Capítulo 2.

1697 Words
 Desperté desorientada, mi cuerpo se sentía pesado y mi cabeza dolía un poco, como si tuviera resaca.  La tienes.-murmuró una voz en mi cabeza.  Suspiré e intenté levantarme, pero algo parecido a un cuerpo, se encontraba encima de mí, evitando mi escape. Como pude miré hacia abajo y divisé una cabellera oscura; resople y volví a intentar moverme, pero sus brazos realmente me tenían atrapada entre ella y el sofá. -Vicky.-susurre mientras intentaba despertarla sacudiendo un poco su brazo- Vicky, necesito ir al baño.  Su sueño era claramente muy profundo, ya que ni se inmuto. Refunfuñe por lo bajo y mire nuevamente hacia el techo. Necesitaba salir de ahí rápido. -Lo siento.-susurre y sin ningún tipo de delicadeza moví a mi amiga dejándola en una posición que no se veía para nada cómoda.  Exhale con cansancio y decidí retomar mi objetivo: llegar al baño; pero cuando me di vuelta y noté la gente que se encontraba acostada en mi sala, el recuerdo de la noche anterior invadió mi cabeza. *Flash back* -Bueno… ¿qué hacían?-pregunté curiosa.  Estaba todavía un poco desorientada, era como si hubiera viajado a un universo completamente paralelo. -Solo estábamos hablando-me comentó Silvia mientras tomaba un trago de su vaso.  Me sorprendía la tranquilidad en la que se encontraban mis tres amigas; observándolas, parecían muy normales. Victoria estaba entre medio de Mangel y Alex, sonriéndome, Silvia estaba al lado de Carlo, y Rubius se encontraba en uno de mis puf coloridos. -Ah...-no sabía qué decirles, era una situación en la que nunca pensé que me encontraría-¿Algún tema interesante?-me sentía la persona más estúpida del planeta, sin  saber cómo seguir la conversación.  Vicky soltó una risita, notando mi incomodidad. -La verdad que no.-murmuró Silvia y tomó otro trago de lo que sea que tuviera su vaso. -Ya se-manifestó Sam soltándose de mi brazo-, ahora que Laila está aquí, juguemos a algo. -¿Y si jugamos con eso?-Mangel señalaba a mi Xbox como si fuera lo más interesante del mundo. -Si!!-coincidió Alex. -No.-dijo Silvia haciendo que todos la mirábamos, su “No” había sido muy firme.  Sam me miró y ya sabía lo que eso significaba, ella iba a sacar alguno de sus juegos de película adolescente. -Preferiría un juego más… interesante.-su voz se había tornado “misteriosa” haciendo que una sonrisa de obviedad invadiera mi cara, siempre hacia lo mismo. -¿Y cuál es el juego tan interesante que podemos disfrutar tanto como un par de partidas en la Xbox?-le preguntó Sam haciendo énfasis en la parte de interesante. -Mmm, no lo sé.-puso su dedo índice en su barbilla y miró hacia el techo.  Era mentira, tenía más que claro el juego en su cabeza, pero quería que todos estemos expectantes. Y tanto Sam, como Vicky, como yo, la conocíamos muy bien, y la amábamos claramente, solo que estos comportamientos nos parecían muy divertidos y obvios; Silvia era muy diferente de nosotras tres, ella era más de salir y nosotras más de quedarnos, pero siempre encontrábamos la forma de pasarla bien las cuatro juntas. -Ya se! Podríamos darle una oportunidad al verdad y reto con botella. -¿Con botella?-murmuró Sam tratando de procesar algo en su cabeza intoxicada. -Claro, la botella marca quien es el siguiente de responder o hacer un reto.-le explicó muy contenta Silvia.  La cara de los cuatro chicos era épica, pero ninguno se negó, solo nos miraban esperando las siguientes indicaciones. -Agh, está bien,-cedió Vicky- solo lo acepto porque no quiero pelear contigo.-susurró eso último haciendo que la sonrisa de Silvia creciera un poco más.  Un pequeño silencio se extendió a lo largo de la sala mientras todos nos mirábamos sin saber qué hacer. -Bien… ¿quién trae la botella?-preguntó Rubius hablando por primera vez después de lo de mi cabello.  Fue en ese momento en el que reaccione que estaba en mi casa, y yo tenía que ser la que buscara la botella, no solo por ser la dueña del lugar, sino porque todos los ojos me miraron. -Ah, ya vuelvo.  Caminé hacia la cocina y me encontré con Vicent sentado al lado de su plato de comida, cuando vio que entre comenzó a maullar y a restregarse en mi pierna. -Aww, ¿me extrañaste?-le pregunté y me agache a su lado para acariciarlo, haciendo que comenzara a ronronear.  Mi gato disfrutó unos minutos de mis caricias, y luego se levantó (dejándome completamente de lado), y caminó nuevamente hacia su plato y comenzó a maullar otra vez. -Está bien, ya te doy tu comida.-le dije con una pequeña sonrisa.  Era el gato más hermoso del mundo.  En el momento en el que termine de servirle, camine hacia uno de los muebles y saqué  una botella vacía de un licor que me había terminado hacía unos días atrás.  Cuando volví, me arrepentí al instante de la botella que había elegido para el juego. -¿¡De donde sacaste ese licor!?-el grito de Sam hizo que todos se sobresaltaran.  