Correspondo a su beso con las ansias acumuladas de estas dos semanas. Siento sus manos recorriendo mi cuerpo, y otra vez su mano se escabulle por debajo de mi falda, pero la freno cuando está por llegar a mi trasero. No voy a perdonárselo tan fácil.
Su mirada inquiere no saber qué está pasando. Pero le doy un puñetazo en el brazo.
— auch… cariño, eso duele—. Me sonríe y decido que un solo golpe no será suficiente.
— esa es la idea— digo asestándole otro golpe.
— auch… ¿por qué me golpeas?—. finge indignación, pero la sonrisa en su rostro no se borra.
Esto es lo primero que amé de él desde el momento cero. Esa maldita sonrisa que podría mantenerme soñando despierta por días. Imaginando nuevas maneras de provocarlo para que sonriera.
— ¿Cómo que por qué Alex? ¿Lo dice
