Jugando limpio

Leticia —Acepto. —respondió de manera segura, viéndose radiante en ese precioso vestido. —Por supuesto que te acepto Beau, te amo, tonto. La mirada de Beau, completamente maravillada hacía la que desde hoy sería su esposa, me emocionó. Era tan difícil ver el amor triunfar hoy en día, que verlos a ellos conseguirlo, rompió mi poca fortaleza, provocando que mi rostro se llenara de lágrimas rebeldes que no dejaban de brotar. Había llegado un poco tarde, cuando la ceremonia ya había comenzado, pero lo poco que presencié, quedaría guardado en mi memoria. —También te amo, pececito. —Beau no logró esperar a que le permitieran besar a la novia, simplemente se lanzó hacía sus labios, impacientemente. —Puede besar a la novia. —dijo el sacerdote con una sonrisa, provocando el aplauso de todos los presentes. Laurie había logrado todo lo que siempre deseó, encontró a su compañero, se independizó y se aferró a su idea de permanecer en un bar que sus padres odiaban y ahora estaba uniéndose con el amor de su vida. Me gustaría ser un poco más como ella, luchar por lo que quería sin importarme lo que sucediera o a quien podría molestar, pero la culpa era más fuerte que yo. Nunca podría estar tranquila sabiendo que otras personas son miserables por mi causa. La pequeña iglesia estaba hermosamente decorada, flores azules y blancas se vislumbraban por doquier, creando una especie de paraíso, principalmente cuando la luz del sol se colaba por los coloridos vidrios de los ventanales. Aún nadie me había notado, a pesar de traer puesto el que podría ser el vestido más hermoso que he utilizado alguna vez, pero no podía culparlos, fue mi culpa llegar tan tarde, pero es que aún no lograba conducir de manera fluida. Estar aquí, a pesar de hacerme feliz, me recordaba que dentro de algunos días me lanzaría a caminar por una cuerda floja, en la cual un solo pequeño paso, podría llevarme directamente al desastre. Sentía tanta presión, tanto miedo, que mi instinto me pedía correr y gritar, aún sin tener un rumbo fijo. Mientras paseaba mi mirada por la multitud, me topé con Uriel y Lorenzo, quienes se encontraban sonriéndose con sus manos entrelazadas. Sonreí sinceramente al verlos así, estaba complacida de ver que por fin habían fortalecido su relación, aunque también sentía un poco de envidia por su felicidad. Cuando me había marchado, aún tenían problemas verdaderamente graves y aunque me había asegurado en las frecuentes llamadas que estaban mejor, me alegraba verlo con mis propios ojos. La recepción era igual de perfecta, Ryan y Abril, habían mandado a colocar una enorme carpa, la cual se encontraba perfectamente decorada con los mismos tonos de la iglesia. Llenando mi vaso, con lo más fuerte que pudiera conseguir, comencé a deambular lista para socializar con todos. Las primeras personas a las que vi, fueron a Samara y Aryeh, quienes estaban bailando, completamente embelesados en la mirada del otro. Pero no iba a interrumpir su momento, por lo que continué caminando, sospechando que la siguiente boda sería la de ellos. Un poco más adelante Faith y Jonás miraban como Ryan había acaparado a su hija en la pista de baile y no parecía que la soltaría pronto. —Los celos de un padre nunca desaparecerán. —murmuré deteniéndome a su lado. —Tampoco podría lograrlo, darle todo tu amor y cuidados a tu hija, para que luego venga alguien y se la lleve, mataría al desgraciado. —Jonás negaba, pero por lo poco que lo había tratado, él sería incapaz de hacer tal cosa. Sin embargo al observar a Faith, voltear hacía él con la clara intención de reprenderlo, me fue imposible no notar la pequeña hinchazón, que su vestido salmón, reveló. ¿Cuándo nos contarían que un pequeño bebe vendría en camino? Era la segunda vez esta tarde que la emoción de apoderaba de mi, estaba un poco sentimental al parecer, pero era imposible no emocionarme con la idea de una nueva generación corriendo por estas tierras. —¿Quiénes creen que serán los siguientes en dar un paso tan grande como este? —pregunté, parpadeando rápidamente, tratando de alejar las lágrimas que amenazaban con salir. —Puede ser cualquiera, Cedric tiene muchas ganas, los gemelos igual y no podemos olvidarnos de Uriel. —respondió abrazando a su compañero. —¿Y qué hay de ti Faith? —No este año. —con Jonás compartieron una mirada, una donde se