca más, maldito estúpido, mi enojo es tan grande que lo único que puedo desear es el mal. Pero como son solo malos pensamientos, ya que en el pueblo que vivo no hay trenes, usualmente usamos el autobús, esa noche fue una de las peores para mí, llegué a casa súper cansada me duché y me recosté en la cama para descansar, al siguiente día me levanté temprano como todos los días, antes de irme a la universidad enciendo la televisión para ver las noticias matutinas, puede ser que a alguien de mi edad no le debe importar lo que pase en el mundo pero en cierto punto a mi sí me importa, no se porque pero me gusta estar siempre informada de las cosas, resulta ser que mientras me preparaba algo para desayunar, la periodista que daba las noticias dijo que en el pueblo en el que actualmente estoy viviendo habían unas vías de tren abandonadas y que el estado, por arte de magia las mandó a renovar, no me pareció algo extraño porque así son los políticos un día quieren una cosa y al otro día otra, pues empecé mi día como todos los días, salí de la universidad, hice mis cosas personales y pues me fui al trabajo, al llegar allí me di cuenta de que los clientes y empleados del bar tenían un murmullo como si algo había pasado, entré y le pregunté a una compañera sobre lo que estaba pasando —Carmen ¿Qué pasa? — —¿Qué no escuchaste las noticias? — —No, acabo de llegar, aunque si, las ví esta mañana, ¿Es sobre las vías del tren en remodelación?— —Si, esta mañana dijeron que estaban reconstruyendo las viejas vías, y resulta que ya hubo un accidente en las mismas— —¿De verdad? No lo puedo creer, ¿Alguno de los trabajadores? — —No, la persona que falleció allí fue uno de nuestros clientes, el señor asqueroso que tocaba a las empleadas del bar, el señor Bob— Mientras Carmen seguía hablando la mente se me nubló, e inmediatamente me trasladé a la noche en que le deseé que lo atropellara un tren, no puede ser, esto debe de ser una coincidencia, yo no puedo tener la culpa de que ese hombre esté muerto. ¿Pero que estás pensando Aby? Nadie muere por desearle el mal ¿O si? ¡Dios mío!