Llegada

1444 Words
Camine alrededor de la fuente, no lo podía creer, Ciel no volvería a pesar de que su amada había fallecido hace meses, no quería volver y no lo haría jamás. Me sentí tan sola. Él me había abandonado, él no volvería más a mí; su única hija, Kana. Lo llevaba observando por años, pero nada cambiaba, no parecía querer volver. No lo haría, era definitivo. -       ¿No te aburres de mirar a ese ángel desdichado, querida Kana? – me dijo Yur tomándome la mano con suavidad – te marearas si sigues dándole vueltas a esta fuente. Ten cuidado, si caes no podrás volver. Lo último que dijo activo algo en mi mente, y sin pensarlo dos veces me lance. Mientras caía escuchaba la vos de Yur que lloraba por mí.   Sentí cuando mi cuerpo se azoto contra el asfalto, fue tan doloroso que solo pude gritar. Pero ya no era un grito el que salía de mi, si no más bien un llanto incesante. Sentí cuando unas manos me tomaron como si fuera un pequeño bulto.  -       Pobre pequeña ¿Quién la habrá abandonado aquí? – dijo la vos de hombre. Quise responderle que no era tan pequeña, pero solo logré balbucear y derramar saliva. Lo comprendí, era un bebé ahora, aunque era perfectamente consciente de que en realidad era un ángel caído en el cuerpo de un bebé -       Será mejor que la llevemos a casa – dijo una fina vos aterciopelada.  - Será nuestra hija, Roger. Si Dios la puso aquí fue por algo. Quizá al fin nos bendice con una criatura tan hermosa como ella.- finalizó la mujer.  - Sí. Tienes razón. Llevémosla pronto a casa. Esta helando - me cubrió con su abrigo y emprendieron la marcha.  Entre tanto movimiento termine quedándome dormida bajo su calor pectoral. Allí crecí, bajo una morada de amor, llena que cariño por dos seres humanos que me adoraban, hija de dos amorosos humanos. Pasaron los años y olvidé el propósito que me tenía allí, no recordaba porqué estaba en la tierra, sabía perfectamente que era un ángel caído. Pero me preguntaba ¿por qué mi Dios me había dejado con los humanos? Perdí todo rastro de mi memoria angelical. Olvidé si realmente existía el paraíso , cada vez me era mas difícil recordar como era. Y al final, mis alas dejaron de aparecer cuando yo las llamaba, terminé siendo solo una simple humana. Incluso hay días que no recuerdo exactamente si ser ángel era un sueño o una realidad que estaba olvidando. Cuando cumplí 19 mis padres decidieron que debíamos vivir en la ciudad, así yo podría seguir estudiando en una universidad o instituto, luego de que cumpliera los 20, nos mudamos. Hice nuevas amigas, Teresa y Matilde eran las más importantes para mí, salíamos a menudo juntas, se quedaban en mi casa cuando salíamos a bailar. Pero todo cambio cuando supe que fueron asesinadas. Uno de los conserjes en el instituto encontró sus cuerpos desnudos y abrazados, sin ojos y sin piel en algunas zonas, además sus corazones habían sido arrancados. Nadie entiende como entraron al salón, tampoco cómo es que murieron allí. Las caramas de seguridad estaban todas apagadas, ninguna grabo algo esa noche. No hay rastro de nada, ni respuesta a lo que sucedió.  Caí en depresión cuando las vi muertas. No me atreví a asistir a sus funerales, tampoco volví al instituto hasta pasado el mes. Ahora aquí estoy, sintiendo como las miradas se posan en mi espalda, escuchando como cuchichean lo sucedido a mi alrededor y sentada al lado de una chica nueva llamada Magenta. Ella y sus hermanos;  Orión, Near y Leonor llegaron hace más de tres meses. Son raros, no sabría describir lo que me provocan. Comparto clases con dos de ellos, la ya mencionada, y Near. Podría decir que parecen sacados de novelas. Él tiene cabellos castaños, ojos azules como el cielo en plena mañana, piel blanca como las nubes. Muy guapo, un sueño para muchas chicas de la clase, y sus hermanos no se quedan atrás. Orión parece perfecto. Cabello n***o azulado, ojos verdes opaco, como el musgo, piel blanca, hombros anchos como los jugadores de rugby. Muy guapo también. Y sus hermanas bueno. Leonor tiene los cabellos dorados, los ojos color miel pura, la piel como el cuarzo rosa y un cuerpo esbelto. Magenta, es demasiado hermosa, sus ojos casi amarillos, su piel nívea y sus cabellos rojos como el fuego quedan perfectos para ese delgado cuerpo que posee, es normal que las chicas la envidien, es preciosa.   -       ¿Sabes? – escuche la voz suave de Magenta dirigirse a mí – tus amigas eran lindas, lamento que esto sucediera, pero, bueno, si tú quieres… yo puedo ser tu amiga ahora – fue muy gentil conmigo. intentaba romper el hielo.  ¿Tanto se notaba mi incomodidad?  ¿Y cómo podría decirlo? La amistad se supone que nace sola. Pero esta vez ella quería ser mi amiga. -       ¿No te molesta? - Le pregunte. -       No – me sonrió – tu eres muy linda, me simpatiza la gente linda. -       Si tú lo dices – eso significó que aceptaba ser su amiga. -       ¡Que divertido será! - y aplaudió con sus delicadas manos tal como una niña pequeña. A los días después me llevó a su casa, me presento a sus hermanos y poco a poco fuimos haciéndonos  amigas. Realmente todo estaba siendo muy divertido, me ría mucho con ella y con sus hermanos, sobre todo con Near, el más pequeño que tenía mi edad y que en más de una clase nos topábamos. -       Pareces interesante – me dijo un día Leonor mientras tomábamos él té. Leonor no solía compartir conmigo. Siempre me observaba con mucha atención como buscando algo que ni yo sabía que tenía. -       Gracias - le dije -       Eres muy linda – me volvía a hablar mientras se acariciaba su atractivo cuello. De pronto sentía un cosquilleo en mi garganta, como si sus dedos tocaran mi piel en vez de la suya, una especie de atracción que me tiraba hacia ella.  -       Gracias – le respondí resistiéndome. -       ¿No quieres salir un momento conmigo? – sentí como aquello se hacia cada vez mas fuerte, miré sus ojos que parecían profundos, y cuando estuve a punto de decirle que sí  Near nos interrumpió. Miraba con dureza a Leonor, la cual miró prontamente hacia otro lugar haciendo que esa sensación tan irresistible se desvaneciera tan pronto como llego. -       Kana ¿Te gustaría ver una colección que tengo en mi habitación? - dijo mientras tocaba la piel de mi brazo.  No esperó a que yo le respondiera, su mano se entrelazó con la mía y de un tirón me sacó del asiento llevándome  en la dirección de la que suponía era su habitación. Subimos las escaleras despacio. Cuando al fin llegamos me sorprendí, su habitación era amplia y luminosa, se sentó a la orilla de la cama y me invitó para que entrara e hiciera lo mismo. -       No quería decirte esto, pero, no te acerques más a mi familia, deja de ser amiga de Magenta, no te conviene para nada estar relacionada con nosotros – su voz me dio miedo, era tenebrosa y violenta ¿Quién era este chico realmente? – aléjate de mi familia – término por decirme y ordenarme... Después de eso me sentí enferma y no hice más que marcharme a casa. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué Near me trato así? Debí ser más atrevida y debí responderle algo. En la soledad de mi habitación me di cuenta de que vagando en mis pensamientos centrada mucho en él, Entonces lo odié, ¿Cómo se atrevía a tratarme de tal manera? ¿Quién se cree? No fui yo quien rogo por amistad. No llegue sola a su casa ¡fui invitada!. No fui yo quien se acercó a su familia, a sus extraños hermanos ¡No fui yo! Miles de ideas seguían brotando en mi cabeza que llegue al punto de sentirme sola, me he sentido defraudada conmigo misma, mis amigas me abandonaron ¿Cómo no me dí cuenta de que ellas se amaban? ¡Ellas se deseaban con locura! Y yo… jamás lo supe…  Desde mí llegada al mundo humano no me he sentido más que sola. Y ahora que creía que volvía a encajar me pasa esto.  No puedo permitir que algo así me desmorone... ¿Ciel, dónde estás?... Ciel… ¿Quién es Ciel?... Muchas veces mi mente hace cosas inexplicables... Así como vaga entre miles de pensamientos me trae interrogantes que no sé como responder. 
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