Mire la mano en la que sostenía el objeto ya sin ningún tipo de líquido y la mire a ella. -Em… ¿lo compre en el súper? -Nunca me invitaste ni un trago, ¿para que enemigas si te tengo a ti?  Rodé los ojos por su dramatismo. -Eres una exagerada, tienes hasta las llaves de mi casa, puedes tomar y comer lo que quieras, solo te quejas porque nunca lo viste.-le dije caminando hacia donde estaba.  Vicky rió y negó con su cabeza. -No soy ninguna exagerada.-lloriqueo Sam- Eres una mala amiga.-poniendo sus brazos en jarra y haciendo puchero me dio la espalda.  El alcohol la volvía más caprichosa de lo que era. -Ay por favor Sam, deja de quejarte.-le dijo Silvia acomodando las cosas para que podamos poner la botella cómodamente.  Cuando deje la botella en el piso, sentí como mi cuerpo perdía el equilibrio debido a que otra persona había decidido treparse en mí. -¡Mereces el peor de los castigos!-Sam estaba protagonizando una película de acción haciendo reír a todos los que se encontraban a nuestro alrededor.  Mi cuerpo había quedado boca abajo, mientras que mi amiga estaba sentada en mi espalda sosteniendo mis brazos con mucha fuerza. -Ay, ay, Sam, me haces daño.-grité haciendo que la fuerza que empleaba fuera menor. -Lo siento.-dijo y terminó de soltarme.  Con cuidado me levanté y le lancé una mirada furiosa. -Bien… ¿empezamos?-preguntó Rubius con impaciencia, mirándome.  Su mirada me ponía un poco nerviosa, mantenía la misma intensidad que en el primer momento en el que me vio. *Fin flash back* -Ah, con razón.-susurré.  Antes de que pudiera moverme, sentí un quejido detrás de mí. -¿Mamá?-la voz ronca de Vicky hizo que me diera vuelta. -Si fuera tu mamá no estarías viva.-le dije en voz baja.  Hizo un mohín con su boca y cruzó sus brazos como si fuera una nena caprichosa enojada porque no le regalaron el unicornio que quería para su cumpleaños; ese gesto hizo que rodara mis ojos. -Eres cruel.-murmuró mientras intentaba levantarse- Me hago pis.-dijo ya no susurrando, haciendo que mis alarmas se encendieran. -Shh, hay gente durmiendo.-anuncie bajando la voz.  Vicky miró a su alrededor con total tranquilidad, hasta que noto quienes estaban acostados en mi sala. Su rostro cambió de uno cansado, a uno totalmente exaltado. -¿Qué hacen ellos aquí? Pensé que se habían ido anoche.  Creo que si nadie hubiese estado dormido, me hubiese gritado eso, pero como ya la había retado me lo gritó pero en un susurro.  -Yo también, pero vaya sorpresa… parece que no.  Un silencio para nada incomodo se formó entre nosotras mientras pensábamos cada una en sus cosas. -Me hago pis.-dijimos al mismo tiempo, haciendo que nos riéramos.  Vicky se levantó con cuidado, y las dos dejamos la sala como si fuéramos ninjas, lo que costó un montón, porque era un tetris de cuerpos y latas.  Luego de hacer todo lo que teníamos que hacer (incluyendo darle de comer a Vicent), nos quedamos las dos paradas mirándonos sin saber qué hacer.  Vi como Vicky caminaba hacia uno de mis estantes y sacaba una sartén; la miró con mucha intensidad y pareció que estaba pensando algo muy interesante. Luego camino hacia el otro mueble y abrió el cajón en donde guardaba los cubiertos, sacando de ahí una cuchara de madera. -¿Los despertamos?-y cuando me dijo eso, supe por el brillo de malicia en sus ojos, hacia  donde se dirigía.  Con una sonrisa asentí y busqué mis propios materiales. Vicky era mi mejor amiga, nos conocíamos desde hacía mucho tiempo; fue con ella con quien decidí mudarme, y vivimos juntas tres años. Y si, fue difícil, pero al fin y al cabo, y a pesar de las peleas y diferencias, siempre volvíamos a reírnos por alguna estupidez que hacia la otra. Con ella podía ser la auténtica Laila.  Cuando termine de buscar todas las cosas, nos dirigimos hacia mi sala, donde todavía todos dormían. Cada una se posicionó en una esquina y sin pensarlo mucho, comenzamos a hacer ruido. Nos iban a odiar, pero claramente no nos importaba mucho.  El ruido era insoportable, haciendo que todos se despertaran sobresaltados, hasta que nos notaban y sus caras cambiaban de susto a enojo. -¡Buen día!-les dije mientras dejaba de golpear la sartén y la dejaba en la mesa que estaba detrás de mí. -¿Buenos días para quién?-preguntó Rubius fulminándome con sus ojos. -Para ti.-dije con un poco de diversión. -Claramente estos no son para nada unos buenos días.-escuche como Silvia refunfuñaba mientras se levantaba y caminaba hacia el pasillo, yendo al baño supuse. -¿Ya desayunaron?-preguntó Sam mientras se estiraba.  Alex y Mangel estaban todavía tratando de despertar y Carlo miraba un punto fijo sin moverse. -Todavía no.-le respondió Vicky sentándose en el sofá donde había dormido- Por eso los despertamos, no queríamos desayunar sin ustedes. -Eso claramente es mentira, pero lo voy a tomar porque tengo hambre.-dijo Silvia apareciendo. -Yo no he ido al súper, así que no tengo absolutamente nada de comida, si quieren desayunar, tendremos que salir.  Y así comenzó la aventura del desayuno.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD