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The Médium

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intro-logo
Blurb

Alissa Jones, no es la típica chica normal, que ama salir con amigos a fiestas. Ella desde muy temprano edad descubrió que tenía ciertos dones que para cualquier otra persona necesitaría ayuda psiquiátrica.

Su vida cambió cuando tres meses después de la muerte de su hermano, ella y su madre se ven en la necesidad de un ambiente nuevo por eso se muda a un pueblo ubicado en el extremo sureste del estado de Washington, Estados Unidos.

El misterio es lo que más rodea a Murlayfield, esa fue la palabra que ella lo describió, pero hubo algo que más captó su atención, un grupo de hermanos vampiro en su nuevo instituto en especial cierto rubio.

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0. Prólogo
Era una soleada tarde en California, para muchos, era un día perfecto, en cambio para Alissa no tanto, sólo deseaba llegar al final de este año escolar. El sonido del timbre anunciando la culminación de clases, por el día llegó a sus tímpanos, la joven castaña se dedicó a guardar sus cuadernos y libros en su mochila roja, la cual, colgó en sus hombros para irse al estacionamiento del Instituto. —Adiós, rarita—el comentario de Lauren se escuchó a su espalda, junto a miles de susurros por parte del grupo hipócrita de ella. Todo por el simple hecho, que Alissa nunca estaba con alguien que no fuera su mellizo y eso contadas veces, debido a que, Justin era todo lo opuesto a ella. No sólo en el físico sino en lo extrovertido, siempre se lo pasaba rodeado de chicas y amigos. En cambio, ella tenía sus motivos por el cual estar siempre sola, y uno, era que no soportaba la energía tan sofocante e intensa de ese lugar y menos la de los estudiantes que eran tigres disfrazados de corderos. Camino hasta llegar al frente de la camioneta verde de su madre, la cual, se la había prestó mientras está en sus viajes de trabajo fuera de la ciudad. Con su mano empezó a buscar en el interior del bolsillo de su pantalón oscuro las llaves de su automóvil. Una sonrisa se asomó en sus labios al sentir la textura del llavero que la sujetaba, la tomó entre su mano para sacarla e introducirla en la puerta, y sin perder tiempo subirse en el asiento. —Bueno, supongo que este día no puede ser peor...— murmuró, sintiendo una pequeña puntada en su abdomen, que le genera una sensación desagradable en la boca del estómago. Un mal presentimiento. Eso era lo que había sentido desde que puso los pies fuera de su cama esa mañana, sólo esperaba que fueran ideas suyas. Con aquellos pensamientos negativos en su mente, sacudió la cabeza tratando de alejar la tormenta interna que estaba a punto de explotar, y de esta manera, poner en marcha el vehículo en dirección a la casa de su abuela. Sólo fueron cuestión de quince minutos para llegar a su destino, estacionó la camioneta en frente de la casa, y así se dispone a caminar hacía la entrada, cuando estuvo en la puerta, giró el plomo, e ingresó al interior. El dulce aroma a vainilla inundó sus fosas nasales, sus orbes azules detalla cada parte de la sala de la abuela, la cual, tenía una mesita decorativo en el centro, un amplio mueble marrón, una chimenea que en la parte posterior reposan varias fotografías familiares y un estante repleto de libros. Todo era perfecto para Alissa, siendo este su lugar favorito en todo el mundo. —¡Ya llegué!—gritó la joven desde la sala. —¡Bienvenida a casa, mi tesoro!—escuchó una dulce voz desde la cocina. La madera bajo los pies de Alissa, crujieron con cada paso que daba rumbo a la cocina en busca de su abuela. Allí, estaba una mujer mayor con el cabello canoso en su totalidad, que al verla, sonrió tanto que las patas de gallo a cada costado de los ojos se le marcaron. La abuela sacó sus manos de la masa de galletas que estaba preparado para acercarse a su nieta y envolverla en un cálido abrazo. —¿Oye, abuela Justin ya llegó?— preguntó la adolescente cuando se separaron. —No, pensé que estaba contigo— respondió la mujer mayor, volviendo su atención a las galletas. —Supongo que debe estar con sus amigos—concluyó Alissa, encogiéndose de hombros sin darle importancia. —Esta mañana ante de irse me rogó que le hiciera un trabajo—le contó, mientras extendía la masa con el rodillo. Alissa, frunció el ceño al escuchar tales palabras de su abuela, algo en su interior le hizo clic, ella comenzaba a entender, el por qué no lo vio en todo el día en el Instituto, eso quería decir que Justin ha vuelto a caer en las garras de esa chica odiosa, la cual tenía un novio en malos pasos. —¿Y tú le ayudaste hacer un amarre?