| DARREN |
***
—Por su puesto su señoría— dice, tan suavemente como siempre.
Dallas, noventa noches. Eso es tres meses; eso significa que la tendrían durante el año escolar, y tal vez la llevarían en avión para las vacaciones y el verano. No puedo imaginarlo. No puedo imaginar una vida en la que no la saque de la cama y la suba al autobús escolar todas las mañanas, una vida en la que no la ayudo con la tarea en la mesa de la cocina, una vida en la que no se queja mientras trato de desenredar su cabello después de que se baña.
—¿Puedo repasar brevemente el cambio en las circunstancias?— pregunta el abogado. Lanzo otra mirada furtiva a Claire. Se frota la barriga como si fuera una bola de cristal, como si tratara de llamar la atención del juez. El abogado se aclara la garaganta. Mi camiseta esta húmeda, pegada a mi con sudor.
—Hay varios cambios importantes en la vida en nota— comienza el abogado. —Primero, mi cliente se caso hace un mes con el señor Evans, un ejecutivo de Prometheus Mining. Actualmente residen en Oak View, donde son dueños de una casa— Miro a Audrey. Esta tomando notas y da vueltas alrededor de Oak View. Mi estómago se retuerce. Las casas allí empiezan en medio millón de dólares, y no tengo ni idea de cuanto cuestan en realidad.
—Ademas, la señora Evans actualmente esta embarazada de varios meses de su segundo hijo y planea ser una madre de tiempo completo para sus dos hijos— En la otra mesa Claire asiente piadosamente. Todavía se frota la barriga. Se siente como si una mano agarrara mi corazón y se retorciera de celos. No por mi, si no por Riley. No me puedo imaginar que Claire alguna vez se froto la barriga de esa manera cuando estaba embarazada por primera vez. No me puedo imaginar que Claire hiciera un solo alojamiento para su primera hija.
Demonios, ella admitíos haber bebido y fumado marihuna durante su embarazo de Riley. Solo Dios sabe lo que ella no admitio.
—En Dallas, el Señor Evans será vicepresidente de Prometheus, y ya seleccionaron una casa en un vecindario exclusivo. Riley está en varias listas de espera en las mejores escuelas privadas, donde algunos de los maestros la enseñarían lo mejor— El juez levanta una mano.
—No es necesario que me anuncies las escuelas— dice —¿Hay otros cambios en la vida?—
—El Señor Evans tiene un hermano en Dallas, por lo que ambas niñas crecerían con sus primas— finaliza. —De nuevo la familia es muy importante— dice el juez.
—Gracias Señor Willis— El otro abogado recoge sus documentos y se va.
—Señora Brown, ¿le importaría responder algunas preguntas en nombre de su cliente?— Ella sube con elegancia al podio. Entrelazo mis dedos sobre la mesa de enfrente a mi, con la esperanza de lucir serena, tranquila y confiada, aunque siento que alguien me ha metido una bola de demolición en las entrañas.
—Permitame repasar algunos hechos aquí— dice el Juez, mirando sus papeles.
—¿ El Señor Benson todavía vive con su hija en la casa de su madre?— Audrey se aclara la garganta
—Si, su Señoría— dice ella. —La Señora Benson es una fuerte presencia en—
—Gracias— la interrumpe. —¿Y ella asiste a las Escuelas públicas del condado Ventura?—
—Si—
—¿El señor Benson sigue en el negocio de las bebidas alcohólicas?—
—Es copropietario de una cervecería con su hermano, Su Señoría. De hecho el Señor Benson tiene cuatro—
—Gracias— la interrumpe de nuevo. Los labio de Audrey se afinan, pero permanece allí paciente, respetuosamente.
—¿Y el Señor Benson ha experimentado algún cambio en su vida que no este anotado en estos documentos? No esta casado y esperando, ¿Verdad?— Esta medio sonriendo, como si fuera una broma. Como si la posibilidad de quitarme a mi. hija fuera algo gracioso.
—No, Su...—
—Estoy comprometido— le digo, poniéndome de pie de repente. Lo digo antes de que pueda pensar, la mentira sale de mi boca y en la sala del tribunal antes de que pueda recuperarla. Sigue un silencio total. Se siente como si mi corazón dejara de latir.
—Felicitaciones— dice el juez, apenas mirándome —¿Parece que no le informaste a la Señora Brown?— Me abotono el botón de mi chaqueta deportiva para que mis manos tengan algo que hacer mientras mi mente se acelera a diez mil millas por segundo mientras Audrey me mira con una ceja levantada.
Al instante, se que la cague. La cague y no puedo retractarme, porque acabo de mentirle a un juez que esta considerando quitarme a mi hija. Tomo una respiración profunda y cavo mi agujero más profundo.
