Prólogo

660 Words
El cielo azul se iba opacando por las intensas nubes grises que se acercaban a lo lejos. Él sabía por qué eso sucedía, y últimamente estaba pasando demasiado seguido. No podía apartar la mirada del cielo, intentando descifrar si realmente llovería aquella tarde. Suspiró, algo cansado por tener que controlar y ver todo aquello. No sabía que pasaría, pero por algo los arcángeles estaban llegando desde sus nubes, prometiendo algo grave que pasaría sobre la tierra. Las contaminaciones en todos lados, ese era el motivo de su llegada...o eso creía él. Cada vez que llovía o el cielo se nublaba, significaba que ellos estaban vigilando la tierra. Si el cielo estaba completamente despejado, eso significaba que hoy no se haría vigilancia. Era sencillo de explicar, claro, si le explicabas eso a un ángel. Pero, la mayoria de los seres humanos, no creían en eso. Pobre de los ateos que no creían ni siquiera en los milagros. Quizá su motivo de falta de creencia podría llegar a ser porque vivían en continua desgracia. Sólo Dios ayudaba aquellos que realmente lo necesitaban..., solo si lo llamabas, solo si le suplicaras... Eso decía continuamente la iglesia. Ethan no era creyente, ya que su mala suerte era continua y la vida lo castigaba seguido. Pero todo eso había cambiado cuando el arcángel Gabriel—mensajero celestial— había pisado el patio de su casa. Al principio creyó que era una especie de broma de un hombre pasado de copas, pero cuando le demostró que eso no era así; dibujando una nube en el cielo, creyó inmediatamente. Aquel recuerdo siempre le ponía la piel de gallina, y cada vez que el cielo se nublaba de tal manera escalofriante, tenía la ilusión de que Gabriel llegase con una nueva noticia. Y su ilusión se cumplió. Las nubes se transformaron en un intenso remolino frente a sus ojos, y cuando la capa espesa de la niebla se disolvió un poco, pudo ver la particular figura de Gabriel. Sus intensos ojos azules parecían irreales, y hasta podría decirse que parecían falsos. El cabello castaño ruliento le caía por la frente y tenía unas patillas bastante gruesas en las orejas. Su vestimenta era anticuada, hasta parecía una sabana sólo sostenida con broches de oro. No era tan alto, pero tampoco demasiado bajo. Era una estatura promedia, casi como la de Ethan. Pero no se dejen engañar por la altura de Gabriel, ya que su estatura no se parecía a su gran poder. —Me gustaría saber que te trae de nuevo por aquí. —le dijo Ethan, con voz nerviosa. Gabriel entrecerró los ojos y sacudió algo de polvo sobre su brazo. —Cada vez falta menos para que ella arruine todo y por lo que veo continuas siendo el mismo chico tímido. Tienes que convertirte en un hombre. —le aconsejó, amigable. ¿En un hombre?¡Pero si tan sólo tenía trece años! Madurar era para frutas, y él quería continuar siendo el chico que siempre jugaba a las escondidas y al fútbol con sus amigos. —Déjame disfrutar de lo que me queda de infancia. —soltó Ethan, frustrado y sintiendo una gran carga sobre sus hombros. —Por supuesto. —aclaró el arcángel—Pero tienes que estar preparado para lo que se avecina. —No tengo miedo, yo soy fuerte. —le aseguró, con seriedad y con el pecho al frente. —Mmmm, bien. —titubeó, pensativo—No te asustes si los dolores de espalda son más frecuentes de lo habitual. Ethan quedó anonadado.  ¿Cómo sabía de sus dolores de espalda? Duh, era un arcangel y él lo sabía todo. Le daba un poco de miedo con tan solo pensarlo. —Tengo que irme. Cuídate y por lo que más quieras no te metas en líos. Recuerda que desde allí arriba te estamos vigilando. La neblina volvió a reaparecer, disolviendo a Gabriel hasta no quedar nada de él. (Sígueme en **: Flortomboy)
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD