Capítulo 1: El Boulevard de la muerte ✓

1249 Words
Capítulo 01 El Boulevard del suicidio. •••••• La fantasía abandonada por la razón produce monstruos imposibles.>> Francisco de Goya. WILLOW. Camino zancadas grandes. Escucho el ruido de mis zapatos chapotear los pozos de aguas que se forman cuando la lluvia cae. Mi pijama de Bob esponja está empapado al igual que el cabello que voy peinando hacia atrás con los dedos. Siento el frío calar cada parte descubierta de mi cuerpo, sin embargo, no me importa, me gusta la lluvia, disfrutar de las densas gotas cayendo en mi cuerpo, además, de un cielo que esta acompañado por los relámpagos. No me asustan los truenos, al contrario, me recuerdan que existe un dios en el cielo que me enseña cosas, las inserta en la mente de la misma forma que un USB al computador. Miro el cielo, un trueno lo ilumina, las calles estan silenciosas. Ese silencio me fascina, significa que están disponibles solo para mí sin tanta masa de gente a quien tropezar, ni mocosos llorar. Respiro el olor a tierra mojada, por alguna razón, eso también me gusta, aunque muchos digan que hace mal al olfato, no obstante, lo inhalo de la misma forma que lo hacen los drogadictos con la cocaína o cualquier droga fuerte que los alivie de la ansiedad de una realidad miserable. A diferencia de mí, la paz la encuentro en estos pequeños momentos donde puedo caminar bajo la lluvia sin que nadie tenga que decirme que hacer. Estoy harta de que todos me digan: Willow has esto. Willow aquello. Willow porque no puedes ser normal. Me sabe a mierda ser normal. Quizás, las personas normales no hacen está locura, a lo mejor son prudentes, y temen a las criaturas de la noche, a lo peligroso que es la oscuridad, o al estar en silencio. Por unos segundos reflexiono sobre ser normal. Lo normal son para gente típica, yo soy atípica. No le tengo miedo a la oscuridad porque la he vivido en primera mano, tan de cerca como cada una de mis cicatrices en cada parte de mi cuerpo. Me quedo quieta cuando miro el puente, el mismo puente que en estos últimos años se han presentado una cantidad de suicidios, en estos días, han habido 3 en menos de un mes. Todas chicas de mi misma edad, de unos 17 a 18 años. ¿Por qué lo hacen?, ¿cuál es su motivación? quiero entender, juro que quiero comprender porque las jóvenes con un futuro por delante deciden tomar estás decisiones tan drásticas, tal vez, es debido a la normalidad de vida que llevan cuando por dentro están sufriendo. ¿Lo peor? nadie nota el sufrimiento. Como seres humanos somos tan buenos para disimular que, pasamos desapercibidos cuando padecemos problemas mentales serios, tan serios que nos lleva a no encontrar sentido ni solución a la vida. Doy pasitos lentos, la lluvia nubla mi vista, me frotó los ojos y no aparto la mirada del boulevard del Suicidio, así le han apodado la gente debido a la cantidad de muerte que saltan del puente. El Boulevard del suicidio no es gran cosa, la calle es ancha, y lo que a mí más me gustan son los arbustos alrededor que sirven como sombra en tiempo de verano. Un lugar muy frecuentando antes de las muertes de esas niñas, ahora parece tener un tipo de maldición, dónde en las noches evitan acercarse o le temen de alguna manera. Cuenta la leyenda que el Boulevard del suicidio está involucrada con una mujer que decidió acabar con su familia lanzandola del puente, desde allí, los suicidios de la misma forma ocurren esporádicamente. Algunos dicen que el espíritu de esa mujer habita en el boulevard, arrebatando las vidas, susurrando en los oídos de sus víctimas, apoderándose de sus almas; yo también lo creo, pienso de la misma manera que lo hace la gente aunque digan que es fantasía o mitología o como mi madre adoptiva decía: una historia barata. Historia, mitología o fantasía... para mí es escabroso todo. Suelto un suspiro cuando estoy cerca del puente. Siento el corazón trepar hasta la garganta y la respiración comienza a ser errática. Toco la barandilla oxidada y el frío que me produce me estremece. La sensación de tirarme a esa altura me parece exitante, fuera de serie. Tengo los ojos tan abiertos que me están llorando solos, mezclándose con las grandes gotas que caen en mi rostro. Otro trueno, cada vez son más fuertes. El sonido de la lluvia es más ruidosa, y la oscuridad del lugar se envuelve en una neblina lúgubre que en otro tiempo pudo haberme asustado mucho, pero... no tengo miedo, de alguna forma estoy detrás de esa barandilla con una paz interior inexplicable. Tengo la coordenada de que se puede deber a qué dios me habla en sueños, otras veces con voz audible, y de vez en cuando me pone pensamientos extraños, nombres extraños, lugares. En este caso, llevo tres meses seguidos con tres cosas que me martilla la cabeza al punto de hacerla explotar. Son 2 nombres y un lugar que no entiendo el motivo, ni la conexión, ni el enlace de porque lo tengo tan arraigado en mi memoria del mismo modo que una casa a sus fundaciones. Por eso escapé de casa... escapé de todo el infierno en busca del propósito que tienen rostros y nombres 1. Jeremy. 2. Gwen. 3. El Boulevard del suicidio. Ya estoy en uno de esos sueños, en el sitio que dios me mostró, lo que no comprendo son los nombres. El de Jeremy no me viene a la cabeza por más que me la parto en recordar, y el de Gwen, bueno, es diferente. No sé si he pensado tanto en ella que la he inventado o idealizado, solo se que es hermosa, tiene ojos grandes, es amable, es misericordiosa, es... es... me faltan las palabras cuando me expreso de Gwen, es la única que recuerdo, que la tengo en la mente metida entre ceja y ceja. Deseo encontrarla, saber que existe y que no estoy loca. No soy una esquizofrénica, sé que Gwen es real. Está en algún lado de este universo que muy pronto se encargará de unirnos. —Aqui estoy Dios—digo. Solo escucho el sonido de la lluvia y los truenos. Me paro en la barandilla al igual que una de esas bailarinas de circo en la cuerda floja. Mantengo el equilibrio—. Aquí estoy espíritu, o bruja, o sea lo que seas. Haz conmigo lo que tengas que hacer—grito, de forma que pueda escucharme. Abro mis brazos como ave que está aprendiendo a volar y cierro mis ojos. Espero las voces... espero el susurro... espero ser empujada a ese alcantilado y caer destrozada con cada hueso de mi vulnerable cuerpo roto. La lluvia sigue cayendo... mojando, empapando, condenando. Inhalo una bocanada de aire y abro los ojos abruptamente cuando escucho una voz, una ronca, grave, firme, imponente. ¿Es dios?... ¿el espíritu?... ¿alguna criatura monstruosa?... tiemblo al voltear. Entonces, lo veo a él que me mira con asombro, con una sonrisa perversa en los labios y ojos tan intensos y brillantes como la luna. Con una sola palabra logra desastibilizarme e infudirme un terror profundo que me deja sin aliento. —¡Asombroso! *** Continúa el primer capítulo en el capítulo que sigue. Si has llegado a este capítulo y te ha gustado, déjamelo saber. Un abrazote .
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