XII Entre las sombras

1252 Words
Ma y Barcelot podían sentir el ambiente de tensión era la primera vez en muchos años que el Gran Maestre los recibía asi aun cuando eran estudiantes y hacían una que otra travesura. — Me alegra ver que cumplieran con éxito su misión — No fue del todo como esperábamos — Pero al menos logramos y además logramos ver parte del ejército de Abdul y también el tipo de personas que lo conforman — siempre es bueno ver el plan del enemigo — Si bueno no hemos venido aquí por eso — Oh si si tienes razón en eso — Venimos por Freya y su herencia del don mágico El Gran Maestre se peinaba la barba con sus dedos observando a sus alumnos con molestia y enojo incrementando en el y reflejando lo en su mirada. — En ella es nato — Después de todo tanto de lado materno como paterno hay personas con dones mágicos algunos muy ligeros pero existen. — Freya es la única de la cual se tiene registro que presentará el don mágico y perteneciera a la familia real en mucho tiempo por lo cual abre un mundo de posibilidades ya que es la única que ha estado en el templo. El Gran Maestre les dio una mirada de interrogación y fue entonces que Ma y Barcelot se voltearon a ver no dando crédito a lo que él les estaba pidiendo entre líneas. — Supongo que podríamos intentar hablar con los demás Maestros excepto por Abdul y ver si quieren traer a los tres Rajad restantes aún que... Ma volteo a ver de nuevo a Barcelot como pidiendo ayuda para decir sus siguientes palabras pues la cara del Gran Maestre comenzaba a mostrar más molestia y enojo. — No sabemos si ellos quieran venir pues podrían pensar que es una trampa ya que el templo se encuentra en Apolinar y no saben si deben o pueden confiar en nosotros. El Gran Maestre se enfureció más a tal grado de soltar un golpe contra el escritorio y hacer las cosas saltar, lo cual provocó sorpresa en sus dos ex alumnos pues en todos estos años no le habían visto tener una reacción así. — No crean ni por un segundo que por qué el templo está en este territorio está de su parte, pues nosotros somos independientes y ni siquiera nos regimos por sus leyes o respondemos ante sus reyes. El Gran Maestre estaba rojo y causaba sobresalto en ambos que se voltearon a ver no creyendo la reacción de su antiguo Maestro. — No nos referíamos a eso Gran Maestre, jamás hemos pensado en eso tenemos bien en claro cuál es la situación y las reglas — Así es Gran Maestre, lo que nosotros decímos es que somos los únicos maestros reales que tenemos el don mágico y sabemos y respetamos las reglas. — Por lo que entendemos la situación, pero eso no implica que los demás lo entiendan. La sombra de la ambición de Abdul se volvía a aparecer en sus mentes. — Es normal que quizás ellos sientan desconfianza y mucha, pues ante sus ojos serían un blanco fácil si ingresan a nuestras tierras y tampoco podríamos dejarlos entrar con todo sus ejércitos si es que los tienen ya que eso causaría temor en nuestro pueblo. El Gran Maestre los miraba sin dar crédito a sus palabras pero aún le faltaba la sorpresa mayor. — Maestro debe entender que no todo el mundo se rige por las mismas reglas de usted y invitarlos para venir a una prueba suena a trampa aun que no lo sea. — Incluso le daría la oportunidad a Abdul de hacer un ataque ya que estarían todos reunidos es algo muy riesgoso a todas luces. – Entonces supongo que solo me quedaré con Freya y el potencial de los demás se perderá por esta Guerra que han iniciado — Maestro está guerra no la iniciamos nosotros, sólo fuimos arrastrados y por esa pequeña daremos la vida de ser necesario. Los ojos de Barcelot Irradiaba un aura de seguridad, protección y ferocidad que nunca le había visto el Gran Maestre. — Además Gran Maestre no tenemos la intención de dejar a Freya aquí Los ojos del gran Maestre se abrieron grande como plato, se sintió traicionado al tiempo que sintió como si un balde de agua fría cayera encima de él. — ¿ Están ustedes dementes? COMO SE ATREVEN. — Gran Maestre entendemos que estamos rompiendo una de las reglas principales — Pero no podemos dejar a Freya aquí es muy peligroso no sólo para ella si no también para nuestro pueblo, no se pueden quedar sin una gobernante — Freya no puede estar tanto tiempo aquí El Gran Maestre seguía sin dar crédito a estas palabras. — Esto es un ultraje, una Infamia no hay nada más arriba que nosotros y no hay ley que nos rija que no sean la nuestra, Freya nos pertenece. Los ojos del Gran Maestre casi se salían de sus órbitas pues el ya tenía un plan que incluía pociones y un par de hechizos de memoria si así lo requería con tal de dominar y que Freya aceptará quedarse en el templo. — Gran Maestre nosotros no nos iremos de aquí sin Freya — Por eso hemos venido y también para disculparnos por cualquier comportamiento errático que ella tuviera con ustedes en este tiempo. — Pero ella no se quedará aquí. Las voces de los tres eran algo fuertes que se escuchaban al pasillo, lo cual llamó la atención de Lord McKenzie quien hiba pasando junto con Lord Emiya el jefe de los alquimistas, ambos reconocieron las voces por lo cual se quedaron de piedra pues si algo había caracterizado a Ma y Barcelot es que siempre sin importar el por qué o el quien ellos siempre acataban las órdenes y reglas sin chistar. — Esto es un agravio a toda la comunidad mágica — Maestro por favor no tiene que ser así, ella tiene un deber con su pueblo, un pueblo que ha estado abandonado y se merecen a alguien digno — Se que no debemos ir en contra de las reglas pero esta vez me temo que debe ser así. Lord McKenzie era quien más prestaba atención a la discusión pues ahora ya no había más favoritos ya que Barcelot estaba rompiendo quizás la regla más esencial y respetada por todos, al fin era el tiempo de salir de entre las sombras de Barcelot. Emiya quiso entrar a detener la discusión pues ya estaba escalando y en segunda porque sabía del cariño que se tenían el Gran Maestre y Barcelot y no podía permitir que ese lazo se rompiera después de todo Emiya a pesar de ser Alquimista era un romántico. Fue Lord McKenzie que lo detuvo de entrar — Emiya ya sabes como es el Gran Maestre no debemos entrar. Lord McKenzie no permitiría que nadie arruinar a sus planes, después de todo no tendría que hacer nada si Barcelot sólito se ponía el pie de esa forma. Emiya se frotaba un poco las manos mientras se movía algo inquieto por lo que Lord McKenzie lo arrastró alejando lo de la oficina principal. La situación no se miraba nada bien pero Ma y Barcelot a pesar de todo seguían guardando el respeto y cariño por el Gran Maestre y este aún los seguía viendo como sus alumnos favoritos aún que ya no podían aspirar a ningún cargo si desacataban una regla primordial
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