La sala de conferencias del piso treinta y nueve ya estaba lista. Había una mesa larga de nogal, y sillas de cuero. Los ejecutivos senior ya estaban sentados alrededor de la mesa cuando el grupo entró. Marissa se movía por la sala distribuyendo carpetas y asegurándose de que todos tuvieran café o agua. Sus ojos siguieron a Emir y luego a Fátima con expresión tensa. «Ojalá y que… haga esa presentación mal»―deseó Marissa en secreto. El gran jeque Salomón caminó a la cabecera de la mesa, con Hassan a su derecha. Los ejecutivos se pusieron de pie cuando Salomón entró. El hombre se situó en el centro de su gran silla, la cual parecía una especie de trono. Luego, se sentó e hizo un gesto con su mano para que los demás se sentaran. —Buenos días, caballeros —comenzó Salomón—. Gracias por estar