—Había entendido que esto era una audiencia de visitación Su Señoría—
—Mi cliente no se dio cuenta de que tendría alguna relación con este asunto—dice Audrey suavemente. —¿Me puede dar el nombre de la dama?— pregunta el juez, con la pluma preparada. Dudo, pero solo por medio segundo. Solo hay un nombre que puedo decir.
—Karen Levine— digo. Por el rabillo del ojo, veo que la cabeza de Claire gira rápidamente para mirarme. "No entres en pánico" me digo. "Aunque acabas de decirle a un juez que estas comprometido con tu mejor amiga"
—¿Cuál es la ocupación de la Señora Levine—
—Carpinteria— respondo.
—¿Estan cohabitando?—
—No lo estamos— digo, la primera cosa sincera que sale de mi boca desde que me puse de pie. —Creemos en esperar después del matrimonio para vivir juntos— Esa parte es solo para hacerme sonar mejor. Nunca he pensado en eso antes. Nunca he estado en condiciones de cohabitar con nadie y definitivamente no con Karen. Karen me va a matar.
—¿Tienen una fecha para la boda?— el pregunta.
—Estamos pensando en el próximo verano— El juez simplemente asiente, escribiendo.—¿Eso es todo, Señor Benson? ¿Señora Brown?—
—Si— digo
—Si, su Señoría—Audrey agrega rápidamente.
—Muy bien, entonces— dice el juez Beckmann. —En ese caso, me gustaría que el demandante escriba otra petición y se la haga llegar a todos a más tardar...— Bajo la mirada al dibujo de Riley de nosotros con un wombat. "La acabo de cagar"
Entre en panico. Nunca he entrado en pánico, exepto que lo hice hace un momento, ante la posibilidad de perder a Riley en vecindarios exclusivos y escuelas privadas, ante una madre que de repente dice ser alguien que se que no es, ante un padrastro que probablemente podría permitirse comprar y albergar un wombat si se le daba la gana.
Yo, que vivo con mi madre y tengo un negocio en torno al alcohol, le mentí al juez. Yo envío a mi hija a escuelas públicas y solo podré pagar escuelas públicas, le mentí a un juez. Mierda. Mierda, mierda, mierda mierda. Tengo nauseas, mi camiseta esta empapada de sudor, porque acabo de decirle una mentira descarada al hombre que decidirá si mi hija se queda aquí o la mueve a otro estado. Increiblemente estúpido.
Trato de escuchar lo que dice el juez ahora, cuáles son los siguientes pasos aqui, pero apenas puedo escucharlo por encima del latido de la sangre en mis oídos. Agarro un boligrafo y escribo una palabra, una frase, aquí y ella, pero apenas puedo escuchar. Tal vez estará bien. No tiene que ser un gran problema. Nadie fuera de esta sala lo sabe, y Claire ya ni siquiera vive en la ciudad. "Consíguele a Karen un anillo falso, dile que venga a la próxima audiencia contigo y todo estaba bien. Totalmente bien no es gran cosa"
—Se da por terminada la audiencia— dice el juez, y todos los demás se ponen de pie. Un momento después, me levanto y el juez sale de la habitación por una puerta trasera. Audrey se vuelve hacia mi inmediatamente, sus labios aún son una línea delgada.
—Felicitaciones— dice ella.
—Gracias— digo automáticamente. Calladamente. En la otra mesa, Claire, su nuevo esposo y su abogado estan de pie. Salen en fila, uno por uno, Claire mirándome, sus manos ya no sobre su vientre ahora el juez se ha ido. Cruzamos miradas. La suya es fría, en blanco, ilegible.
—Darren— dice Audrey, con su voz grave. Los nudos en mi estomago se aprietan tan fuerte que creo que podrían romperse. Me siento como un niño a punto de ser castigado en la escuela, pero tambien se que lo merezco. Me aclaro la garaganta.
—¿Si?—
—Sabes que mentirle a un juez durante una audiencia de custodia se reflejaría mucho peor en ti que ser un padre soltero ¿no?— ella dice. Trago saliva. Me paso una mano por el pelo, mis nervios tintinean de nuevo. Mierda, ¡Mierda!
—Entre en pánico— admito, cerrando los ojos. —No fue mi intención. Pero el estaba hablando de dejarla vincularse con su hermanita y tener una familia real y enviarla a escuelas privadas y darle lecciones de patinaje sobre hielo y comprar ponis y...—
—Todo lo cual son simplemente palabras del demandante, no tienen nada que respalde esas afirmaciones— interrumpe Audrey.
—Y entre en pánico— termino. —Eso es todo. Entre en pánico y dije algo estúpido y oh, mierda, no puedo creer que haya dicho eso- Audrey suspira. Entonces pone una mano en mi brazo.
—¿Karen es al menos una verdadera persona?— Solo asiento en silencio.
—¿Crees que estaría dispuesta a ponerse un anillo y asistir a una audiencia?— Tomo una respiración profunda.
—Creo que podría convencerla de eso— le digo.