Arresto

1918 Words
Soy María Fernanda Castilla, hija de un influyente empresario y una exmodelo. A simple vista, conformamos la imagen de un matrimonio perfecto. Mi padre satisface todos mis deseos y caprichos, mientras que mi madre se muestra extraordinariamente distante, como si le resultara indiferente. En mi círculo de amistades, hay tres personas importantes. En primer lugar, está Livia, quien prácticamente es como mi hermana desde que teníamos cinco años. Luego, está Javier, a quien le otorgaron una beca en mi colegio hace un año. Finalmente, está Tatiana, con quien solo hablo cuando me siento aburrida. Desde mi adolescencia, he mantenido una relación con Thomas Del Valle. Mi madre no ha dejado de repetirme, día y noche, que cuando alcance la mayoría de edad, debo convertirme en su esposa. Thom es el hijo menor de Edmundo Del Valle, un influyente empresario que desempeña un papel destacado en la sociedad. Su familia prácticamente ostenta la propiedad de la mitad de la ciudad, siendo dueños de variadas empresas, hoteles, bares y otros establecimientos que han adquirido reconocimiento y prestigio en la localidad. Su presencia es innegable en los sectores clave de la urbe, y su influencia se extiende a través de una amplia red de negocios exitosos. La mención de su nombre evoca automáticamente imágenes de marcas y lugares célebres que se han convertido en parte integral del paisaje urbano. El hijo mayor de los Del Valle es mi cuñado Alexis, aunque no lo he visto desde hace años. Él es el hermano mayor de Thomas y reside en Londres, donde ha estado estudiando durante varios años. Fue enviado allí cuando era muy joven. Mis recuerdos de él son vagos. Apenas puedo recordar que era un niño irritante al que no soportaba. De todos modos, hay una gran diferencia de edad entre nosotros, exactamente seis años. En las ocasiones en las que he cenado con la familia de Thomas y han mencionado los logros de su hermano en la universidad, he notado las expresiones en su rostro. Es evidente que su relación con su hermano mayor no es la mejor. No es ningún secreto para mí que mi novio no lo tolera, o mejor dicho, siente envidia debido al afecto que recibe Alex de su abuela. Por supuesto, Thomas no me ha confiado nada al respecto, pero puedo percibirlo perfectamente. En mi caso, soy hija única y la consentida de mi padre. Por lo tanto, no tengo competencia con nadie, ya sea en cuanto a la futura herencia de mis padres o en lo que respecta a la atención y cariño que recibo. Estoy emocionada porque en breve cumpliré dieciséis años, y mi padre me prometió que los tres nos iremos de vacaciones a París. A lo largo de todos mis cumpleaños, los regalos han superado al año anterior. Como soy su única hija, soy su consentida. papá me ha contado varias veces lo complejo que fue lograr un embarazo por eso me aman tanto. Al llegar a casa, solicité al chofer que llevara mis bolsas con mis compras a mi habitación y después me dirigí a la sala, donde mi padre se encontraba. Le ofrecí un cálido abrazo, seguido de un beso en la mejilla. —¿Por qué estás tan cariñosa? — cuestiona con curiosidad. Mi padre tiene el cabello castaño y los ojos color avellana. Siempre viste de manera elegante, algo que se ajusta a su posición como uno de los empresarios más destacados del país. Su trabajo consume gran parte de su tiempo. —Yo soy cariñosa — contesto con una sonrisa. —Solo cuando quieres algo — responde con un tono divertido. —Mamá dice que nos iremos a París. ¿Es verdad, papi? Él me sonríe con ternura. —¿Cuándo te he negado algo? —Nunca. —Exacto, Marifer. Además, será tu cumpleaños número diecisiete. Te bajaría la luna si me lo pidieras. Río con fuerza. —Papi, por tu culpa tengo grandes expectativas con los hombres. —Nunca encontrarás a alguien que te ame tanto como yo, ni siquiera ese chico con el que sales. —Tom. —No sé qué le ven — dice mientras me sienta en su regazo y comienza a besar mi mejilla. —Mi muñeca se merece lo mejor. —Lo sé — suspiro, sintiéndome agradecida por su amor y apoyo incondicional. Desperté temprano y, una vez arreglada, me encaminé al jardín, donde encontré a mi madre.La abracé por la cintura, pero ella me apartó bruscamente. —¡Suéltame, María Fernanda!— Exclama Kendra molesta —Solo quise saludarte, mamá. Estoy muy emocionada por nuestro viaje a París.— admití Ella ríe y niega con la cabeza. —Tú no irás porque no has aprobado todas las materias. —Mamá, rendiré los exámenes cuando regrese. Sé que siempre lo olvidas, pero es mi cumpleaños. Además, ya les comenté a mis amigas que renovaría mi guardarropa. —No me interesa lo que le hayas dicho a tus amigas. Deja de quitarme el tiempo y vete al colegio. —Mamá, me lo debes. El año pasado te fuiste con Laura y a mí me dejaste sola.— Le reproche Ella ríe. —Estabas ocupada con tu famosa fiesta de cumpleaños. —Pero si me lo hubieras dicho antes, podría haberla cancelado o pospuesto. Nunca quieres pasar tiempo conmigo.— Reconocí con tristeza —Definitivamente, eres hija de tu padre. Patéticos los dos.— Ella rodea los ojos —¡No soy patética!— Me defendí molesta —Es exactamente lo que eres. —¿Lista para el colegio? — Pronuncia papá mientras se acerca y me da un beso en la mejilla. Le correspondí con un abrazo y reprimí mis lágrimas, como siempre lo hago. —¿Me llevarás tú, papito?