Ira

1195 Words
Sé que fui cruel con ella hace días, pero así debía ser, tal vez me habré equivocado, tal vez habré puesto un pie al ojo vigía de los humanos diciéndole a ella que no acercara a mi familia, que no le convenía. Quizás ella sea más inteligente, tal vez pensaría demasiado el por qué de lo dicho, luego investigaría y sin más nos delataría, les diría a los humanos que mis hermanos y yo matamos a sus amigas.  Estoy paranoico. Y puedo parar de pensar que no resultara bien todo esto. -       Los humanos no se darán cuenta – dijo Leonor con suficiencia – ellos solo ven lo que desean ver y lo que nosotros queremos mostrarles. Son idiotas, no lo olvides – me decía. intentaba calmar mi ansiedad. Había tenido que contarles a mis hermanos del grave error que cometí. Tuve que contarles que amenacé a la humana que visitó nuestra casa hace más de dos semanas. -       Tendrás que mantenerla callada por un tiempo – me dijo Orión mientras acariciaba el cuerpo de Magenta – ya sabes – giro el cuerpo de ésta, quedando cara a cara – un poco de esto la callara un buen tiempo hasta que encontremos la manera de asesinarla en uno de nuestros pecados – luego beso a Magenta como muchas veces lo había hecho. Mis hermanos se amaban, llevaban un eternidad queriéndose. A penas nacimos con Magenta quedamos condenados al compromiso con un hermano. Pero ella era muy feliz con Orión era un amor correspondido y meloso. Enamorarla no era una idea muy difícil. Nada es difícil para un demonio, solo debía ser más amable con ella de lo que era con el resto de las muchachas en el instituto, ser atento, consciente de su existencia. Pan comido…   Me había propuesto que cada día la saludaría amablemente con una sonrisa tímida y coqueta a la vez, pero ella no cooperaba en absoluto. Ella sin más me rechazaba. Eludía cada mirada que yo le posaba, los jueguitos de miradas no funcionaban. No me escuchaba cuando yo le hablaba en clases, solo oía a Magenta la cual sin mucho esfuerzo le dirigía la palabra. Pero a mi… ¡no me hablaba!  La ira recorría mis venas devorando mi interior y carcomía mi piel por las noches, dejando al descubierto mi verdadero ser, el demonio que realmente soy. La odiaba. Me tenía obligado a pensar en cómo hacer las cosas cada día. Rondaba a cada instante por mi cabeza. ¡Maldita y sensata humana! ¡Maldita Kana! Quería matarla, arrancar su corazón y devorarlo de una vez por todas, pero no podía, solo estábamos aquí para linchar a los humanos. Para cumplir con solo 7 homicidios, asique debíamos decidir muy bien a quién mataríamos por cada pecado. No podía tomar ventaja y asesinar a cualquiera. Aún así, por las noches deseaba tomar su asquerosa vida. Esa vida humana que era completamente frágil.  Pensaba en que podría seducirla con mis poderes. Pero de nada serviría ya que solo actuarían superficialmente y por el momento en que esté conmigo.   Pasaron más días y ella ni se inmuto en hablarme. ¡Ella seguía ignorándome! La odiaba, odiaba su sonrisa, su delgado cuerpo, su inmaculada belleza, odiaba cuando reía con otras personas, odiaba cuando otros hombres se le acercaban, odiaba su maldita existencia. Odiaba que me hiciera pensar todo el tiempo en cómo conquistarla, odiaba tenerla en el mismo salón aún que fueran solo en algunas clases ¡Odiaba verla! No podía quitarle la vista de encima, presentía que en cualquier momento ella se daría cuenta de lo que era, sabía que traicionaría a Magenta y diría que éramos asesinos. Día tras día la observe. No la aguantaba, sabía exactamente cuando llegaba o donde estaba con solo sentir su olor. No soportaba que nada ni nadie se le acercara, no podía sacarle la mirada de encima. Tanto crecía esta necesidad irracional que un día decidí seguirla entre las sombras. Caminaba hacia su casa por la noche, estaba muy oscuro. Atravesó unos callejones tranquilamente, como si nada le fuese a pasar. No se imaginaba que su frágil vida estaba en mis manos, en cualquier momento podría saltar yo de la oscuridad y acabar con su vida, era algo tan sencillo. Pero cuando creí que estaba a punto de hacerlo me detuve. Tan concentrado en ella estaba que no me había percatado de alguien que la seguía aparte de mí. Un muchacho del instituto venía tras ella. Un tipo que más de una vez se le acercó para invitarla a una cita, pero ella lo rechazo y ahora la seguía como yo lo hacía, a escondidas.  Entonces, me percaté de que él deseaba su cuerpo, ese frágil cuerpo que me pertenecía. ¿Qué era este tipo? ¿Un psicópata?  ¡Pero ella me pertenecía! Seguí observando... Sin reparos se acercó a ella en una esquina, iba decidido a abusar de ella. Ese apestoso humano quería su cuerpo más que a nada. Me precipite… Antes de que él la llamara y la desviara de su camino lo tomé por el brazo jalándolo a la oscuridad donde yo estaba. Tape su boca con mi mano desnuda. Dejé que Kana se alejara lo suficiente, y luego lo solté. -       ¡Que maravilla! – dijo Leonor a mis espaldas. -       La ira te desborda, hermanito – dijo magenta y luego me abrazo. -       ¿Quieres matarlo? Porque yo si quiero… - dijo Orión que se escondía tras un árbol. -       Anda hermano, es tuyo – dijo Leonor y entonces Magenta me soltó. Con toda mi ira observe el rostro deformado de aquel muchacho que estaba tiritando de miedo en el suelo. -       No tengas miedo – le dije – esto solo te dolerá mucho. Primero le arranque sus miembros mientras que el fuego de mi rabia aún ardía en el interior de mi cuerpo. Luego cuando ya eran demasiados sus gritos le arranqué la lengua. Comenzó a ahogarse con la sangre, entonces antes de que muriera y su corazón dejará de palpitar se lo arranque de un solo tirón.   Desperté lleno de sangre. Mi cama estaba igual de manchada que mi ropa, mire la habitación que tenía manchas por todos lados, manchas de mis manos ensangrentadas. Miré a mi lado y vi el cuerpo de Kana inmóvil, muerto. Grite. -       Jajaja – oí la risa de Leonor que estaba en la puerta con Magenta. Ambas se chocaron las palmas mientras se burlaban de mí. -       Ni te imaginas cuanto me costó hacer esa ilusión - dijo Magenta que luego se desmayó y los brazos de Orión la sostuvieron. -       ¿Te asustaste hermanito? – me dijo Leonor mientras se subía a mi cama manchada. – qué horror verdad, un cuerpo muerto por tus propias manos. Anoche estuviste fabuloso – cuando estuvo bastante cerca me beso la frente. – te envidio. Y entre risas me abandonaron en la habitación. Me recosté un momento. ¿Por qué vi a Kana en vez del hombre que realmente asesine anoche? Estoy obsesionado con ella.  Pronto debía estar listo para ir nuevamente al instituto. Sacudí mi cabeza y comencé mi rutina. 
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