Capítulo 51. El jardín del placer

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Y mientras recuperaban el aliento, Ivanno seguía besándola. Él era de los hombres que cuando se enamoraban daban todo de sí mismo para esa persona. A Angelica le encantaba que a pesar de que aun él jadiaba, continuaba besándola. Sin embargo, en medio de ese éxtasis de pasión por aquel momento tan erótico, la mujer separó su rostro de aquellos besos, según ella para no enamorarse. —No, basta—dijo con su aliento entrecortado con Ivanno aun dentro de ella y con una de sus manos apartó su rostro. El hombre con una mano en los glúteos de Angelica y con la otra en la nuca de ella, queriendo seguir con ese beso, a pesar de que estaba cansado, le preguntó: —¿Por qué? —Porque…es raro. —¿Qué tiene de raro? ¿O es que acaso nunca la han besado después de tener sexo? Ivanno acertó, Jean Paul nu

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