— Inquerí —Claro, se pospuso la reunión con los socios. Y sabes que amo platicar contigo antes de ir al aburrido trabajo — bromea. —Le estaba deseando un feliz día a nuestra princesa. Nos divertiremos mucho en París los tres.— Kendra finge una sonrisa Mi madre es muy desconcertante; cuando mi padre no está, se muestra hostil y cruel hacia mí, pero cuando él está presente, se transforma en la madre más cariñosa del mundo. En cambio, papá siempre se mantiene constante en su actitud hacia mí. Cuando era más joven, mi padre solía ausentarse en viajes, y yo quedaba bajo su cuidado o más bien bajo el de las nanas. Por un lado, extrañaba profundamente a papá, pero por otro lado, experimentaba una sensación de liberación porque no había restricciones para mí. Tenía total libertad para hacer lo que quisiera, ya que mamá me proporcionaba una suma de dinero y desaparecía durante todo el día. Salía de compras, iba al cine, pasaba noches en casa de amigas, y asistía a fiestas, entre otras cosas. Aunque no puedo negar que siempre anhelé el afecto de mi madre, comprendí que no se puede tener todo en la vida. *** La última semana ha sido bastante común. He dividido mi tiempo entre mis dos pasiones: el equipo de porristas del colegio y el teatro musical. Desde pequeña, me ha encantado actuar en obras, y estar en el escenario, siendo el centro de atención, es una experiencia maravillosa. Sin embargo, no he podido dedicar mucho tiempo a estas actividades debido a los exámenes. Javi y Livi me han brindado mucha ayuda, pero los profesores descubrieron mis pequeñas trampas y nos separaron, lo que significó que tuve que estudiar de verdad. Mis calificaciones no fueron las mejores, pero logré aprobar las materias, por lo que mamá no tiene excusas para no llevarme de vacaciones. De todos modos, papá cumpliría su promesa de llevarme, ya que siempre es alguien de palabra. En ese momento, me encuentro despidiéndome de mis amigos en mi casa. Aunque serán solo unas cortas vacaciones de invierno, ya siento su ausencia. Livi viajará a Inglaterra para visitar a sus abuelos, Tom irá a un campamento, Tatiana pasará tiempo con sus padres, y Javi será el único que se quedará en la ciudad. No tiene suficiente dinero y necesita trabajar para ayudar a su madre y pagar sus estudios. —Te extrañaré — le doy un abrazo a Tom, pero él me aparta, como si yo fuera contagiosa.Cuando volteo, veo que sus amigos lo están mirando y se nota avergonzado. —No seas cursi.— Me pide —¡Marifer! — Pronuncia Tatiana mientras tira de mi brazo y me aleja de él.—¿Me traerás el regalo que te pedí, verdad? —Sí, el vestido rojo. —Nosotras deberíamos entregarle el regalo. Pronto es su cumpleaños. Te enviaré mi regalo por correo.— Anuncia Livia —Muchas gracias, Livi. Por supuesto, también te compraré un gran regalo. Dado que planeo actualizar mi guardarropa y tengo demasiadas prendas que no caben en las maletas, decidí regalar varias a mis amigas. Tatiana parece obsesionada, como algunas mujeres que luchan por las ofertas. Aunque su familia tiene dinero, ella no puede permitirse el lujo de viajar a París como yo. De hecho, creo que nunca ha estado allí. Noté que Javier, mi mejor amigo, se acercaba a mí con las manos detrás de la espalda. Me acerqué a él y descubrí que sostenía una caja roja. —Como no te veré para tu cumpleaños, quise adelantar mi regalo. —Muchas gracias, adoro los regalos. —Al abrir la caja descubro que contiene unos aretes con piedras brillantes. Sé algo sobre joyería y aunque no son muy valiosas, tienen buena calidad. —¿Te gustan?— pregunta —Me encantan.— Exprese dibujando una sonrisa —¿De verdad?— Inquiere —Sí, es hermoso. Tú sabes que amo las joyas. Él sostiene mi cabello y lo coloca alrededor de mi cuello. —Eres hermosa.— Expresa Tom no mostraba ninguna expresión en su rostro, y Tatiana rodaba los ojos. Ella no soporta las atenciones que Javi me brinda. Sé que le gusto, pero ya le he dejado claro que solo podemos ser amigos. No es porque Javi sea becado, sino porque estoy comprometida con mi novio. Mamá siempre ha dicho que yo debo ser la señora Del Valle. Que hace años planeo con Edmundo que yo me case con su hijo menor. —Mi niña, te amo muchísimo. No puedo creer lo grande que estás — dice papá mientras caminamos por el aeropuerto. Reí. —¿Te pondrás cursi como en todos mis cumpleaños? —Siempre soñé con tener una hija como tú, tan hermosa e inteligente. Eres mi princesa consentida. —También te amo, papi. Bajamos del carro y el chofer, junto con otros empleados, carga mis maletas y las de papá. Comenzamos a recorrer el largo camino a través del aeropuerto, dirigiéndonos hacia la sala de espera antes de abordar el avión. Mientras esperamos a mamá, observo a la multitud en la entrada. Papá entrega los documentos y los boletos, pero noto que ha estado tardando un poco más de lo usual. Ni siquiera yo me tomo tanto tiempo. —Octavio Castilla — Pronuncia su nombre uno de los hombres de seguridad mientras se acercan. —Sí, soy yo. ¿Hay algún problema, oficial?— Pregunta él —Debe acompañarnos. —Hay un error, oficial. Mi papá no ha hecho nada.— Digo nerviosa —Ella es la niña — escucho a uno de los oficiales susurrar. —De verdad, lo siento — murmura mi papá dejando un beso en mi frente antes de que se lo lleven.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD