Un torbellino de pensamientos atravesaban con fiereza la pobre cabeza de la castaña, carcome en un vaivén de solo cuestión de segundos su buen juicio, mientras que a la lejanía sus tímpanos captaban una voz, tal cual como un eco tan suave, siendo casi una especie de susurro al oído tanto que juraría que aquella persona no estaba en la misma habitación de ella. Pero era un simple engaño de su propio estado actual. —Alissa—escuchó como una voz con acento rumano le llamaba, para seguidamente sentir un frío toque suave rozándole el antebrazo. Ella parpadeo varias veces para salir de aquel trance, ni siquiera le estaba prestado atención a la clase de historia, puesto que se había sumergido tanto en su propia mente que olvido por completo su alrededor y lo peor de todo es que no tenía conci

