—Hola mami, tía —Nos saluda Alessia.
Me abraza y luego toma asiento en la silla que hace un rato Alejandro ocupó. Se le ve emocionada, con una felicidad que no deja lugar a dudas de que está disfrutando la celebración.
—Gracias por permitir que mi papi esté con nosotros —De repente Alessia me dice de manera distraída y luego llama a uno de los meseros.
—¿Cómo que gracias por permitir? —Le inquiero—. Yo no organicé esto ni soy la que controla las entradas y salidas.
—Ya sabes a qué me refiero —Contesta en un tono de voz de reproche—. Bien sabes que lo digo es porque no estás discutiendo con él. Míralo, se ve feliz.
—Claro que está feliz. No lo va a estar luego… ¡Auch! —De manera imprudente Cristina comenzó a hablar, afortunadamente la tengo lo suficientemente cerca para darle un punta