transmitían tantos sentimientos. —La he intentado convencer, pero se niega a darme el sí. —Te he dado mi vida y mi corazón Jonás, un papel no marcará diferencia. Arriesgándome a quedar como una cotilla, pregunté sobre mi reciente hallazgo. —¿Y no han pensado en tener un bebe? —Lo tendremos, muy pronto. —al decir esto, Faith golpeó juguetonamente a su compañero. —No se lo digas a nadie Leti, aún queremos guardarlo en secreto. —No se lo diré a nadie, pero no creo que puedan ocultarlo mucho más, ya empieza a notarse. Felicidades chicos. —¿Y qué hay de ti? ¿Algo nuevo para contarnos? —Nada Faith, mi vida sigue completamente igual. —Solo espera, encontraras el camino hasta tu destino. ¿Destino? Quise burlarme de eso. Desde el día en que nací tuve muchos destinos marcados y todos elegidos por alguien más para mi. Por un lado, al ser una loba, sabía que la Diosa me había asignado un compañero. Uno que no sabía como sería o cuando aparecería, pero que estaba por ahí y tarde o temprano lo encontraría. Y por otro lado, tenía la tradición familiar. Tanto mis abuelos, como mis padres, esperaban que me convierta en la próxima abogada, siguiendo la carrera que ellos amaban. Ni mi madre, ni mi abuelo jamás me preguntaron si eso era lo que quería para mi, solo lo tomaron por sentado, mencionando siempre el tema y hablando de mi como su sucesora. No me obligaban abiertamente, pero de cierta manera, la presión y el miedo de defraudarlos era mayor. Solo una vez me arriesgue a comentarles mi interés en estudiar algo más, soñaba con estudiar kinesiología. Pero simplemente me ignoraron y continuaron con sus planes de convertirme en su sombra. Y si eso era lo que los hacía felices, ¿Cómo podría decepcionarlos? Luego de caminar un poco más, llegué al lugar donde mis padres conversaban con Jack y Megan, Michael y Abby, Robert y Tracy. Una vez los halagos a los novios culminaron, la conversación cayó sobre mi. Todos me preguntaban si estaba emocionada por comenzar mis estudios, a lo que mentí de manera descarada, fingí una felicidad que no sentía e instalé en mi rostro la sonrisa más falsa, pero creíble que pude lograr. Sin embargo, luego de unos minutos, me excusé y salí fuera de la carpa, sintiendo como en cualquier momento pudiera desmayarme, a causa de la falta de aire. Salí tan desesperada, sintiendo la presión caer sobre mi, que no noté que alguien me había seguido, pero cuando secaba las lágrimas que ya no podía retener, voltee y me encontré cara a cara con Michael, quien no dijo nada al principio, solo me abrazó. —Todo estará bien, Rapunzel. —No Mich, aunque salga de esta torre, voy directo a encerrarme en otra. —¿Por qué no se los dices? Diles que no quieres estudiar esa mierda, tanto Scrappy como Nath te entenderán. —No lo harán, has oido el orgullo con el que hablaban. —Me alejé un poco y miré hacía la carpa. — Mi madre sueña con esto desde que tengo memoria y mi padre cree que estoy feliz. No los quiero defraudar. —¿Y te defraudaras a ti misma por ello? —En tres semanas debo comenzar, no puedo echarme atrás ahora. Mich, aunque no me guste tengo que aceptar que este es mi destino. —¿Conformarte con lo que otros quieren para ti? —Tal vez con los meses me empiece a gustar, debo intentarlo. —No lo se Rapunzel. ¿Dónde esta tu instinto de aventura? —Esperaré a que me visites y lo saques afuera. —Sonreí, sabiendo que él lo haría, cualquier día golpearía mi puerta. —Claro que lo haré, estaré allí y te sacaré a divertirte. De paso sacaré a fosforito, sé que quiere ir a visitar la tumba de su abuela, no lo dice, pero hace días la llamó en sueños. —Entonces los esperaré. Abby estará bien. —no sabía mucho de su abuela, pero sí que se había hecho cargo de ella desde que sus padres habían muerto. —Tú también lo estarás. —Lo estaré, ahora volvamos, no quiero que se den cuenta de que estoy triste, hay muchos motivos por los que festejar. A pesar de todo lo que me esperaba, quería pensar solamente en lo que había visto esta noche. Dos de mis amigas estaban encontrando su felicidad, una casándose con el hombre de su vida y la otra esperando un bebe. Ni hablar del resto, quienes estaban igual de felices con sus compañeros. Hoy dejaría los problemas, mañana sería otro día. Por hoy festejaría, reiría y dejaría de llorar. Me aferraría a los momentos alegres, atesorándolos dentro de mi.