PERDICIÓN

CAPÍTULO 11

El BMW de Marco parece un dragón de escamas negras y lustrosas. Paso mis manos acariciando la superficie antes de que el guardaespaldas abra la puerta para que ingrese.

Todavía sigue molestándome que alguien más se encargue de manejar el auto y que además de eso, tengamos vigilancia a toda hora. Sin embargo es necesario por nuestra situación que sea de esta forma.

Envidio a Nirvana y a su tonta sonrisa mientras Jhan le abrocha el cinturón de seguridad.

— Es un Alfa Romeo Giulia

— ¿Qué?— consulto desorientada

— El auto que miras— señala Marco en dirección al vehículo de su hermano.

—Ah si si, es precioso— mi respuesta se sintió confusa, como si escondiese un doble sentido.

El auto posee un color carmesí muy llamativo; un Félix que se alza ante mis ojos rodeado de llamas.

Jhan se sube y las llamas también lo alcanzan a él; todo su estilo lo hace lucir rudo esta noche. Su chaqueta negra robará más de un suspiro.

Si no estuviese tan enojada... tan molesta...

Muerdo el interior de mi mejilla, tratando de disipar toda debilidad en mi corazón. Él había comenzado una guerra y ya no hay forma de volver atrás.

Podríamos haber dejado todo por la paz, pero besarla de esa manera mirándome a los ojos... fue cruel, especialmente para alguien como él.

El aire se siente pesado, Marco mira por la ventana a la defensiva ¿Será que ocultará algo?. Me revuelvo incómoda en el asiento, agradeciendo el saco de peluche que hizo buscar para mí. Hubiese muerto de frío de no ser por su observación.

Está tan sumergido en lo que sea que suceda, que no se percata de mi mirada.

Los primeros días de novios era detallista, romántico, se le notaba un interés genuino en nuestra relación. Luego de la muerte de su padre su cambio fue progresivo y para cuando me quise dar cuenta, ya no lo amaba. Se había convertido en la bestia de los cuentos infantiles, gruñendo a toda hora.

Con el paso del tiempo empeoró cada vez más y más...nunca hubo un retorno.

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El coche se detiene y mi corazón bombea de prisa expectante. Después de vivir encerrada la mayor parte de mis días, esta salida es un bálsamo para todos mis sentidos.

Marco me ofrece la mano para bajar y yo la tomo fingiendo complicidad.

Jhan y Nirvana nos esperan de pie en la entrada. "Don't Stop" reza el enorme cartel neón sobre sus cabezas.

— Señor— dice el guardia de la entrada. Jhan le devuelve el saludo con un pequeño golpe en el brazo.

Voltea y nos indica hacia dónde ir.

Por dentro la discoteca es muy espaciosa; los cuerpos sudando y la variedad de vestimentas hacen del paisaje una estimulante atracción.

Mis oídos acostumbrados al silencio intentan adaptarse al volumen de la música; la voz de Dua Lipa se mezcla con el resto del ambiente a la perfección.

Marco parece sentirse incómodo; no suelta mi mano en todo el recorrido.

En la planta alta aguarda nuestro reservado. Desde aquí tenemos vista directa a la pista de baile y al resto del establecimiento.

Las camareras nos atienden de inmediato y traen a la mesa diferentes espumantes y aperitivos para comenzar.

Ninguno de los cuatro habla y solo los dos hermanos se sirven la bebida amarga que nos dejaron.

Decido sacarme el abrigo, la calefacción aquí es muy alta. Nirvana imita el movimiento dejando expuesto el top n***o de cuero con cadenas. Dos estilos muy diferentes, dos mujeres opuestas.

— ¿Nunca dejas de usar traje?— espeta Jhan

— Jamás. Algunos no podemos darnos ese lujo— responde Marco con sororidad.

Jhan se ríe y le susurra algo al oído a Nirvana, mientras Marcos y yo nos quedamos quietos cual dos estatuas.

—Vamos a bailar— grita la princesita invitándonos a seguirlos.

Marco levanta la vista hasta encontrarse con mis ojos — ¿Quieres?

Su pregunta me sorprende. Por lo general es él quien decide y yo solo acompaño sus elecciones fingiendo que concuerdo.

—Si— le digo mientras lo ayudo a quitarse el saco. Me tomo el atrevimiento de desabrocharle dos botones de la camisa gris y le revuelvo el cabello suavemente. Él se deja guiar en el proceso.

— Mucho mejor.

Siento que también está sorprendido, pero hemos aprendido que para que nuestra relación sea creíble debemos seguir las acciones del otro con naturalidad.

Los cuatro bajamos y nos mezclamos entre la multitud. El ritmo es sexy y llevadero, tanto que hasta realmente podría disfrutarlo.

Rodeo el cuello de Marco con mis brazos mientras él toma de mi cintura. El vestido que llevo puesto brilla demasiado, haciendo que tanto hombres como mujeres fijen la vista en mí, de tanto en tanto.

Jhan baila con Nirvana teniendo el dominio de los pasos, trayendo y llevando.

Cada movimiento suyo derrocha sensualidad, sexapil...

Esta vez decido ser yo la que comience con la provocación; dándole la espalda a Marco me deslizo hasta abajo y vuelvo a subir de forma lenta y seductora.

La cara de Jhan parece lanzarme una amenaza, cosa que disfruto y me impulsa a seguir.

Marco coloca las manos sobre mi cuello y tira mi cabeza sobre su hombro. Comienza a besarme desde la oreja hasta la base de mi cuello. Doy la vuelta y bailo muy pegado a su cuerpo, descubriendo cuánto le está gustando mi iniciativa.

Su celular comienza a vibrar una y otra vez dentro de su bolsillo, interrumpiendo mi perfecto plan.

— Hoy no— le digo al oído

Sonríe socarronamente y atiende. Seguido, realiza un gesto a los guardaespaldas quienes lo acompañan hasta la entrada.

> si supiera que solo es un peón.

Me dirijo a la barra y ordeno un Pantera Rosa, mientras evito cruzar la mirada con la feliz pareja. Sé que este es un juego peligroso en el que puedo sufrir mucho, sin embargo...

El barman desliza el trago mientras me guiña un ojo; le devuelvo el gesto alzando la copa. Tomo el líquido rosado al instante como si de agua se tratara, buscando una excusa para hacer tiempo hasta el regreso de mi esposo.

Voy rumbo al baño haciendo un esfuerzo enorme por caminar erguida, cuando una extraña voz me asalta entre las sombras.

— Un rostro como el tuyo es difícil de olvidar.

Quedo paralizada por el miedo mientras los recuerdos salen de mis pesadillas para ser parte de mi realidad.