Capítulo 1

1997 Words
Quizás esas semanas donde había tenido su brazo quebrado habían sido unas buenas vacaciones después de todo. Megan había tenido un accidente estúpido luego de intentar subir un mueble al piso de arriba, sin éxito, claramente.  De todas maneras podría ser sincera y decir que había extrañado su cargo, era el último año donde podría disfrutar de ser la rectora de la universidad de Michigan. Claro que existía una posibilidad de ser reelecta, pero no estaba en sus planes para nada. —Buenos días, Jude —su asistente estaba tan concentrado leyendo la agenda de hoy que no la había escuchado llegar. —Señorita, Lawrence. Lo siento, no la había escuchado llegar. —No te preocupes ¿Como has estado? —La verdad, un poco aturdido con tantas cosas para hacer —¿Ha comenzado la obra? —preguntó interesada —Si, de hecho se tomaran un descanso por hoy y mañana, pero en dos semanas estará listo. —Me alegra escuchar eso. —suspiró—. No fue fácil dejar tantos días la universidad, extrañaba los murmullos de todos. —Eso es cierto y ha decir verdad, nos ha hecho mucha falta —Megan sonrió—.Por cierto, ya he contratado a la profesora nueva que buscábamos antes de sus vacaciones —Te felicito, Jude ¿Cuándo ha comenzado? —Hace una semana. La he estado observando y es muy buena. —¿Cuál es su nombre? —Natalie Cooper —Natalie Cooper —repitió pensativa La nueva profesora acababa de llegar justo a tiempo a la universidad. Quizás no fue del todo su culpa, era la primera vez que llegaba tarde y todo era puro mérito de su mejor amiga, que no se le ocurrió una mejor idea que ir un fin de semana a las afueras de la ciudad, ignorando el hecho de que ella debía trabajar el lunes por la mañana. 9:31 estaba cruzando las puertas de el aula. Saludó a sus alumnos, con los que compartiría las próximas dos horas. Sin dudas ellos eran el peor curso de había tenido hasta el momento, a veces primer año podía ser un total caos. —¿Cuando volverá Alison? —preguntó una de mis alumnas —Está suspendida hasta mañana —¡ESO ES INJUSTO, ELLA NI SIQUIERA LA TOCÓ! —se quejó —Tengo un video de Ally rompiéndole el rostro a esa perra —interrumpió otra —¡Fue un mal ángulo! ¿Porque a Lili no la suspendieron entonces? ¡Fue la que provocó todo! —Dejen de hablar tanto y hagan el trabajo —ordené—. Además ¿Ustedes no se han dado cuenta de que están en la universidad? ¿Aún piensan en seguir agarrándose del cabello? —suspiré—. Será mejo que se comporten y que vuelvan a trabajar. Megan había tenido una charla parecida con un par de chicos de primer año, se habían metido en una pelea y lo tenía que solucionar cuanto antes. Una vez que entró a su oficina y comenzó a revisar todo el papeleo que tenía pendiente, suspiró frustrada y se dejó caer en la silla Su mente voló hacia un largo tiempo atrás, cuando conoció a aquella castaña que la había cautivado desde el primer momento. Recordaba cada momento como si hubiera sido ayer, como si aún podía sentir el exquisito aroma de su piel, el calor de su cuerpo y la sensación de tenerla cerca. ¡Vaya que era bueno el sexo! Tocarla era como el mismísimo infierno, tan caliente y peligroso. Charlotte. Se veía tan perdida apenas llegó a vœux, ella sabía que la castaña no había asistido nunca ni a ese lugar ni a ninguno parecido. La manera en la que dejó su cuerpo a su entera disposición hacía que las palmas de sus manos picaran, como si desearan que ese momento volviera a repetirse. El último cuarto de hora terminó y solo quedaban dos cursos en toda la universidad por los próximos treinta minutos. Necesitaba un descanso, había trabajado todo el maldito