Gula

1259 Words
La llamé una y otra vez para poder saber de ella, pero jamás me respondió. Magenta fue a verla a su casa. Pero ella no salió ni siquiera para decirle que no quería ver a nadie. Al final no pude verla en toda la semana. Durante la noche iba a escondidas a su casa para saber si aún estaba allí. Y claro, lo estaba. Con suerte, al acercarme a la ventana, podía oír como lloraba cada noche en la soledad de su habitación, al final me aburría de oírle sin poder hacer nada y terminaba marchándome a casa. -       Llevamos días sin salir, me estoy desesperando – dijo Magenta al aire. Era obvio, llevábamos días sin consumir almas, y desde que comenzamos con los pecados el hambre se hace cada vez mayor, llevábamos mucho tiempo en la Tierra. -       Salgamos entonces – dijo Leonor muy tranquila. Mi relación con ella no había mejorado, ahora solo nos ignorábamos y era como si no existiera en plano visual. -       Es fin de semana, lo disfrutaremos – volvió a hablar. -       ¿Qué tal si vamos a un restaurant?, creo que hacen comida exquisita allí, queda cerca de aquí, no recuerdo el nombre, pero sé dónde queda ¿vamos? – dijo Magenta con entusiasmo. -       Está bien - dijimos todos. Magenta iba de lo más feliz al lado de Orión, agarrada de su brazo como una pareja normal, la expresión de Orión lo hacía parecer alguien muy tranquilo. Leonor iba detrás de ellos y yo detrás de todos, de los últimos. Entramos en un restaurant llamado “El alma de la comida italiana” el lugar era decente y parecía algo agradable. Tenía las típicas mesitas con manteles a cuadros rojos y blanco con sillas para 4 o 6 personas.  Nos sentamos cerca de unas señoras que comían y hablaban a la vez. Eso me causo asco. Las dos eran gordas y parecían muy felices comiendo. Cuando miré el rostro de mis hermanos vi en ellos la sed de matar. -       Gula – dijo Orión con sus ojos completamente negros. Magenta se mordió los labios al ver a las mujeres y Leonor se chupo los dedos con entusiasmo extremo. Yo, me miré en el reflejo del vaso y vi que mis ojos también estaban negros por el hambre. La comida humana satisfacía un poco, pero la sangre y los corazones eran algo diferente y delicioso. No lo podía evitar, quería asesinarlas. -       No podemos aún – dijo magenta mientras sacudía su cabeza – esperamos un poco – termino diciendo. Todos repetimos el acto, sacudimos muestras cabezas e hicimos la orden de unos espaguetis blancos. Estábamos muy atentos a cada movimiento que hacían las dos mujeres. Cada movimiento. Cada vez que levantaban el tenedor para embutirse algo de comida, cada vez que levantaban sus vasos para beber un poco de licor, cada pequeña respiración, cada minúsculo sonido proveniente de sus bocas. Cada movimiento, cada uno de ellos. Oímos claramente cuando una dijo que ya estaba satisfecha que pediría la cuenta para marcharse, entonces nosotros hicimos lo mismo. Las robustas y redondas mujeres se encaminaron a la puerta como muchas otras personas lo hacían. Como nosotros lo hacíamos. Subieron a un auto y entonces Magenta utilizó sus poderes. Las hizo creer que el auto estaba descompuesto y Leonor las hizo pensar que era mejor que caminaran, de igual forma la noche estaba fresca, exquisita para un paseo. Ellas obedecieron. Caminaron hacia una cancha que eran de pasto. No había nada alrededor, sin casas ni nada, solo calles vacías. Y allí Magenta las hizo creer que el pasto eran espaguetis, y Leonor las hizo comer hasta que reventaron. Todos nos reímos salvajemente cuando la sangre salto a nuestras caras, cuando ellas gritaron de dolor. Para nosotros no era más que una bella melodía. Reímos hasta no más poder. Era divertido. ¡Muy divertido! Antes de que sus corazones dejaran de latir me acerque a ellas y los arranque, luego los puse en sus bocas como si fueran cerdos rellenos, mis hermanos rieron por mis actos. Orión hizo lo mismo con sus ojos, los puso en las manos de cada una pues Magenta había ordenado sus cuerpos para que parecieran petrificados. Todo nos pareció tan gracioso que no podíamos parar de reír. Por último, Leonor les quito el poco de ropa que les quedaba dejándolas desnudas. -       Así se verán mejor – dijo entre risas. Los tres le aplaudimos. Luego del entretenimiento todos nos marchamos a casa. -       Esto sí que sorprenderá a los humanos – dijo Orión.   Sí que lo hará. Pensé. A los humanos… A Kana… Dentro de mi… Me aborrecí. ¿Cómo podía ser tan cruel? Ella había perdido a su madre por mi culpa y yo andaba divirtiendo me con mis hermanos. Bueno, no era mi culpa después de todo. Yo soy un demonio que vino junto a sus hermanos a linchar a los humanos.   Llego el día lunes. Cuando la vi entrando por la puerta del salón una rabia feroz me embargo. Que idiota era en esos momentos… Ella se sentó al lado de Magenta. Ésta no le hablo como de costumbre, y entonces la oí decir. -       ¿Ahora tú también te enojaras conmigo? – me miró fijamente – lo siento. Lamento no haber respondido tus llamadas, pero ya debes saber el porqué de mis actos – sentí como si fuese a llorar, pero ella no lo hizo. -       No te preocupes – le dije – no lo haré. Magenta me miro impresionada, ella si estaba molesta. -       Magenta, por favor, perdóname. – le dijo con los ojos llorosos y Magenta no pudo resistir y la abrazo. -       Claro que si, enfermita – note su alegría. Ese mismo día ella me comento que había visto en las noticias durante la mañana la muerte de dos amigas de su madre, encontraron sus cuerpos en una cancha de baby futbol, sus cuerpos estaban desnudos y en su interior encontraron pasto, en sus bocas tenían sus corazones. Fue algo asqueroso. Eso dijo ella. Además de decir que odiaba por completo a la persona que estaba ocasionando todo esto, le odiaba, pero también le temía. Preferí no tomarle mucha atención al asunto, evidentemente estaba implicado, así que prefería parecer desinteresado. La semana paso rápidamente. Cada día parecía ser mejor para Kana, superó el problema de la muerte de su madre. O eso parecía. Terminaron las clases y nos fuimos todos a la playa, justo como Magenta quería. Leonor no quiso ir asique invite a Kana, ella acepto sin rodeos. Todo fue grandioso con ella. La vi como una sirena en el mar, eso parecía claramente. A veces sumergía todo su cuerpo dejando desde sus ojos hacia arriba en la superficie. Se perdía mirando el horizonte sin darse cuenta que yo la observaba. Anduvimos por todos los lugares que pudimos, nadamos en un arrecife, navegamos en un yate, salimos a bailar, cenamos con mis hermanos en un gigantesco restaurant con vista al océano. Acampamos en la orilla, también alquilamos unas habitaciones grandiosas, llenas de lujos. Todo era fabuloso. Creo que anduvimos cerca de un mes de vacaciones en distintas playas. Ella lo paso de maravillas. Y yo cada vez me sentía más enamorado de ella, cada vez la deseaba más, su cuerpo frágil, ese cuerpo tan bello, encantador, excitante, como un maldito ángel. Cada vez deseaba tocarle más y más, tenerla cada vez más cerca de mí, más y más cerca. Sentía deseos… De hacerle el amor a Kana…
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