Dos horas antes… El hombre serpiente como le decía la princesa Angelica, después que logró que ella llegara al éxtasis del placer con una de sus manos, mientras conducía, la miró con ojos de perversión por cuestiones de segundos, y luego se llevó esa mano a su boca, la cual estaba húmeda, producto del deleite de la zona sur de la princesa. Él quería saborear un poco de ese postre que deseaba comerse cuando llegara a la cabaña. Ivanno con su mirada hacia el camino, lamió sus dedos uno por uno tal cual como si estuvieran llenos de miel; le encantó ese sabor y sintió que debía llegar lo más rápido posible a ese lugar, para hacer de nuevo suya a esa mujer que le movía cada parte de su cuerpo. Y mientras se los lamía conduciendo con una mano, sonriendo de medio lado le decía: —Usted es toda u

