Lujuria

922 Words
Mi padre nos abandonó en la soledad de la noche, no éramos unos pequeños niños. Todos estábamos eufóricos y sedientos de maldad.A partir de esta noche el mundo de los humano comenzaría a experimentar los verdaderos pecados. Desde hoy y en adelante los que se creían inocentes y los llamados pecadores sentirían lo que es realmente pecar, lamentarían que Eva haya cogido la manzana y Dios los echara del paraíso. Desde hoy, los humanos, serán torturados gracias mis hermanos y a mi.  Somos pequeños hijos del Diablo. Demonios pisando la tierra que creo un dios místico. Desde hoy pagaran.    -       Bien – dijo nuestro padre – quiero ver sangre, ya saben que tienen que divertirse allí arriba. Jueguen con los humanos, derramen su estúpida existencia y maten desde las sombras – nos dijo a los cuatro con una especie de satisfacción. Mi madre, Británica nos miraba desde lejos con una sonrisa maravillosamente frívola, con sus grandes ojos ceniza nos demostraba que teníamos todo permitido desde hoy. Todo lo hiciéramos era en nombre de nuestro padre. Y fue así como nos dejaron jugar con las pieles humanas.   Llegamos a una ciudad, compramos una casa que decían estar abandonada. La preparamos a nuestro gusto. Todo estaba cuidadosamente preparado; seriamos estudiantes de instituto, aparentaríamos ser buenos chicos, pero en realidad seriamos los más maléficos seres que pisarían la Tierra en esos momentos.   -       Jajaja - se escuchó la risa  de Leonor - ella observaba desde la terraza al mundo – los humanos son tan imbéciles – seguía riendo con divertida malicia. -       ¿Qué haces? – le pregunte curioso. -       ¿Quieres morir, pequeño gato? – me pregunto por curioso – Near… - me dijo suavemente - ¿Qué crees que hago? - mostraba una amabilidad extrañamente común hacia mi. -       No lo sé, dime tú -       Juego, asusto a los humanos que están en el cementerio – fueron palabras de diversión -       Near, déjala sola. Sabes que está muy loca – me dijo Magenta  mientras acariciaba el cabello de Orión que yacía en el sillón durmiendo. – loca como una cabra – volvió a decir. -       ¿Cuánto llevamos? – pregunto Orión – tres meses – se respondió a sí mismo – quiero un poco de diversión, esto comienza a aburrirme – se acomodó en el sillón, tomo el rostro de magenta y la beso, ésta soltó una risita nerviosa. -       Pues vamos al instituto entonces – dijo Leonor dando la espalda a lo que antes miraba – escuche que unas chicas se reunirían esta noche allí. La pasión es desbordante – dijo y luego acaricio su pecho – vamos, las chicas nos esperan. Todos salimos rápidamente de la casa, avanzamos en silencio por las sombras, nuestras siluetas abandonaron sus formas hasta el punto de mezclarnos con la noche.   Cuando volvimos en sí, nuestros cuerpos adquirieron nuevamente la forma humana, entramos en absoluto silencio al pasillo e ingresamos a una de las salas, llegamos al encuentro. Dos chicas estaban desnudas besándose y acariciándose en la oscura habitación. Leonor, ya inquieta por la emoción, fue la primera en moverse. Prendió una luz del salón y allí los rostros temerosos de las mujeres nos observaron asustadas. El horror de ser descubiertas nos inyectaba una adrenalina feroz, deseábamos matarlas por pecar. -       ¡No! ¡No! No paren – dijo Leonor que parecía más divertida y ansiosa que el resto de nosotros - ¡sigan! –les ordeno Por el arte de sus poderes las muchachas comenzaron a tocarse y besarse contra su voluntad, cada caricia que se daban se volvía más agresivas e intensa, se lastimaron, se desgarraron la piel con cada pasada de sus dedos o labios. Gemían  excitadas por el placer y sangraban de pasión mientras que nosotros disfrutábamos la mortal escena. Al final se fueron desvaneciendo desangradas, sin piel en algunas zonas de sus cuerpos. Magenta se acercó a sus cuerpos y les hiso el favor de abrazarlas cuando ya sus corazones estaban muertos, tenía la romántica idea de que cuando sus cuerpos fueran encontrados, estarían entrelazados como verdaderas  amantes que fueron asesinadas juntas. Pero mi hermano Orión, para quitarle un poco de romanticismo al momento, luego de observarlas un rato Orión les toco el rostro con sus dedos, los enterró en los orificios de sus ojos haciendo  que estos explotaran y derramaran más sangre. Leonor se acercó a ellas y les beso las manos una especie de saludo que solía hacer a los cuerpos, enseguida les arranco el corazón a ambas y me los entrego. -       Divierte, hermanito – me dijo – Después  me cuentas que había en el interior de estos deliciosos corazones – Y guiñándome un ojo se chupaba los dedos con sangre de las humanas. ¿Qué habría en su interior? tenía la curiosidad. Yo era capaz de saber eso, así como Leonor era capaz de darles órdenes a los humanos sin que estos  tuvieran la oportunidad de desobedecerle o cuestionarla. Magenta también poseía poderes, ella podía jugar con las mentes humanas creando situaciones o imágenes irreales. Y Orión, bueno, él puede ver el futuro de las personas tocándoles los ojos, como también puede ver lo que les habría sucedido si no hubiesen muerto por nuestra causa. Algo así como las vidas paralelas de una sola persona. En fin, éramos demonios, pequeños demonios que veníamos a linchar a los humanos y a jugar con sus vidas a nuestro antojo. Ah… Y dentro de sus corazones, solo había amor de una por la otra. ¡Qué asco!   
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