Con una sonrisa, asiente con la cabeza y cierra la puerta con calma, como si todo estuviera perfectamente planeado. ¿Cuál es su plan? Aún no lo sé. Mientras mi mente divaga entre mil y una posibilidades, me aparto de la entrada y me coloco a su lado, esperando que me dé alguna pista o respuesta. Pero en lugar de hablar, él toma mi mano de repente, y antes de que pueda reaccionar, comienza a correr por todo el jardín. Me veo obligada a seguirle el paso como puedo, tropezando ligeramente con cada zancada. Su agarre es tan firme que no puedo soltarme, aunque lo intentara.
Recorremos todo el lugar, o mejor dicho, él me arrastra con determinación, como si supiera exactamente a dónde quiere llegar. Finalmente, alcanzamos las afueras de la casa, donde la puerta principal está abierta de par en p
