Amor

1458 Words
Después de volver de unas grandiosas vacaciones que me hicieron sentir cada vez más relajada, el extraño ambiente seguía aguardándome en mi hogar. Mi padre ya no hablaba de mi madre, se estaba volviendo un tema prohibido, si lo mencionaba el se ponía triste y finalmente sollozaba en silencio sobre la mesa o se iba a otro lado a recordarla intentando ignorarme. Por lo tanto, para ambos era mejor que yo me enfocara en mi vida fuera de casa y en recordar mis vacaciones. Las que por cierto fueron increíbles. Habíamos hecho de todo por allá; nadamos, anduvimos en barco, cenamos en lugares lujosos, acampamos, etc. Disfrute el viaje y se sentí realmente bien con Magenta, Orión y mi amado Near. Near… Cada momento a su lado me parecía único, cada vez que le tocaba sentía un escalofriante deseo, como si estuviese haciendo algo malo, sensación que se había vuelto extremadamente adictiva y placentera. Lo amaba demasiado como para poder creerlo. Jamás creí que podría amar así a una persona humana. Lo deseaba y durante nuestro viaje me descubrí mirándolo detalladamente mientras nadaba por el mar, y al ser descubierta en mis sueños despiertos me sumergía escapando de mi ardiente y acusador rostro. Mi mente deambulaba en pensamiento que querían tocar su blanca piel, dormir en sus fuertes brazos, tocar su cabello castaño, sentir su respiración en mí. Amarlo, dejar que él me amara. Deseo… Deseo… Solo eso… Cabe mencionar que en más de una oportunidad soñé con él y terminaba despertando por golpecitos de Magenta y su voz que me decía que parara de tocarla. Una vergüenza para mi y un chiste para ella, algo que no se limito a guardar en secreto y cada cierto rato me decía a modo de amenaza cuando discutía con ella. Era una oportunista. En fin, las vacaciones me alejaban de todo lo negativo y hacían parecer cada momento un sueño, pero había días en que no podía estar tranquila aun sabiendo que el asesino que andaba por ahí había dejado de ocasionar homicidios, mi mente me hacia recordar el último del que toda la ciudad se enteró donde dos mujeres fueron halladas muertas en una cancha de futbol. Ellas eran unas amigas de mi madre, de mi difunta madre. Era una pena tremenda saber que ellas habían dejados a sus familias al igual que mi madre nos dejó, al igual que mis amigas y amigos dejaron a las suyas. Una pena. Pero bueno. Ya iban cinco homicidios. ¿Cuántos faltaban para que las muertes cesaran? Y con cada pregunta que me hacia me perdía mirando al mar a lo lejos cada ciertos momentos. Luego, era Near quien me traía de vuelta a la tierra al buscarme con su dulce y curiosa mirada.      Sentí un ruido en la ventana que me asusto tremendamente. ¿Acaso el asesino ya venía por mí? Sentí como el miedo me embargo. Me quede quieta observando como cada uno de los finos bellos en mis brazos se erizaban. Volví a sentir como una piedra golpeaba mi ventana. No lo podía creer, estaba asustada. A pesar de que la luz de mi habitación estuviera apagada, la cosa que estaba fuera sabía que yo estaba aquí dentro, sabía que yo podía oírlo. Tomé valor de donde fuese que éste estaba y me puse de pie para correr la cortina y mirar al imbécil que asesinaba a la gente y ahora me quería asesinar. Camine lentamente hacia la ventana corrí la cortina y una piedra volvió a golpear la ventana mientras yo trataba de mirar nerviosa, entonces el golpe me hizo gritar del terror y allí la figura del que estaba abajo me hizo señas para que no gritase. De pronto ambos comenzamos a reír nerviosos. El susto desapareció de inmediato. Que estúpida fui al pensar que el asesino vendría por mí, abajo y fuera de mi ventana estaba Near con las manos en su boca haciendo señal de que yo no gritara. Eso de estar asustada me pasa por pensar tonterías y de darle tanta vuelta a las noticias de los homicidios. Fuera de mi dormitorio había una casita sobre un árbol que usaba cuando era niña, Near trepo y entró en ella para luego asomarse por la ventanita que quedaba la altura y dirección de mi habitación. -       ¿Estás loco? – le dije entre risas y tapándome la boca. -       Solo quería verte – me dijo y me sentí alagada. -       No crees que muy tarde para andar por las calles - le dije y me sentí como su madre. – te pueden asesinar. Cuando le dije eso él solo se rio. Que tonta era, él estaba casi colgando con la mitad del cuerpo fuera de la ventanita y yo aún no le daba espacio ni lo invitaba a pasar. Lo único peligroso era que callera al suelo. Le hice un gesto con la mano para que entrara a mi habitación. Y como un atleta se lanzó por la ventana. Era ágil… Cuando ya estuvo adentro me tomo por la cintura y me abrazo fuertemente como si no me hubiese visto en años. -       Ey, me terminaras rompiendo – le dije y me soltó. Ambos nos sentamos en la cama nos miramos un momento y luego reímos como un par de idiotas. Éramos unos idiotas… Unos enamorados… -       ehm – dijo y luego quedo en blanco – es tarde ¿verdad? – me pregunto -       Si, es tarde – sentí como un calor de mi nerviosismo subió a mi rostro -       ¿Ibas a dormir ya? – también estaba nervioso -       Si, son las tres de la madrugada, ¿Qué esperabas? -       Nada en realidad. Já - rio más nervioso que antes. -       Sí, creo que tengo un poco de sueño… Me sentía idiota y nerviosa. -       Bueno en ese caso creo que me iré, ya es muy tarde – me dijo y se paró de la cama y yo le copie el acto -       En ese caso – le dije y miré a la nada - ¿Por qué no te quedas? Ambos nos miramos como si lo que hubiese dicho fuera parte de mi imaginación. Estábamos serios aunque podría estar segura de que tanto él como yo, queríamos reír como los idiotas que  éramos. Nos miramos varios segundos, un minuto, dos… Sé que mis mejillas se ruborizaron en la oscuridad de mi habitación, también sé que él se ruborizo cuando vio mi cara avergonzada cuando estaba en sus brazos. Deseo… Amor… Con delicadeza fue quitando mi ropa una a una, con amor fue acariciando mi cuerpo mientras ambos yacíamos desnudos sobre mi cama. Con deseo me entregue a él, y él con pasión se entregó a mí. Cuando desperté por la mañana, estaba envuelta en sus brazos. Su cuerpo desnudo estaba a mi lado y su respiración se frenaba en mis labios. Con suavidad me separe de él, tome una toalla de un perchero de mi habitación y fui al baño que tenía dentro de la misma. Me cerciore de que él estuviera aun durmiendo antes de entrar al baño. Sí, aún dormía como un bebé. Entré al baño y vi como mis alas aparecían poco apoco. Hermosamente blancas, inmensas y suaves como me sentía en ese momento. Las miré y acaricié un momento como siempre lo he hecho desde que volvieron. Parecían completas. Luego de escuchar un pequeño ruido que venía de mi cama las hice desaparecer. Salí del baño y mi amado estaba despierto. Sabía que no me había visto, pues desde la posición de mi cama no se podía ver el interior del baño, asique estaba tranquila. -       Buenos días - me dijo -       Buenos – le respondí Me acerque a él en la cama, me abrazo y me acaricio el cabello. Lo amaba… Estuvimos varios minutos así. -       Te amo – le dije y me sorprendí que él no me respondiera. Lo miré al rostro volteándome un poco y me di cuenta de que se había dormido nuevamente. Yo me dormí otra vez en sus brazos. Desperté más tarde, pero ya no estaban sus brazos, miré por todos lados, pero no lo encontré, se había ido. Me sentí un poco triste cuando me di cuenta de que la ventana estaba abierta, lo más seguro era que se había salido de mi habitación por ahí. Me levante y me duche. En el baño, bueno en el espejo de este, encontré una nota. “Te amo demasiado, pero algo no anda bien. Luego hablamos.” ¿A qué se refería con eso? El viento entro por la ventana y levanto la cortina llegando hasta mi espalda, congelándome. Me vestí rápidamente. 
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