Limpiándose la cara con ambas manos, Johann se aclara la voz, su espalda rígida como si cargara un peso invisible. Sin mirarme, murmura con un tono grave y seco: —Hazte para atrás. Su voz, aunque apenas audible, tiene un filo que me obliga a obedecer. Trago grueso, sintiendo cómo la tensión en el aire se intensifica. Johann comienza a trazar un círculo alrededor de la sepultura, sus pasos precisos y calculados, mientras murmura palabras que no logro entender. Su voz, baja y gutural, parece resonar en el ambiente, como si las mismas sombras del cementerio se inclinaran para escuchar. De repente, el viento se levanta con una fuerza inusitada. Las copas de los árboles se sacuden violentamente, y los búhos, que hasta ahora habían permanecido en silencio, baten sus alas y emiten un canto baj