día intentando estar al tanto de todo lo que había sucedido en la institución, organizando todos los papeles y permisos. Cuando vio que nadie quedaba en los pasillos, agarró su paquete de cigarrillos para lograr quitarse un poco el estrés que tenía. No solía fumar regularmente, pero de vez en cuando se prendía uno. Había un proyecto nuevo para ampliar la universidad, que consistía de un nuevo comedor y algunos baños en el ala oeste. Ahora estaba solo y lejos,  por lo  que sería el lugar perfecto para descansar un momento, dudaba que alguien se atreva a ir. Caminó hacia allí, con pasos firmes y su cabeza en alto, Megan solía imponer respeto hasta caminando. Un pequeño grupo de estudiantes estaban sentados sobre la hierva, leyendo un poco, así que decidió desviar un poco el camino para que no la vieran y entrar a los baños en construcción. Todo parecía tranquilo.                                        Pov Megan. De pronto un aroma familiar inundó mis fosas nasales, podía reconocer ese perfume floral a millas. Mis ojos comenzaron a examinar el lugar, desesperada como si de un adicto se tratara. Entonces la vi. Una chica al final del pasillo, con su espalda inclinada y sus antebrazos sobre el lavado. Aún no me había escuchado, era demasiado silenciosa como para delatar que la buscaba desesperadamente. Entonces ella giró su perfil para exhalar humo y sonreí con arrogancia. —Charlotte —dije lo suficientemente audible como para que ella se paralizara en su sitio. Podía jurar que el sonido de mis tacones caminando hacia ella hizo que su espalda se inclinara aún más. Mis caderas quedaron en un justo roce contra su trasero, lo suficiente como para hacerla desear más. Mi pecho se inclinó y tomé el cigarrillo que tenía entre sus dedos, rozando nuestras pieles y provocando que un pequeño escalofrío se sintiera por su nuca. —¿Me estabas esperando? —pregunté con un tono bajo, refiriéndome a su posición— ¿O qué hacías aquí, fumando? Apreté mi mandíbula al recordar que las últimas semanas habíamos adaptado la idea de que ella me esperar en un bar mientras fumaba y eso me hizo estremecer. Pareciera como si estuviese realmente armado y ella sabría que vendría. —¿Charlotte? —volví a preguntar, esperando una respuesta —Necesitaba un descanso —murmuró Mordí mi labio inferior y me incliné sobre ella, provocando que mis pechos se apoyen sobre su espalda mientras que buscaba su oído. —¿Me recuerdas? —susurré —Si —respondió de la misma manera. —¿Que haces aquí? —pregunté, olfateando su cuello y dejando pequeños besos. —Trabajo aquí —¿Trabajas aquí? —sonreí. Mis uñas comenzaron a jugar con la piel desnuda de sus piernas, levaba puesta una falda que me dejaba sin aire. —¿Qué cargo tienes? —Profesora de francés —gimió cuando mi palma impactó dulcemente sobre su trasero —¿Y tú? —Soy tu superior —mordí la piel de su cuello— ¿Alguna vez te dijeron algo sobre fumar dentro de la universidad? —Lo siento —murmuró. Mis labios recorrieron su piel, como si se tratara del dulce más delicioso que alguna vez probé y cuando llegué hacia su punto sensible, ella terminó de desarmarse. Se inclinó aún más, haciéndome gemir cuando su trasero chocó contra mi entrepierna y sus pechos se apoyaron sobre el frío mármol, acomodando su cabeza allí. —Fue inevitable romper un de las reglas —murmuré contra su piel—. Ahora sé tu verdadero nombre. —Siempre lo supiste —murmuró y sonreí—. Cuando fuiste a mi casa, sé que lo leíste en la correspondencia. —¿Ah si? ¿Y cómo sabes eso? —Solo lo sé —mis uñas se arrastraron hasta llegar por debajo del dobladillo de su falta y comencé a subirlo. —No creo que esa sea una respuesta válida —con mis dientes mordí su punto sensible y ella volvió a arquearse. —Lo vi en las cámaras —gimió. Estuve a punto de romper el cierre de su falta y deshacerme de ella, pero no estábamos en un lugar privado y ella debía salir de aquí. Me reincorporé solo un poco para mirar su trasero empinado mientras con ambas manos levantaba la falda, revelando tu ropa interior. —Mierda, me encanta el rojo en ti —gruñí cuando descubrí su tanga roja Al tener su cabeza de lado podía notar perfectamente sus gestos y ahora mismo estaba sonriendo con arrogancia mientras mordía su labio. —Que casualidad encontrarte aquí ¿Verdad? — acaricié su trasero y vi como cerraba los ojos —Yo lo sabía desde hace una semana —confesó con un tono bajo. relamí mis labios y palmeé su trasero —¿Cómo lo sabías? —El día que fuimos a tu departamento leí un recibo con tu nombre —hice un gesto de negación con mi garganta —¿Como te atreves? — me incliné hacia ella de nuevo y tomé su cabello entre mis dedos —¿Sabías que eso es ilegal? —gruñó cuando tiré de su cabello y cerró los ojos —Si, lo siento —murmuró —Y lo más importante...—mi dedo anular comenzó a recorrer el contorno de su tanga, apretando en el lugar exacto—¿Cómo fuiste capaz de no buscarme antes? —cerré los ojos un instante al sentir la humedad de la tela —Porque quería que me buscaras —aparté la tela y el calor de su piel me invadió. Ella estaba completamente mojada. —¿Y qué pasa si alguien más te veía de ese modo? —pregunté mientras deslizaba mi dedo por su humedad, buscado lo que necesitaba ahora mismo. —Nada me sale mal  —murmuró con un gemido. Sentí la presión de sus caderas contra las mías cuando encontré su c*****o, húmedo y caliente. Sabía perfectamente lo que la volví loca y comencé a frotarla lento y duro, mientras las sentía jadear en mi oído. —¿También planeaste traer mi ropa interior favorita? —presioné más mi cintura contra ella mientras que mi boca besaba su espalda —Fue pura casualidad —gruñó—. Hazlo de una vez —Silencio, ¿Quieres que alguien nos escuche?—gruñí contra su piel y ajusté la presión que estaba ejerciendo, ahora iba más rápido y duro, sabía que ella no podía aguantar por mucho tiempo. Su respiración me indicaba que estaba a punto  y le di lo que necesitaba. Ella gritó y gruñó, intentando morder su labio inferior para no hacer tanto ruido, pero era imposible. Mis dedos siguieron con su trabajo, prolongando su orgasmo y dejándola sin aliento. Nos quedamos un momento allí, con nuestros cuerpos presionados intentando recuperar el aire, pero entonces  escuchamos las voces de algunos alumnos que pasaron cerca del lugar y decidí que era mejor salir de allí , no teníamos mucho tiempo. El reloj de mi muñeca comenzó a sonar, indicándome que ya era hora de volver y se lo hice saber  una vez que acomodé su ropa y dejaba un suave apretón en sus nalgas. —Debo irme, tengo una reunión. —suspiré sobre su piel—. Estoy firmemente de acuerdo con que siga con su castigo mañana, profesora Cooper —ella afirmó con su garganta e inhalé por última vez antes de irme de allí Me costaba mucho irme, había pasado tanto tiempo desde la última vez que la tuve que quise ofrecerle ir a mi departamento, eso ni siquiera había sido un pre-calentamiento. —Que tenga un lindo día, Srta. Blair. —fue lo último que escuché al salir del lugar En ese momento supe que no permitiría que ella se fuera de nuevo. No sabía cuál era su situación, si aún estaba casada o estaba con alguien más, pero ella y yo sabíamos cuánto nos pertenecíamos.
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