Engarzada

Los cuatro brincan en la cama con mucha energía, me volverán loca con el paso del tiempo. –Ya, dejen de brincar que la cama no es para eso–les pido pero no me hacen caso, es más fácil hablar con la pared que con ellos. Aumentan la velocidad de los brincos hasta que Henry se cae de la cama y se lástima la mano, lo cargo y lo llevo a mi recámara pero los pequeños me siguen para ver cómo se encuentra el más pequeño de los cuatro. Paso un algodón con alcohol sobre el brazo de Henry que no para de llorar en mis brazos. –Ya no llores Hen–le pide Aura pasando una mano por mi pierna-. Mamá te está curando pronto estarás bien. Paso de nuevo el algodón con alcohol por su raspón y mi pequeño llora más, niego pensando en que se los repetí muchas veces y por más que les digo no me hacen casó. Termino con su brazo y lo acuesto en mis piernas para empezar a arrullarlo y que se quede dormido. La puerta del cuarto se abre para dejar entrar al diablo mayor, los tres que aún tienen pila corren a abrazar a su papá, Henry por su lado está luchando por no seder a dormirse en mis piernas. -Déjenme llegar a la cama-les pide y mis pequeños no lo dejan hacer lo que pide. Sus labios se encuentran con los míos en un breve momento para después tomar a la pequeña Aura, y subirla a la cama. —Aura, Thomas y Christian—dice el nombre nuestros hijos mientras los sube a la cama, pero le falta uno y es él que tengo en mis brazos—. ¿Qué le pasó a mi campeón?—me lo retira de los brazos pero ese pequeño ya está en los brazos del Dios del Sueño. —Oye, también soy tu campeón—se queja Christian pasando sus brazos por mi cuello. —Celoso como su madre—arqueo una ceja y el maldito se ríe. ¡Qué gran hijo de perra! —Dame a Henry para llevarlo a su cama—me da a nuestro último pequeño no sin antes darle un beso en la cabeza. Llevo a Henry a su cama, lo arropó, acomodo sus juguetes le doy su perro de peluche que abraza en cuanto lo siente. -Buenas noches mami-me dice antes de irme de su habitación. —Buenas noches cariño—me regreso y le doy un beso en la mejilla. Salgo de esa habitación para ver qué el diablo mayor ya regresa de la recámara de Aura, y que Christian y Thomas ya no están a su lado. Los llevo a dormir. Extrañaba tenerlo de nuevo. Entro a mi habitación seguida de él que no duda en besar mis labios cuando me gira, los años han pasado y el deseo no baja en ambos. Sube mis piernas hasta la altura de sus caderas pero no me lleva a la cama sino que me recarga contra la pared. -Hola mi amor-me saluda entre los jadeos. -Bienvenido a casa-regreso mis labios a los suyos. Después de que me haga sentir como cuatro orgasmos en la noche, por fin nos acostamos a dormir. En la mañana los que nos despiertan son sus malandros favoritos. —¡Arriba dormilones!—celebrán mis pequeños—. Hoy es sábado, día de ir al parque. Niego y me doy la vuelta en el brazo de Jason. —Niños, mamá y yo estamos cansados—contesta Jason por nosotros. —Pero hoy es sábado—se lamenta Aura. —Váyanse a cambiar para irnos—dan gritos de alegría y se van. Me suelto del brazo de Jason y me voy a cambiar. Le arrojó un pantalón de mezclilla y una camisa Negra con el estampado de los Vengadores. Para mí escojo un vestido corto pero que no están abultado ni mucho menos. Siento que sus manos se enredan en mi cintura atrayendo mi cuerpo a él. —Feliz aniversario—me dice en mi cuello. —Igual Jefferson—sonríe contra mi piel. —El mejor negocio que he hecho. Recuerdo bien como nos conocimos y cómo fue que terminamos teniendo está hermosa familia. Los recuerdos llegan y me permito disfrutar de cada momento. En la noche mis pequeños me preguntan cómo lo conocí, como nos enamoramos como llegamos a amarnos. Empiezo a narrar como lo conocí.