—la médium se acercó a pasos acelerados a donde estaba la mayor, para observarla y detallar cada gesto de su rostro. —Alissa, deje de hacer esa clase de magia hace mucho tiempo, ahora sólo soy una guía espiritual—le recordó sin más la mayor. La adolescente asintió con la cabeza, un tanto convencida por sus palabras, por lo que se dirigió a las escaleras que daban a la segunda planta. Deseaba poder darse una relajante ducha, y borrar de una vez por todos aquellos tortuosos pensamientos. Iba a mitad de las escaleras cuando una vibración en su bolsillo la hizo detenerse, saco su teléfono para ver quién la estaba llamando, en la pantalla marcaba un número desconocido. Ella por un momento dudo en no contestar pero a la final decidió presiono el botón verde y llevarlo a su oído. —¿Hola?—su voz sonó como un leve tambaleo. —Buenas noches ¿podrían hacerme el favor de comunicarme con Alissa Jones?—se escuchó un voz femenina al otro lado de la línea. —Ella habla, ¿Quién llama?—preguntó confundida al no reconocer la voz. Alissa, se quedó estática en su lugar cuando un frío extraño le recorrió la columna vertebral, dando como consecuencia que su corazón empezará a bombear sangre desesperado. —Señorita, la estamos llamamos del hospital central, es para informarle que el joven Justin Jones tuvo un accidente, se encuentra en emergencias y el único número telefónico marcado reciente es el suyo. De los labios de la castaña no salió ni una sola palabra, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas que amenazaban con salir, ella colgó el teléfono, para de esta manera, correr escaleras abajo. «No puedo creerlo» pensó la joven. —Abuela, ya vengo—dijo, tomando las llaves del auto en la mesita de la entrada. La adolescente ignoró por completo los llamados constante de la mayor, al momento de salir corriendo en dirección al vehículo. Ella no condujo con precaución sino todo lo contrario, lo único que deseaba era llegar al hospital donde le había indicado que estaba su hermano.  Al llegar, literalmente corrió hacía la recepción. —Soy familiar de Justin Jones, me llamaron que lo tenían aquí—habló Alissa en un tono de voz acelerado. La secretaría la observó a través de las gafas, bajando de nuevo su mirada a los papeles que andaba revisando, comenzando a buscar entre los registros de los pacientes que habían ingresado esa noche.  Alissa, sintió una sensación horrible en su interior. Una doctora se acercó a la recepción, esta, tenía gran parte de la bata blanca cubierta de sangre. —¿Hay algún familiar del chico que hace un momento ingreso?—le preguntó la médico a la recepcionista. —Sí, señora ella—le respondió, señalando con una inclinación de cabeza a la castaña. —Soy la hermana ¿Qué pasó?—en su tono de voz se notaba la angustia yaciente en su interior. —Justin, fue apuñalado tres veces en el abdomen, cada una de las perforaciones lastimaron órganos muy importantes—informó la médico —Estamos haciendo todo lo posible para salvarlo, ha perdido mucha sangre. —Pero ¿Esta bien?—Alissa sintió como su corazón cayó al piso. Las lágrimas acumuladas en su orbes azules, salieron sin más no poder resistir, mientras que un constante temblor se apoderó de sus piernas, la cuales se volvieron flácidas, tuvo que la recepcionista ayudarle a sentar en las sillas de la sala de espera. —Debes avisarle a tus padres, la policía ya tiene en su poder a la persona que cometió el acto—agregó la doctora, para de esta manera perderse por el pasillo. La castaña, metió sus manos temblorosas en el bolsillo de su pantalón, sacando el teléfono, y sin perder más el tiempo, marcar el número de su madre. Un pido, dos pitidos, tres pitidos, contestadora... Volvió a realizar la misma acción unos segundos después, obteniendo como resultado el mismo. Alissa resignada bajo el teléfono, llevando su mirada en dirección al pasillo, tenía la esperanza, de que alguna enfermera viniera a decirle que Justin estaba bien. Pero en cambio sus ojos captaron a una niña de no más de cinco años, de cabellera rubia, con un hermoso vestido verde y de sonrisa dulce e inocente. La niña levantó la mano haciendo un gesto de despedida hacía la médium, precisamente en el momento que una luz blanca la envolvió haciéndola desaparecer. La castaña no se inmutó, puesto que, a lo largo de su vida siempre ha visto esas clases de apariciones e interacciones con espíritus. Los minutos pasaban y ella comenzaba a perder la paciencia, al no tener alguna novedad de su hermano. La castaña de un movimiento rápido se levantó del asiento, para dirigirse a la recepción. No obstante, por el mismo pasillo que lleva observando minutos atrás, apareció la doctora encargada de su hermano. Ella con tan solo percibir la mirada del médico de tristeza y compasión. Supo que algo no estaba bien. —Se hizo todo lo posible pero él acaba de fallecer—la voz baja del médico le afirmó su intuición. Alissa, le exigió a sus pulmones respirar, mientras lágrimas bajaban por sus mejillas, por puro instinto sus piernas racionaron solas, haciéndola correr sin importarle los llamados de la doctora y recepcionista que trataron detenerla. Entro en la habitación de reanimación de emergencia, frente a ella observó un cuerpo en una camilla tapado con una sábana blanca.  Con cada paso que daba sentía que su corazón se iba a salir de su pecho.  Había perdido a su mellizo, había perdido a su otra mitad.  Se acercó con sumo cuidado a la camilla, al estar allí, de un brusco movimiento de su mano levanto la sábana que cubría el cuerpo. —No, por favor—dijo abrazó el c*****r de su hermano. —No me dejes, por favor...—susurró con todo el dolor de su alma.  Su mundo en este momento se derrumba, con tan solo abrazar el cuerpo inerte de su mellizo. Alissa, detuvo su respiración, justo cuando un escalofrío recorrió su cuerpo. Ella percibió una presencia, y esta no era de parte de las enfermeras que la observaban con dolor desde la puerta. Era algo o alguien que le susurro:  «Yo jamás te dejaré sola, Alissa lo prometo» (...) Los tonos grisáceo del cielo denotaba casi de manera especifica como la joven de cabello castaño se sentía en ese momento, sus ojos azules perdían aquel toque encantador y vibrante que siempre poseen, dejando ver la tristeza que yace desde lo mas fondo de su corazón. Ella había perdido a su mellizo.  Aquel que desde que nació estuvo allí a su lado, su compañero de juegos. Justin era el único ser en la faz de la tierra que podía decir libremente que conocía cada aspecto o pensamientos de la castaña, puesto que literal habían compartido vientre. Aunque Alissa poseía ese singular don de poder ver e intelectual con los muertos, de cierta forma en ese momento no le agradaba del todo, porque a fin de cuenta no lo podía abrazar como cada día. ―Alissa...―sus oídos captaron perfectamente la voz dulce pero opaca de una mujer.  La médium desvió sus ojos azules que observaban perdidamente atrás del cristal de la ventana, no supo ni cuanto tiempo estuvo de pie allí mirando hacía la nada, dejando que sus pensamientos le atormentarán una vez más en el día como se estaba, volviendo ya la costumbre.  ―Madre―habló la joven, volteando para poder ver de frente a su progenitora. Detalló el rostro demacrado de la mujer, bajo sus zafiros opacos hinchados y un tanto rojos, un par de bolsas oscuras marcando la expresión demacrada por haber estado horas llorando atrás. Tal vez no estaba mejor que la chica pero Alissa se había hecho la promesa de ser fuerte y menos perder el control de sus emociones que poco a poco comenzaban a surgir, le estaban trayendo problemas.   ―He estado pensando mucho últimamente―habló la mujer en un tono pausado.―Ya no te puedes quedarte aquí, tu abuela ya esta mayor y es mejor que vengas conmigo―argumentó con un vocablo tembloroso.  Alissa asintió levemente con la cabeza, era un hecho que irá con su madre, a aquel pueblo llamado "Murlayfield", al menos tenía la certeza que el clima le encantaría porque era frió y húmedo, como ciertas regiones de Estados Unidos, por lo tanto no le quedaba de otra más que aceptar el hecho, además tal vez de esa manera pudiera olvidar un poco lo de su hermano para comenzar de nuevo. ―Iré a arreglar mis pertenecías con tu permiso, madre―informó la chica, haciendo una pequeña inclinación.  De sus labios se escapó un largo suspiro pesado. ―Todo va a estar bien―susurró por lo bajo, mientras que se abrazaba a si misma en búsqueda de confort. La chica examino cada rincón de su habitación o la que iba a ser su ex habitación, porque su madre querían viajar lo antes posibles para no caer en la depresión por la perdida, y ella no la culpaba pues era su hijo quien ha falleció. Pequeñas lagrimas se acumularon en sus ojos azules, aunque se hace una y otra vez a la idea de que debe dejar todo atrás le pesa bastante. A pasos moderados fue hasta el closet, sujetando de un movimiento de su mano derecha la perilla de la puerta, para de esta manera ejercer fuerza provocando que se abriera lentamente. (...) Tres meses habían transcurrido desde el fallecimiento de Justin, el culpable de su muerte estaba tras las rejas por homicidio en primer grado con una condena de treinta años, y todo por un acto de celos. Las cosas habían cambiado en su totalidad para todos en la familia, la madre de Alissa, Madison, decidió que lo mejor para ambas era mudarse de California a un pueblo en el condado de Washington, donde ella había crecido y allí tener un nuevo comienzo. Alissa, observó a través del cristal de la camioneta su nuevo hogar, una mueca se asomó en sus labios aún no muy convencida de la decisión de su madre sobre dejar todo atrás y en especial a su abuela. La castaña con sólo poner su cuerpo afuera del vehículo, el viento frío de Murlayfield caló sus huesos, provocando que se abrazará así misma en búsqueda de calor, mientras inconsciente se mordía el labio inferior, para disponerse a caminar hacía la entrada de la que seria su nuevo hogar. El interior de la casa era sumamente acogedora tanto que creaba la sensación de calidez, contando con sala, cocina y tres habitaciones más que suficiente para ellas. —¿Qué te parece, Alissa?—comentó la madre de la chica a su lado. La adolescente, solo realizó un pequeño asentimiento con la cabeza, aunque su madre tratará de parecer emocionada, el aura que la rodeaba era completamente diferente, un gris. Eso era algo particular de Alissa desde muy temprana edad, se percató de que tenía varias peculiaridades, podía ver el aura de las personas, pero siempre trataba de mantenerlos en secreto, dado que no quería que la en cerrarán en un hospital psiquiátrico por demente. —Iré a ordenar mi habitación—susurró la adolescente. No quería seguir cerca de su madre por ciertas razones, aún le dolía el hecho de que no le contestará él día, en que Justin falleció, dejándola afrontar sola ese dolor. La castaña emprendió su camino escaleras arriba, hasta llegar a la habitación casi al final del pasillo. Ingresando en completo silencio al interior de su dormitorio, las paredes estaban pintadas de un tenue azul pálido, mientras el techo en blanco, habían pocos muebles, una mesa, la cama y una repisa dónde podía colocar sus libros. Se percató de las cajas que estaban en el suelo traídas el día anterior por el camión de mudanza. De esta manera, ella se inclinó sobre sus rodillas para poder abrir una a una las cajas donde estaban sus pertenencias, para su mala suerte tenía poca ropa tanto que el armario quedaba grande. También colgó un par de fotos familiares en la pared como decoración. No obstante, sus orbes azules captaron particularmente una en específico, la cual la marcaba más, esa dónde se encontraba su hermano Justin, dándole un beso en la mejilla el día en que ambos salieron de la primaria listos para comenzar juntos la nueva etapa de su vida, pero las circunstancias han cambiado. Alissa, por un momento sacudió su cabeza de lado a lado, tratando de esta manera centrarse y seguir guardando todo. La castaña, se dedicó a ordenar los libros en la repisa, siendo estos mayormente de contenido sobre la chacra, el manejo de energía y cosas espirituales, todos fueron regalos de su abuela. Decidió tomarse unos minutos para mirar por la pequeña ventana de su habitación el paisaje; el cielo parecía muy triste por las nubes grises y la lluvia amenaza con caer, todo lo opuesto a su hogar, pero no podía quejarse, todo era por un bien, lo único curioso era la energía misteriosa que rodea aquél pueblo, como si hubieran muchos secretos ocultos en ese lugar. Sus ojos captaron como en la casa del frente una camioneta azul se estacionó, siendo cuestión de minutos en que observó como se bajaban de este un hombre con un traje militar y una chica de cabellera rojiza, casi como el tono de una zanahoria, la cual al parecer no le agradaba del todo estar en esa situación, dado que tenía una expresión de disgusto. Ella juraría que sentía la incomodidad de ambos hasta allí. «Alissa» Continuará...

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